La mayoría de las personas con las que vuelas no son memorables. Se sientan, se ajustan el cinturón y siguen con lo que hacen para pasar las horas en el aire. A menos que se pongan demasiado borrachos o agresivos -algo sobre lo que he leído pero que nunca he visto- no hay razón para volver a pensar en ellos. Estoy seguro de que ellos sienten lo mismo acerca de mí.
Pero a medida que vuelas, comienzas a notar las peculiaridades y el comportamiento común que algunos pasajeros tienen. Estos grupos conforman las minitribus de vuelo. Aquí hay algunos de los que he ido identificando durante mis viajes:
1. El Señor Departamento de TI.
Este es el pasajero que, en el instante en que el letrero del cinturón de seguridad se apaga, jala su mesa y pone su puesto. Una laptop, una tableta para conectar a la laptop, un teléfono o incluso dos, para conectarlos en ellos, y luego un par de audífonos inalámbricos se introducen en sus oídos, con la luz azul parpadeando. Ahora realiza su tarea con un propósito y serenidad: un clic aquí, un cambio de dispositivo allá. ¿Qué está haciendo con toda esta potencia de computación? ¿Está monitoreando la situación que hay debajo, listo para intervenir desde 35,000 pies de altura si el Pentágono o el GCHQ caen?
2. La señora Lobo Feroz.
Esta pasajera también saca su laptop y abre la tapa en el momento en que estamos en el aire. Esa es la última vez que levanta la cabeza. Golpea su teclado durante todo el vuelo. Aparecen las hojas de cálculo, las gráficas de barras y el texto, da clic para enviarlas, regresan y se revisan.
¿Qué demonios está pasando? Esta no es una presentación de PowerPoint que ella está preparando. Es demasiado frenético para eso. Algo trascendental claramente la espera en el aterrizaje. La administración o el Capítulo 11 (la quiebra) es inminente. Posiblemente, una oferta hostil que se tiene que rechazar.
Rechaza toda la comida que se le ofrece. El único refrigerio que acepta es una bebida fuerte, hace una pausa de manera momentánea de su tarea vital, toma un sorbo fuerte y urgente.
3. La Guardia Nocturna.
Cuando afuera está negro, las persianas están abajo y las luces de la cabina están apagadas, la mayoría de los pasajeros parece que están en coma. Extendidos a través de los asientos, las cobijas debajo de los cinturones de seguridad, máscaras para los ojos en sus caras, son ajenos al mundo. Algunos tienen la boca bastante abierta, otros roncan.
Pero un pequeño grupo de pasajeros están despiertos: ven películas, leen con una luz muy pequeña o acechan en los pasillos y disfrutan de extraños estiramientos. Hay un reconocimiento tácito entre ellos: son los que no pueden dormir, y quienes no entienden a los que los que resulta muy fácil hacerlo.
En un intervalo de algunas horas, los amables miembros de la tripulación de cabina aparecen en la Guardia Nocturna, sin usar palabras les ofrecen bandejas con vasos de plástico de agua o jugo de naranja. De todas las minitribus de viajes aéreos, es a la que conozco mejor, ya que soy uno de sus miembros más antiguos (o leo o veo películas).
4. La vejiga maravilla.
Estos son los viajeros que se acomodan en el asiento de una ventana, voltean sus rostros, se acurrucan y se duermen, y esa es la manera como permanecen hasta que llega el momento de aterrizar. Pero su sueño de todo el vuelo no es lo más notable de ellos; no. Es el hecho de que en un vuelo de ocho horas no se paran una sola vez para ir al baño. En verdad, son maravillas de la naturaleza.
Cuando la tripulación los despierta con una orden de volver a poner sus asientos en posición vertical mientras nos preparamos para el aterrizaje, se ven un poco desaliñados y gruñones. Todos son jóvenes, por supuesto, pero realmente no deberían estar de tan mal humor. Descubrirán, a medida que pasen las décadas, que van a recorrer el pasillo para unirse a la fila del baño más a menudo de lo que actualmente pueden imaginarse.