Baja California. Una aventura vitivinícola en tierra mexicana

La región se conforma por los valles de Guadalupe, Santo Tomás y Ojos Negros, entre otros, en los que hay varios microclimas en que se dan más de 80 tipos de uvas.

Un aspecto de los campos de cultivo para la elaboración del vino. FOTO: Adrián Ortíz. Shutterstock
Isabel Maceiras
Ensenada /

La región vinícola más importante de Baja California se conforma por los valles de Guadalupe, San Vicente, San Antonio de las Minas, Santo Tomás y Ojos Negros; en ellos hay diferentes microclimas en los que se dan más de 80 tipos de uvas.

Fueron frailes dominicos quienes en el siglo XVIII “fundaron la misión de Santo Tomás y sembraron algunas vides, entre ellas la misión, considerada como la variedad endémica de la región. Es el origen de Bodegas Santo Tomás”, dijo Santiago Cosío, su director general.

En los años 70, bajo la conducción del enólogo mexicano Hugo D’Acosta, la vinícola empezó a elaborar menos , pero con mejor calidad. “Apostamos a crear vinos cuyo idioma y precios fueran accesibles”, abundó Laura Zamora, enóloga de la bodega desde hace 35 años.

Fundada por Angelo Cetto Carli, Vinos L.A. Cetto llegó a Valle de Guadalupe en los años 50. Ahí nació la marca que hoy es un referente del producto mexicano. Uno de los personajes importantes en el desarrollo del vino del Valle es el enólogo Camillo Magoni, quien durante años fue el artífice de importantes vinos en esta vinícola y, desde hace cinco años, dirige su propia bodega: Casa Magoni.

Llega la innovación



En 1988, con la primera añada de la Bodega Monte Xanic inicia el modelo del microproductor premium y del mercado de nicho. “Somos buen ejemplo de una compañía pequeña que creció con la filosofía de calidad y hoy es líder del segmento”, afirmó Hans Backhoff, director general.

Después de 12 años, Hugo D’Acosta fundó Estación de Oficios el Porvenir, conocida como la escuelita, con el propósito de apoyar el desarrollo de nuevos productores. Es el caso del inglés Phil Gregory, quien creó Vena Cava Vinícola, donde elabora vinos en cantidades muy limitadas y de manera natural, afirmó el productor.

El valle crece

En las últimas dos décadas “se desarrollaron 120 proyectos nuevos, una cantidad enorme considerando que hace 15 o 20 no había más de 10”, afirmó Fernando Pérez Castro, director general de Hacienda La Lomita y Finca La Carrodilla.

Muchos de los proyectos nacen de quienes llegan al valle con la intención de tener una casa de retiro y el hobby de hacer vino, lo que deriva en la fundación de vinícolas. Es el caso de la Bodega F. Rubio en El Porvenir o Hacienda Lomita y Finca La Carrodilla; esta última elabora sus vinos a través de la biodinámica, “un conjunto de prácticas agrícolas respetuosas del entorno”, abundó Pérez Castro. Otro ejemplo de un concepto innovador es Decantos Vinícola, que elabora sus vinos por decantación o gravedad y así elimina el bombeo mecánico gracias a un sistema diseñado y patentado por su fundador, el enólogo Alonso Granados.

“Hemos construido una comunidad que descubrió el orgullo por la materia y lo que producimos”, aseguró Pérez Castro.

Con el desarrollo del vino, llega la gastronomía y los hoteles boutique. Se crea el Museo de la Vid y el Vino para divulgar información en torno a la bebida e impulsar el enoturismo. Un ejemplo es la vinícola El Cielo que recibe alrededor de 200 a 300 mil visitantes al año.

El vino de Baja California tiene la memoria de su tierra, el alma de uvas y la calidad en su elaboración. Estimula el maridaje con una novedosa gastronomía que ha sabido encontrar su esencia y, juntos, lograron convertir a la región en un destino turístico inigualable. 

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