A ella nada la detiene. Inquieta y segura de que “hay muchas maneras de celebrar la cocina y mostrar tu propuesta gastronómica” más allá de los fogones, Ana Martorell aprovechó 2020 para desarrollar su visión y poner en marcha varios proyectos que tenía guardados en el cajón, mientras el restaurante Aída, del que es chef ejecutiva, sufría el cierre por pandemia.
Basada en la experiencia de su concepto El Contenedor, en el que comparte menús de degustación con entre 15 y 20 personas, y animadas clases de cocina gourmet con sus recetas fusión más populares y consejos como de la abuela –igual de simples y efectivos–, Ana extendió sus fuegos a las redes sociales desde marzo del año pasado.
Así nacieron los “cuarentenarios” en Instagram, un par de lives al día en los que compartía su sazón. El de la 1:00 de la tarde era una clase para motivar a la gente a cocinar “sano y sabroso” durante el encierro, y el de las 4:30 para entrenar a los niños de la casa a hacer las recetas que más les gustan, como pizzas, brownies y crepas, apoyada por sus propios hijos. Así, Martorell empezó a cosechar seguidores, mientras El Contenedor arrancaba su periodo take out y se mantenía vivo y diverso.
Ana asegura que toda esta actividad la mantuvo contenta y a flote: “Me encanta compartir lo que más me gusta hacer, y sentí que era bueno ayudar a la gente a simplificar su día a día en casa. Me he divertido mucho, aunque debo aceptar que no siempre fue fácil estar en la pantalla con una sonrisa. Ayudar a los demás me hace feliz”.
Otros proyectos que vieron la luz durante los meses más oscuros de la pandemia fueron un recetario digital mensual: Mini Almanaque, el libro De negro a rosa, en el que reunió más de 200 recetas que creó justo en ese periodo, y El Contenedor en tu casa, que enviaba los ingredientes a domicilio para elaborar las recetas mostradas en redes sociales.
Retomar el camino
Para nadie es un secreto lo duro que fueron los primeros ocho meses de cierre, en especial para los restaurantes; las campanas al vuelo con la breve reapertura hacia fin de año y la tristeza infinita de la segunda oleada de contagios. “Ya sabíamos lo que venía, ya lo habíamos vivido, pero la salud es lo primero, y había que adaptarse y buscar otras maneras de mantenernos vivos”, cuenta la chef ejecutiva de Aída, que al fin respira tras la reapertura del restaurante en Vía Santa Fe.
Aída reabrió sus puertas en semáforo amarillo, cuando la cantidad de mesas que podían habilitar aseguraban la salud de colaboradores y comensales, además de la viabilidad del negocio. “Aguantamos y estamos de vuelta, con nuestra propuesta fresca y de calidad”, dice Ana, para quien el trato con Grupo Hunan, dueño del restaurante, ha sido una excelente opción para avanzar en su carrera y al mismo tiempo ser una madre presente.
Martorell nunca ha tenido que elegir entre su carrera y su familia: “Se puede hacer todo si tienes el apoyo. No es fácil, pero es posible. Con Grupo Hunan el acuerdo ha sido bueno para todos, porque les hice un menú muy trabajado con ingredientes mexicanos tradicionales que me encantan, a los que les he dado un giro y una personalidad propia, y al mismo tiempo he podido desarrollar mi cocina y avanzar, mientras disfruto a mis hijos, que aún son pequeños”.
y además
Placeres
En la cocina abierta se preparan creaciones elaboradas con ingredientes frescos y de la mejor calidad, en un ambiente campirano que resulta un oasis verde en el tercer piso de Vía Santa Fe.
bgpa