De Venezuela a La Laguna, en busca de una mejor vida

Ante la situación crítica que se vive en su país, Lubys y Rafael llegaron a Torreón. Son 4 mil kilómetros de distancia de su patria, pero mantienen la esperanza de poder regresar.

Ambos son socios de un Food Truck al nororiente de Torreón, ofrecen comida venezolana como las empanadas y las típicas arepas. (Rolando Riestra)
Jorge Maldonado Varela
Torreón, Coahuila /

Ante la necesidad de evadir a como diera lugar una crisis que los carcomía a su familia cada día que pasaba, como millones de venezolanos, un par de ellos salió de su país y arribó a la Comarca Lagunera en busca de mejores oportunidades de desarrollo, para así dejar atrás la marginación de una tierra, que al igual que México, está lleno de riqueza y belleza natural.

Se trata de Lubys Cárdenas Andrade y el joven Rafael Perozo Jiménez, quienes coinciden en que la situación en su país llegó a ser tan crítica que gran parte de sus familiares han seguido sus pasos y se encuentran distribuidos en diferentes países de Sudamérica y en Europa.

Son 4 mil kilómetros los que separan de su patria desde Torreón, donde residen actualmente, pero no dudan en volver algún día siempre con la esperanza de presenciar un Venezuela distinto al que vieron sus ojos al abordar aquel avión, con el que dejaron una nación que en la actualidad los artículos más indispensables de la vida cotidiana, resultan todo un lujo para la mayoría de los ciudadanos.

Ambos son socios al nororiente de la ciudad de un Food Truck en el que ofrecen variedad de comida venezolana como las empanadas y las típicas arepas, las cuales son muy parecidas a las gorditas de maíz, pero con una consistencia muy venezolana. 

Como una auténtica ‘narco-dictadura’ es como describen estos venezolanos las gestiones de Hugo Chávez y ante su muerte, su sucesor Nicolás Maduro, los cuales, señalan, con su populismo y manera de robar elecciones bajo el nombre de la democracia han llevado a la debacle a Venezuela.

Al ser cada día más complicada la situación económica y ahora alimentaria, los venezolanos en tierras laguneras aseguran que millones de sus paisanos comen alimentos en su mayoría en estado caduco, pero es más fuerte el hambre y la necesidad.

Ambos optaron por dejar todo y buscar algo más, todo con los respectivos sacrificios por buscar la superación personal o de toda una familia tal como Lubys Cárdenas, quien llegó a Torreón desde hace un año en compañía de su hija y desde hace tres están en asilo político. Dejó allá, además de su corazón, a nietos y hermanas, una de ellas con cáncer.

“La comida pasa por tantas manos que llega maltratada o echada a perder, además lo que debe costar 5 dólares la pagamos en 20. Allá la gente llega a comer comida deteriorada, arroz con gusanos, leche pasada, que se comen de igual manera porque es lo que hay disponible”, expresó. 

Por su parte, Rafael, que cuenta con 33 años, vivió en carne propia lo que es esperar formado en largas filas para conseguir productos higiénicos, comida o medicina, en lugar de aprovechar el tiempo para buscar un nuevo o mejor empleo, para prepararse o buscar mejores cosas en su vida.

“Se convirtió en normal para uno hacer fila para conseguir comida. Tenía que ir al supermercado un día específico según mi credencial de identidad y luega hacer otra fila de 4 a 5 horas y con la gente histérica, pelando. Me tocó ver cómo una guardia de seguridad maltrataba a una mujer con un niño en brazos que pretendió robar un kilo de harina”, compartió.

“Incluso que los niños traigan pañal desechable o las mujeres toallas sanitarias, es todo un lujo. Tal como se ve en la televisión, así está la realidad en mi país”, agregó Lubys.

Sin embargo tienen la esperanza puesta en el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, mismo que ha recibido el apoyo de diferentes naciones del mundo que respaldan su proyecto y el derrocamiento de la era Chávez-Maduro. 

“Guaidó en menos de 15 días ya consiguió ayuda humanitaria y sobre todo consiguió que todo un pueblo saliera a las calles y nos dio una ilusión, una luz. Yo no estoy allá pero mi corazón sí”, dijo la encargada de preparar las arepas en el negocio.

En esta migración, a comparación de las del medio oriente, no corresponde a motivos relacionados con alguna guerra, sino que el problema de un desabasto de alimentos y medicamentos que vienen de la mano a los bajos salarios y a una inflación que llega a los millones por ciento de aumento, mismo que se agravó al presentar al nuevo presidente interino.

Al respecto, este par de venezolanos está de acuerdo en que la intervención extranjera en la controversia sobre el posible derrocamiento de Maduro es positiva, ya que hasta 40 países se han alineado a favor del nuevo gobierno interino.

“Cuando hay una pelea entre dos personas y alguien es testigo, al no intervenir se hace parte del problema, así están unos países contra el nuestro”, opinó Rafael.

Ante todo, estos ejemplos que se pueden replicar en todo el mundo, no dejan de trabajar y superarse para sobresalir ante las adversidades que llegan al estar en un país diferente, sin embargo aseguran que La Laguna ha sido amigable en todo aspecto.

Lubys cerró dos restaurantes por falta de insumos

Lubys Cárdenas Andrade, proviene de la zona de Táchira al oriente de Venezuela y arribó a la región lagunera hace más de un año con el apoyo de su hijo que ya tiene cinco en estas tierras, como muchos de sus paisanos, obligados a salir de su patria que están emigrando, no por una guerra, sino por una crisis económica y alimentaria.

Vive en Torreón con su hija y desde hace tres meses están bajo asilo político como apoyo del gobierno mexicano.

Los fines de semana acude al Food Truck “Arepita Maní y tostón” para cocinar las mejores arepas preparadas con variedad de guisos típicos de Venezuela.

Lubys siempre se ha dedicado a la cocina, sin embargo en su país fue en aumento la crisis y se obligó a cerrar ante la falta de insumos, al igual que los productos que revendía cuando se dedicó al comercio.

“Yo no venía a quedarme pero había mucha gente que dependía de mí porque tenía tierras y cultivos con los que ayudaba a mucha gente, pero todo eso se acabó. Tuve que cerrar dos restaurantes que atendía porque ya no conseguía el producto para mantenerlo”, compartió.

Su madre fue una de las víctimas por la falta de medicamentos, la insulina que requería como tratamiento a su enfermedad era muy escasa hasta que se agotó por completo y falleció. 

Asegura que en un año en La Laguna, ve de lejos como su país empeora cada vez más y asegura.

“Tal como se ve en la televisión, así está Venezuela y lo atribuimos todo al gobierno porque tiene todo el control y no deja entrar la ayuda humanitaria que se necesita de urgencia”.

Aún tiene la esperanza de volver a Venezuela y verlo diferente a como cuando se fue, mientras tanto dice seguirá trabajando para apoyar con lo que pueda a su familia que la espera en aquel país caribeño.


Desde una ciudad fantasma

Rafael Perozo Jiménez llegó a La Laguna hace cuatro años al tener conocidos en esta región por para trabajar en una empresa de transporte, luego hace más de un año optó por emprender el negocio de comida venezolana con el “Arepita Maní y Tostón”.

Allá trabajaba en una óptica y además ya se preparaba para buscar mejores oportunidades fuera de sus fronteras, México fue la elección y La Laguna quien lo recibió con los brazos abiertos.

Primero se instaló sobre el Paseo Morelos de Torreón en donde duró por algunos meses, lugar donde empezó a darse a conocer y sobre todo a compartir el sazón venezolano que lleva en la sangre.

Luego se instaló al nororiente de la ciudad en una zona de food trucks donde actualmente se encuentra ubicado y ofrece, con la calidad de comida que prepara su compañera Lubys, los platillos más típicos de su país.

Rafael Perozo aún recuerda como su ciudad de origen, Punto Fijo, era zona libre de impuestos y había gran movimiento comercial, en especial con muebles y electrodomésticos, sin embargo ahora, a decir de su madre, es un lugar desolado y con infinidad de establecimientos cerrados.

“Mi madre que sigue allá me platica que la ciudad es como un pueblo fantasma, que ya no es como antes, que la mayoría de las tiendas están cerrando”, señaló.

A pesar de estar lejos de la difícil situación por la que pasa su familia, asegura que las cosas pueden cambiar cuando se termine la era de Maduro y la entrada de Juan Guaidó, que representa el fin de una era y el inicio de otra con mayores esperanzas de vida para los venezolanos.

Aquí en la Comarca Lagunera, en cada momento hay muestras de apoyo entre los venezolanos y eso los fortalece en su día a día lejos de la tierra que los vio nacer.

Comparte que reflejan su unión como compatriotas con la página en redes “Venezolanos en Torreón”, un perfil para venezolanos que lleguen a la región y quieran orientación e información como los lugares dónde quedarse y sobre todo, lugares que ofrezcan comida venezolana para seguir con el gusto por su platillos tradicionales y traer consigo algo representativo de su patria.

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