Llegó septiembre, y eso, representa un excelente pretexto para comer los más exquisitos platillos que existen en la gastronomía mexicana para celebrar el mes patrio, en el que, en 1810, dio inicio la Guerra de Independencia para librar al país del dominio de España.
Uno de estos típicos platos, representativos de septiembre, son los chiles en nogada, un clásico de la comida mexicana que nos habla de tradición, de herencia cultural y de nuestra historia como país, pero en torno a ellos giran un par de historias de la época de la Independencia respecto a su creación; sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado si son reales o cuál es el verdadero origen de este platillo? aquí te contamos.
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El origen de los chiles en nogada
Según la historia popular que se conoce sobre el origen del guisado, se dice que las monjas del convento de Santa Mónica en Puebla tuvieron que elaborar su mejor platillo para celebrar el cumpleaños del caudillo independentista Agustín de Iturbide y el resultado fueron los famosos chiles.
Sin embargo, el arqueólogo Eduardo Merlo, actual coordinador de Arqueología en el Centro INAH de Puebla, niega esa versión en su artículo El mito de los chiles en nogada y la bandera de las tres garantías.
“El chile en nogada fue un platillo que el caudillo disfrutó, pero no fue inventado para él (...) Era un platillo que ya existía,” asegura “y no como plato fuerte, sino como postre,” dice el también divulgador cultural.
Según Merlo, el origen verdadero del platillo se remonta al Virreinato de la Nueva España, donde los primeros pobladores eran andaluces en su mayoría, que tenían una rica tradición repostera heredada por los árabes. Además, dice que “las mejores cocineras y reposteras eran las monjas y a ellas se les encargaban los platillos para las grandes fiestas señoriales”.
El arqueólogo asegura que en esa época la corte novohispana celebraba las ocasiones importantes con banquetes abundantes y variados de al menos 14 tiempos; de la repostería se hacía cargo las monjas, quienes decían inventar platillos en cada ocasión para que sus clientes pudieran presumir que era la primera vez que se servían dichos postres y fue así como, de manera fortuita, surgieron los chiles en nogada.
“En España acostumbraban rellenar el pimiento de algo y por eso a las monjas se les ocurrió rellenarlo de fruta fresca y capearlo para presentarlo como postre,” asegura Merlo, quien además apunta que el platillo se conoció como “Chile relleno de frutas bañado en salsa de nuez”.
Luego de las luchas por la Independencia y tras haber proclamado el Plan de Iguala, Iturbide llegó triunfante a Puebla y con motivo de su cumpleaños las monjas le tenían preparado un festín.
“Las monjas escucharon la historia y con mucha inteligencia elaboraron el postre (que ya existía), pero lo bañaron en salsa de nuez de Castilla, lo que lo daba una blancura y le pusieron verde el perejil y rojo la granada”, subraya, “se llevaron al postre a la casa del obispo donde fue el banquete y le dijeron al caudillo: mire éste ya tiene la bandera de las Tres Garantías. No sabemos qué dijo, pero le debió haber gustado, porque el distinguido señor al terminar de comer pidió a gritos un lugar para su siesta”, indica el arqueólogo.
Según el artículo, al ser ofrecido el postre al independentista, éste se popularizó y a medida que la economía en el país no permitía grandes festines los tiempos en las comidas tuvieron que reducirse y el chile en nogada se convirtió en el plato fuerte cuando a alguien se le ocurrió agregarle carne al relleno de fruta.
“Las monjas dicen que este postre lo hacían en ocasión de la fiesta de su patrono San Agustín el 28 de agosto, y la mente popular que no sabe distinguir dice que lo inventaron para Iturbide por su cumpleaños”, concluye Merlo.
lnb