Mientras una canción de Arjona suena al fondo, una joven pega un post-it en El Muro de los Dolidos, pared dentro del restaurante-bar La Dolida donde los comensales pueden eximir sus penas amorosas dejando mensajes de despecho contra aquellos y aquellas que 'pisotearon' sus corazones.
Este espacio, ubicado en el tercer piso del 530 de avenida Paseo de las Palmas, en la Ciudad de México, pretende no ser visto solo para "echar relajo", sino como "un centro de esparcimiento" que ayude a quien lo visite a salir "liberado, un poquito menos tenso", dice Arturo, uno de los socios del lugar junto a Grupo Gardenia, a MILENIO.
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En la carta, que incluye aproximadamente 40 opciones de antojitos mexicanos, destacan La Incondicional, como se le conoce a la emblemática gordita, y las tortas ahogadas, las tostadas de atún y los sopes de tuétano con chapulines.
"La cocina mexicana tradicional se ha perdido un poco, entonces le pusimos esos toques un poquito exóticos como el chapulín, el tuétano, el chile meco".
También hay coctelería tradicional - ron, mezcal, tequila, entre otros -, pero lo llamativo es la "coctelería insignia", como se refiere Arturo a los tragos que llegan a las mesas en envases de Frutsi, Yakult y Pelón Pelo Rico.
"Todo con la red social tiene que ser 'instagrameable', todos estamos buscando momentos que subir para tener contenido y tener interacción".
El empresario reconoce que el dolor "está de moda", por eso "no somos el único concepto" que se escuda en ese sentimiento. Pero el diferenciador de La Dolida es que "quisimos no hacerlo tan masivo, sino hacerlo un poquito más exclusivo con cena; no nada más venir, tomar y echar relajo; que sea un lugar de charla y reunión, y que luego ser convierta en fiestecita".
Resalta la vista que ofrece el restaurante en su terraza de techo retráctil; al estar en un tercer piso, permite apreciar plenamente la caída del sol a pesar de los edificios que abundan por la zona.
También son fáciles sus vías de acceso, pues en auto es fácil llegar a través de Periférico, Reforma o la avenida Ferrocarril de Cuernavaca, que da al Museo Soumaya. Y a pie, son 15 minutos desde metro Auditorio.
Un lugar que, en la suma de sus cualidades, permite que sus comensales entren rápidamente en confianza y pronto estén cantando y bailando entre sonidos que van de los corridos tumbados al pop mexicano noventero, pasando por los clásicos de Juan Gabriel, Vicente Fernández y Rocio Dúrcal.
"Muchas veces ni una canción o el grito te los saca, pero sí escribirlo, por eso el Muro", afirma Arturo.
Y que quede claro: la fiesta en La Dolida, que va de miércoles a sábado en un horario de 5 de la tarde a 2 de la mañana, no solo es para los cabizbajos, también es para los que cargan sonrisas, porque "el dolor también es felicidad".
hc