Juan Carlos Rojas es un fotoperiodista poblano que siempre está en el lugar de los hechos. En España todo mundo le dice “carnalito”, porque es el único mexicano que siempre saluda usando esa palabra.
Partió de Puebla en busca de aires nuevos y porque su esposa cursó un doctorado en España, pero al finalizar volvieron a México; no obstante, en menos de un mes él decidió volver a esa vida de corresponsal que le ha valido el reconocimiento internacional porque ha registrado diversos fenómenos sociales.
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Raíces en Chalchicomula
Su madre era maestra de Literatura y Español y su padre profesor de Inglés y director de una secundaria, por lo que nació en un hospital para maestros ubicado en Paseo Bravo, en la capital poblana. Al segundo día se fueron a Chalchicomula de Sesma, donde Juan Carlos aprendió la cultura del esfuerzo al lado de sus cinco hermanos, cuyas profesiones varían pues son: poeta, actor, administrador, química y uno es político -confiesa en entrevista para MILENIO Puebla.
Después de probar como taxista, obrero y hasta encargado de clases de Filosofía, un día entró como formador de páginas en un periódico local. Le gustó el ambiente y conoció a Joel Merino, jefe de fotografía en turno. Al ver su trabajo, se ofreció para realizar fotografía, pues creyó que podría hacerlo bien.
“Un 15 de septiembre 1992 salí a hacer mi primera fotografía de prensa. Me fui a la calle y me enamoré perdidamente”, comenta orgulloso pues este 2021 suma 29 años ininterrumpidos en este oficio.
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Cambio de aires y país
Juan Carlos fue ascendido a coordinador de fotografía, pero en 1998 cambió de aires y se fue a España, donde su esposa cursó un doctorado y le animó a acompañarla. Cuenta que su jefe en Puebla le contrató como corresponsal, por lo que tuvo el compromiso de mandar material. Recuerda que mandó la primera entrevista de José Saramago en España, tras recibir el Premio Nobel de literatura en ese año.
“Recuerdo que recién que llegué fui a la embajada a presentar mis cartas y me dicen: ‘no te pueden atender porque hoy dan el Grito de Independencia’. Le pregunté: ‘¿qué necesito para entrar?’ y me dicen: ‘tú pasaporte’, y ese fue mi primer evento. Allí me enteré que montaban una ofrenda floral en una estatua de Miguel Hidalgo. De pronto veo que todos se forman debajo de la estatua y ellos me miraban y yo los miraba, pero llegó una chica, corriendo y me dice: ‘por favor haz una foto, es el primer día del embajador. Si haces las fotos te aseguro que todos los que salen allí te la compran’. Hice la foto. Comencé a tener contacto con la embajada y para no hacerte el cuento largo llegué a ser el fotógrafo de ésta”.
Al ser cuestionado si percibió el cambio en el ámbito profesional, relata: “Fue un cambio muy grande, el periodismo en Europa es distinto al que hacemos en México. El ritmo es mucho más lento, nosotros llegamos y fue como respirar, no teníamos que correr. A mí me parecía que las noticias daban vueltas y vueltas en una semana, era la misma noticia, es que no tienen volcanes que hagan erupción, no tienen huracanes, no tienen terremotos, las diferencias sociales son menores que las de México (...) No hay balaceados, la gente no va armada”.
Juan Carlos recuerda que en España descubrió las oficinas de Notimex en Madrid y se acercó a pedir trabajo, pero le dijeron que no tenían plazas para fotógrafos, solo para redactores. Entonces cuando volvió a México fue a Notimex.
“Cuál fue la sorpresa, que conocían mi trabajo porque la embajada le mandaba las fotos a Presidencia y ellos las rebotaban a Notimex y me dice: ‘mira no hay plaza, así que te tendría que pagar lo mismo que a los fotógrafos de aquí, 20 dólares por foto’. Acepté. Me regresé a España y mandaba todo a México, no a Notimex Madrid. Un día hubo una reunión medio secreta entre los israelitas y los árabes, me colé e hice las fotos, las envié a México y de inmediato le llaman al jefe de Notimex de Madrid y le piden la nota, porque era de primera plana y ellos dicen: ‘no eso no pasó acá’, y le dicen ‘¿cómo no? Si tenemos las fotos, ya me llamó el jefe de Madrid y me pidió coordinarnos’, y así me aceptaron. Desde entonces fui el fotógrafo de Notimex por 16 años”.
Como fotoperiodista vendió material a otras agencias como Reuters y AP, incluso en Notimex llegó a publicar 100 fotos al mes y cuando se dieron cuenta de que le pagaban mucho, le propusieron un acuerdo y se convirtió en el fotógrafo para Europa, pues también es monolingüe.
Platica con orgullo que todos le conocen en Madrid como "El Carnalito", no como Juan Carlos, esto por su forma de saludar.
Por último, se dice orgulloso de haber documentado los fenómenos migratorios, las coberturas como corresponsal y en los últimos años hizo foto deportiva. Ahora lleva seis años de freelancer y por la pandemia la situación se ha tornado difícil pero siempre cuenta con el apoyo incondicional de su esposa y su familia.
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