La ceremonia litúrgica del Viernes Santo se llevó a cabo a puerta cerrada en la Catedral de Nuestra Señora del Carmen de Torreón, desde donde fue transmitida en directo vía redes sociales y por el canal Multimedios Canal 6, como parte de las medidas de prevención ante la contingencia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la enfermedad covid-19.
En punto de las 17:00 horas inició la celebración de la Pasión de Cristo y la Bendición de la Cruz, a cargo del obispo de la ciudad de Torreón, Luis Martín Barraza Beltrán, acompañado por sacerdotes de la Diócesis y su equipo de liturgia.
Es el segundo día del Triduo Pascual en el que los feligreses católicos fueron ausentes presenciales de la ceremonia, mismos que año con año han vivido el Viacrucis y Crucifixión de Jesús desde sus respectivas comunidades parroquiales, incluso siendo parte de las actividades.
Luego de las lecturas del Profeta Isaías y de la carta de los Hebreos, se dio paso a la lectura del texto que habla de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según el apóstol San Juan, la cual fue interpretada por tres sacerdotes que tomaron el papel de lo sucedido en la traición, captura, juicio, crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret.
El obispo Barraza Beltrán pasó al frente para ofrecer una explicación de lo que representa el Viernes Santo a la comunidad católica, en la que aprovechó para invitar a contemplar el misterio del amor de Dios en la cruz y a recordar las enseñanzas y sabiduría que al paso de las escrituras ha dejado Cristo.
“Como siempre, las cosas están bien hasta que aparece la verdad. Quedó al descubierto la hipocresía de aquellos personajes que se cubrían con el manto de la pureza, de la devoción y del hablar dulce, pero que por dentro eran lobos rapaces”.
“Sus amigos se vieron demasiado mal porque uno lo traicionó de muerte y otro lo negó tres veces, si esto hicieron los amigos, que se podía esperar de los enemigos. La turba que lo aclamaba en Domingo de Ramos se le volteó el Viernes Santo, vendieron su dignidad por un plato de lentejas”, compartió el obispo en su discurso.
Tocó el turno de la bendición de la Cruz, la cual avanzó desde el centro de la catedral hasta ser instalada en el altar con un par de cirios a su lado.
A las afueras de la Catedral del Carmen una señora se puso de rodillas para orar por la salud mundial, mientras que al interior del recinto era oficiada la celebración a puerta cerrada.
Fue así como se vivió de una manera diferente, una de los ritos más importantes del año entre el pueblo cristiano entre una contingencia en la que los medios digitales salen a tomar su papel de transmitir la palabra que es encomendada en Semana Santa.
EGO