En las páginas de La vorágine de José Eustasio Rivera, la selva amazónica es personificada como una entidad omnipresente, indomable y vital. Esta obra, como muchas otras de la literatura latinoamericana, resalta la profunda conexión y dependencia de los seres humanos con la naturaleza que los rodea. Así, en medio de la densa vegetación de los Andes, emerge la figura de Constantino Aucca Chutas, quien ha dedicado su vida a la restauración y conservación de los ecosistemas andinos. Aucca Chutas refleja una cosmovisión que inspira a las comunidades a proteger y promover un modelo particular de reforestación comunitaria.
En los Andes del Norte y Centro se ha identificado una amplia gama de 133 ecosistemas, adaptados a diversas condiciones climáticas que van desde secas hasta húmedas. Estos bosques andinos juegan un papel crucial en la conservación de la biodiversidad, la captura y almacenamiento de carbono, y la regulación y suministro hídrico.
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Con el avance agigantado de la crisis climática de este siglo, sus habitantes han observado cómo su entorno se transforma de manera alarmante: la pérdida de hábitats que amenaza la existencia de especies endémicas, la deforestación desenfrenada que erosiona la tierra y la disminución de recursos hídricos. Este ímpetu por la conservación del entorno natural ha impulsado por más de tres décadas a Aucca Chutas, descendiente de los pueblos quechuas, a llevar a cabo una labor titánica para proteger este legado natural, lo que le ha traído diversos reconocimientos como el ser nombrado Campeón de la Tierra en la categoría “Inspiración y acción”, el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas, así como el más reciente Premio Rolex a la Iniciativa.
En 2000 fundó el grupo de conservación Asociación de Ecosistemas Andinos (ECOAN), que le llevó en 2014 a organizar un evento comunitario para plantar 57 mil árboles en un solo día. Esto se convirtió en el actual festival anual Queuña Raymi, cuyo nombre se acuñe por el Queuña (Polylepis), un árbol nativo clave para proteger la biodiversidad que sobrevive en estos bosques y humedales alto andinos, siendo la especie botánica protagónica que es sembrada en el festival. Es el hogar de una compleja unión de especies, muchas de ellas endémicas, y más de la mitad incluidas en la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los bosques de Polylepis no solo reducen la erosión de los terrenos, sino que son un componente clave para el ciclo hídrico del Amazonas en su conjunto. El musgo y los líquenes que crecen en los troncos de los árboles y en el suelo del bosque acumulan humedad de la bruma de la montaña y la devuelven a las cuencas fluviales de manera subterránea.
Su hazaña lleva hasta la fecha la plantación de 4.5 millones de estos árboles autóctonos, y ha creado 16 áreas protegidas en la cordillera peruana de Vilcanota, involucrando a más de 60 comunidades. Dieciocho años después de su creación, la labor de la ECOAN repercutió exitosamente, por lo que Aucca Chutas cofundó Acción Andina, una organización internacional que difundirá la tarea de reforestación por todos los Andes.
Actualmente, Acción Andina trabaja en Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina y Perú. Pronto se extenderá a Colombia y Venezuela, con un millón de hectáreas destinadas a la reforestación. El trabajo del peruano hizo que pasara de ser un líder local a un conservacionista internacional, y lo llevó a convertirse en uno de los laureados de los Premios Rolex a la Iniciativa, que le ayudará a extender la labor que ha estado llevando a cabo con ambas organizaciones.
Este apoyo recién adquirido de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex ayudará a la organización a construir vallas en torno a las zonas protegidas y a desarrollar medidas para el control de los incendios forestales, como la fabricación de depósitos de agua, al mismo tiempo que permitirá plantar 3.5 millones de nuevos árboles nativos y formará a más de 20 líderes de conservación locales.
Aucca Chutas incorpora en sus programas de reforestación valores quechuas tradicionales de cooperación, como el ayni (reciprocidad) y el minka (trabajo comunitario compartido). Tanto la ECOAN como Acción Andina enfatizan la importancia de involucrar a las comunidades locales como participantes clave en los esfuerzos de conservación.
“Mirásemos donde mirásemos, parecía que el problema era la humanidad —indica Aucca Chutas—. Entonces dijimos: ¿por qué no trabajamos con la población para que sea también parte de la solución? Por eso nos coordinamos con los agentes locales y las comunidades indígenas”. A pesar de la tarea cada vez más urgente que supone proteger el planeta, Aucca Chutas cree que el apoyo de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex tendrá un impacto con repercusión global.
Como las raíces profundas de los árboles de Queuña, la labor de Constantino Aucca Chutas no solo sostiene el presente, sino que promete un futuro en el que una revolución medioambiental florezca, recordándonos siempre que, como en las páginas de La vorágine, la naturaleza no es solo un escenario, sino la protagonista de nuestra propia existencia.