El Día de Muertos, además de ser una hermosa tradición para honrar a nuestros antepasados, nos ofrece un gran regalo: ayuda a gestionar el dolor por la pérdida de un ser querido.
Claro, no basta con ser mexicano para procesar mejor nuestros duelos. Se requiere vivir esta celebración que, además, es muy hermosa.
Se trata de un ritual prehispánico para no olvidar a quienes nos antecedieron. Simboliza el retorno temporal de los muertos, de esas personas que recordamos con cariño, y a quienes se le ofrece una ofrenda de comida, bebidas y hasta de objetos atesorados por ellos; es la presencia viva de quienes se han ido.
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Si observamos con atención, esta tradición nos invita a tener esperanza en la vida después de la muerte o de que la muerte es parte de la vida misma; nos hace comprender que se encuentran bien las personas fallecidas, que nosotros también podremos ser recordados.
Ese día, y según la cultura de cada zona del país, se limpian las tumbas y se adornan con velas, papel picado y flores de cempasúchil (me encantan las flores), o se les pone un altar en casa con los mismos elementos, o ambas.
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Si seguimos observando, notaremos que la tradición se convierte en una terapia comunitaria que nos permite formar un círculo virtuoso de esperanza, amor y resiliencia; forjar una nueva relación con el ser querido ya muerto, y recordar a esa persona, sus virtudes, sus alegrías o sus quereres. Todas, emociones positivas.
No es ausencia de dolor
El duelo es la tristeza por la pérdida del ser querido. En ese periodo, que puede durar unos meses o alrededor de un año, si es un proceso “normal”, es recurrente el llanto o el recuerdo de quien extrañamos, al punto que nos distrae de nuestras labores cotidianas.
Que se prolongue más de ese tiempo o que las emociones nos impidan seguir adelante con nuestra vida, requiere la intervención de un profesional de la salud mental.
Una herramienta de las ciencias del bienestar, en particular la psicología positiva, es el uso de las emociones positivas para fortalecer la resiliencia, esa capacidad de reponernos y enfrentar las adversidades.
Mi amiga Mónica Garza, tanatóloga que utiliza la psicología positiva para acompañar a las personas en sus procesos de duelo, recomienda actividades de atención plena con la visualización del ser querido fallecido.
Una de ellas es elaborar una carta de gratitud detallada en la que honremos la memoria de la persona, especialmente en las fechas importantes, Navidad, cumpleaños, aniversario de bodas, etc.
En sintonía con la psiquiatra suiza especializada en los temas de muerte, Elisabeth Kübler-Ross, buscar y hacer énfasis en el nuevo sentido de vida después de la pérdida de nuestro ser querido. O de plano, una meditación de atención plena visualizando a quien perdimos.
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Son actividades muy efectivas que, si volvemos a observar con detenimiento, se hallan presente en nuestra tradición de Día de Muertos.
Cuando ponemos el altar, nos concentramos en nuestro difunto; recordamos sus virtudes y también sus defectos; pensamos en lo hecho durante su ausencia y en el futuro, todo mientras nos esmeramos en un trabajo para hermosear el lugar donde su recuerdo volverá a convivir con nosotros.
Es un rito que no nos aleja de la ciencia y de la que esta tiene mucho por aprender todavía.
Es una forma tradicional de ayudarnos a gestionar el dolor por las personas que perdimos. Feliz Día de Muertos.
MGR