Deni Correa Agis tiene 30 años, es esmaltista del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y lleva varios años experimentando en diferentes superficies hasta que encontró el peltre. Su hermana Zzabi Olaría Agis, dos años mayor, es una naturalista a la que le apasiona el diseño gráfico y le encanta plasmar imágenes en todo tipo de objetos para transmitir su lado más personal.
Estas hermanas se criaron en Pátzcuaro, Michoacán, en un ambiente rural del que emana su profundo amor por el país. Tras un viaje, se dieron cuenta de que gracias a su alma creativa, su espíritu aventurero y las destrezas que las complementaban podían trabajar juntas. Así nació Malte Taller hace seis años; sus primeras piezas fueron cucharas y pequeños pocillos, todos pintados a mano.
¿Por qué Malte Taller?
Necesitábamos un nombre de fácil comprensión para nuestros consumidores, así que combinamos Malte, que hace referencia a la palabra “esmalte”, que es la principal técnica que empleamos para la decoración de metales, y Taller, haciendo referencia a nuestro espacio de trabajo donde desarrollamos nuestra creatividad e imaginación.
¿Cómo es el proceso creativo?
Nuestro proceso siempre parte del diálogo, platicamos y nos preguntamos cualquier idea, aunque parezca irrelevante, por ejemplo: ¿por qué no hay tenedores de peltre? Porque fácilmente pierden el esmalte y dejan de ser útiles, entonces nosotras creamos una cuchara con imagen de tenedor.
Hemos evolucionado en el empleo de técnicas de diseño y esmaltado. Las primeras piezas fueron esmaltadas y pintadas a mano, cada una era diferente y única, e igual robustas y funcionales. Gracias a la demanda, ahora lo hacemos de serigrafía, que nos permite ofrecer productos de calidad uniforme en menor tiempo. Tanto la serigrafía como el estampado y el horneado de las piezas se hacen manualmente y a pequeña escala.
¿Cuándo vieron que el negocio podía crecer y convertirse en lo que son ahora?
Todo ha sido muy natural, en el momento en que decidimos registrar nuestra marca, en Ciudad de México, las ferias de diseño estaban en auge; gracias a eso logramos ampliar la distribución y comercializar nuestros productos entre personas que valoraban este tipo de objetos y utensilios. Al principio solo hacíamos piezas pequeñas (tazas y cucharas), después siguieron las vajillas, lo que nos permitió consolidarnos en el mercado de nuevos creadores.
¿De dónde viene la inspiración?
Amamos nuestras raíces, la infancia en la provincia de México. La convivencia con nuestras abuelas es lo que, en primera instancia, reflejamos en las piezas, luego está el renovado interés por el peltre. Nuestra inspiración va desde lo más obvio, como la insinuación al espacio que nos provoca el clásico peltre en negro con motas blancas, hasta una idea sarcástica de un día de pícnic: ¿a quién no lo han atacado las hormigas? También retomamos patrones de iconografía prehispánica, fuente de inspiración para el diseño mexicano.
¿Qué piensan del crecimiento de las mujeres emprendedoras?
Ha sido buen momento para aprovechar la reciente apertura hacia la creatividad y emprendimiento de las mujeres. Es necesario que nosotras nos apropiemos de estos espacios y los adecuemos a nuestras necesidades. Esto debería convertirse en una normalidad para las mujeres en México y en el mundo.
¿Qué viene para ustedes?
El lado bueno de la pandemia es que hemos tenido tiempo para experimentar, probar nuevas técnicas y empezar nuevos proyectos, como nuestra línea textil; estamos aprendiendo más sobre la venta en línea. Creemos que Malte Taller tiene que seguir creciendo de manera natural, la idea es seguir explorando y ¡nunca dejar de experimentar!
bgpa