Con toda una tradición gastronómica familiar, Guillermo Martínez Ávila es un apasionado de la cocina, particularmente de los platillos hechos por mariscos; no en vano encabeza el grupo de restaurantes especializado conocido como El Pinabete.
Esta cadena está por cumplir veintiún años en el mercado lagunero, de los cuales ya tiene quince al frente, luego que le fue traspasado este negocio que en 2013 se abrió la sucursal en El Fresno, en 2018 se abrió Pinabete Gómez Palacio y en diciembre de 2019 en el bulevar Rodríguez Triana.
La pandemia por el covid-19, para quien encabeza la Cámara de Restaurantes en La Laguna (CANIRAC), ha sido más un proceso de aprendizaje, pero que reconoce no ha sido fácil.
No obstante las dificultades, en septiembre de 2020, abrió El Pinabete en el Pueblo Mágico de Parras, “es tiempo de crisis, pero también de oportunidades”, asegura y lo demuestra ya que en este 2021, se abrirá la sexta sucursal ahora en la ciudad de Matamoros, Coahuila.
Para el séptimo hijo de una familia de ocho miembros, el camino nunca fue fácil y menos considerando que su infancia la vivió en una de las colonias más populares de la ciudad, bajo un entorno retador, de delincuencia y drogas; para salir airoso, la cultura de responsabilidad que le enseñó su padre y madre, así como el ejemplo emprendedor de su hermano fallecido, hoy le han dado un nombre dentro del mundo gastronómico de La Laguna.
¿Ha tenido algún reto que enfrentar?
En mi carrera en restaurantes, la apertura de un negocio de comida china, que tuve que cerrar por la pandemia. Esto ha sido un gran aprendizaje para todos.
¿Qué le ha ayudado en su labor en la gastronomía?
Soy contador público en la FCA de la UAdeC. Mi hermano fue Administrador de Empresas y él tuvo experiencia de parrillero de pollos y carne. Me ha servido toda esta experiencia compartida por mi familia dentro del sector.
¿En qué barrio nació?
Nací y crecí en la colonia Felipe Ángeles, frente al Panteón Municipal ubicado al poniente de la ciudad de Torreón, ahí estuve hasta los doce años. Luego me cambié en el sector del Bosque Venustiano Carranza, justamente a tres cuadras de donde años más tarde se ubicaría la primera sucursal de El Pinabete.
¿Qué recuerdas de su niñez?
A mí me dejó marcado para bien. Al ser una colonia popular, hay muchas familias disfuncionales, drogadicción. Yo estaba chico y con riesgo de consumir hierba y había tinterillos que probaban resistol 5000 y otras sustancias. Pero desde los ocho años empecé a trabajar.
Le agradezco a mi papá que nos inculcó la cultura del esfuerzo. Mi hermano fue chofer de camión y yo fui el “mosca” ayudándolo y a los 17 años a subir y bajar pasaje. Más tarde me compré mi primer camión, mi hermano ya tenía entonces camiones de transporte de personal.
¿Cómo fue en la Secundaria?
Los tres años de Secundaria trabajé en una gasolinera de la Bravo y calle Once. Estudié la Secundaria en la Federal 1 por ello tuve el sentido de responsabilidad. La formación familiar es la base para que no caigas en nada de vicios. Si me preguntaran, creo que volvería a vivir mi infancia como la viví.
¿Practicó algún deporte?
De chico jugué fútbol. Y cerca de 20 años jugué basketball.
¿Tiene algún pasatiempo?
Me gusta viajar, trato de conocer nuevas culturas y países.
¿Alguna película o género en particular?
Me gustan las películas de drama, no las de terror. Me gustan las películas mexicanas y las gringas. Me gustan los animes. Cuando hay tiempo veo películas y animes. También me gusta leer.
¿Cuál es su visión de la pandemia?
Hay que ser perseverante. En el camino nos toparemos con éxitos y fracasos, pero también es parte de darle sabor a la vida. El que siempre ha sido exitoso y nunca ha tenido fracasos, es complicado.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
La última vez que lloré fue con Kwe, al cerrar este restaurante. Se presentaron varias situaciones, en donde realizó una inversión importante de 250 mil pesos, para acondicionar en el clima. Por una falla eléctrica lo tronó. Lloré por la presión. Sin embargo, se me presentaron oportunidades para resolver el problema. La CFE pagó la garantía de los aparatos dañados.
¿A quién se ancla para mantenerse espiritualmente?
Tengo siempre agradecimiento a Dios. Sin embargo, hace años falleció mi hermano, siempre he llevado sus enseñanzas conmigo, siempre le aprendí mucho. Mi hermano fue el más emprendedor. Lo considero un pilar de la familia, con sus consejos, lo que he crecido ha sido gracias a José Luis, siempre me emociona hablar de él, fue y ha sido un pilar importante.
Lo recordamos siempre y lo queremos. Siempre le pido consejo sobre alguna situación. Me persigno todos los días, pero siempre me encomiendo a él. Hoy estoy cosechando triunfos pero creo que él es el ángel que nos está cuidando. Él fue muy entusiasta en todo lo que emprendió y sé que está satisfecho de lo que hemos logrado.
EGO