La proximidad de East Edgewater con el centro de la ciudad y con ciertos enclaves, como el Design District, dieron la pauta para la revitalización de este vecindario. La zona, que hasta hace no mucho estaba abandonada, de un tiempo a la fecha se ha convertido en una de los más cotizadas de Miami. Las casas que en el siglo XX la poblaron, hoy conviven con elevadas construcciones residenciales. Una de las más recientes y lujosas es Biscayne Beach, una torre de 52 pisos que representa el primer club de playa privado de Miami.
Para que los residentes sintieran comodidad,
se utilizaron materiales rústicos y una iluminación cálida para lograr espacios acogedores.
Siguiendo lo que se podría definir como un estilo “chic playero”, el reconocido interiorista neoyorquino Thom Filicia se encargó de diseñar las áreas comunes y espacios de entretenimiento del edificio, incluyendo el club privado de playa.
La idea era crear un ambiente fresco, sereno y casual, no carente de cierta sofisticación, afín con el nuevo destino de este vecindario y con sus residentes. Para ello, Thom se valió de una mezcla de elementos naturales y materiales refinados, entre los que destacan muros texturizados, maderas grises, travertinos y bronces.
La iluminación artística y el mobiliario contemporáneo de limpias líneas completan el interiorismo. Basta acceder a la recepción, en la que destacan los pisos de mármol y los tapices pintados a mano, para percibir la sofisticación del diseño.
El interiorista se propuso que el arte fuera otro de los elementos que marcara la experiencia de Biscayne Beach. Así lo constatan las esculturas de Gerald Di Gusto que se encuentran en el lobby, la gran galería del pasillo de este mismo espacio o los coloridos cuadros de la casa club.