La vida lo llevó a estar detrás de una barra de bares de todo México y a conocer la alquimia de insumos mexicanos para bebidas internacionales.
Felipe García, bar tender duranguense, narra que el azar y decidir por la libertad lo llevaron a encontrar su vocación: la coctelería.
Pero también Durango forma parte de la alquimia, pues el mezcal local es de un sabor que combina de innumerables y como barman tuvo que resolver las solicitudes de turistas con una forma de beber con vodka, wiski, ginebra: de ahí nació el mote embajador de Durango y comenzó un libro nuevo de coctelería.
El conocer a clientes principalmente norteamericanos y canadienses que arriba las playas mexicanas y al socializar con ellas. Comenzó en un negocio de amigos argentinos destapando cervezas y de ahí estudio los destinados.
“Fue un click inmediato. Así sucedió con la música, y hay ciertos temas que han llamado mi atención, entonces, viene este punto donde hay interacción con las personas y creo que es muy bonito el llevar la vida acompañado de un soundtrack, si estás en un lugar, y en el casos de los argentinos me doy cuenta de esto porque la música es muy alegre y todos la corean, acompañados de estar tomando y se vuelve una alegría comunal que te empapa”.
Pero también le viene de cuna la celebración y desde la infancia reconoce el sabor del pulque, de la cerveza: prepara desde entonces las bebidas para la abuela.
Habla que los oficios si se llevan profesionalmente tiene alcances importantes para quien lo realiza, y fue donde encontró el viaje por barras de diferentes bares en todo México.
“De una oficina muy seca, donde todo se enfoca en el dinero, todos necesitamos dinero, pero hay formas de obtenerlo. El hecho que la gente estuviera muy clavada en el dinero, y responsabilidades muy fuertes, me gustó el punto donde todo se lo llevan más ligero: en su libertad”.
CALE