Conversamos con Verónica González, arquitecta mexicana cuya experiencia ha destacado en los últimos años gracias a su particular manera de trabajar en la firma VGZ( A ) , la cual fundó en 2003 como un taller boutique en la Ciudad de México.
Egresada de la Universidad Iberoamericana, comparte que percibe la arquitectura como aquello que nos envuelve, nos rodea y nos sostiene. "Es algo muy poderoso, capaz de transformar nuestras vidas. A veces tiene la virtud de desaparecer y a veces es muy protagónica. Para mí es apasionante en todos los ámbitos", señala.
Al terminar sus estudios universitarios, tomó la maestría en Illinois Institute of Technology de Chicago, escuela basada en el modernismo de Mies van der Rohe, donde ganó el Henry Adams Award. Antes de regresar a México, trabajó en el despacho Helpern Architects, donde tuvo oportunidad de colaborar en diversos proyectos en Nueva York, como el diseño para reactivar una secundaria del Lower Manhattan dañada por los efectos de 9/11.
La filosofía que define su trabajo es diseñar a partir del espacio, considerando ubicación, orientación, vistas y funcionamiento. "Me gusta pensar que nuestros proyectos, y digo nuestros porque creo fielmente en el trabajo en equipo, se relacionan íntimamente con el entorno. La conexión entre interior-exterior siempre es un punto importante y el uso de luz natural es nuestro instrumento de diseño más fuerte".
De hecho, por esta razón, el sitio o la ubicación se convierte en su principal influencia. "La naturaleza o 'el sitio', siempre es una gran inspiración; la luz, las texturas... todo lo que existe en nuestro entorno nos inspira a veces sin notarlo", menciona.
En cuanto a personajes que han causado impacto en su trabajo, señala a grandes de la arquitectura, así como a profesores que la enamoraron de y la acercaron más a la disciplina. "En mis primeros trabajos, Jaqueline González fue mi jefa en Miami, y me dio un ejemplo extraordinario.
También cuando di clases en la Ibero compartí el curso con los arquitectos Jorge Calvillo y Raúl de Villafranca, quienes me contagiaron su amor por las soluciones sustentables y la arquitectura responsable con el medio ambiente. Así como todos los trabajadores incansables que colaboran en esta industria y demuestran su amor por los materiales y la mano de obra de calidad".
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Su forma de ver la arquitectura es extraordinaria, pues considera que es apto sólo para perseverantes y apasionados. Al respecto afirma: "El principal reto de esta profesión es no rendirse, lo más difícil es conseguirlo. A veces dan ganas de tirar la toalla; tengo un amigo que dice que al final no quedan necesariamente los talentosos sino los necios, y me encanta, es totalmente cierto". También admite que el género no toma partidos en este caso, la arquitectura es una labor desafiante tanto para hombres, como para mujeres.
Regresar a la escuela, involucrarse más en el mundo del arte, estudiar historia; Verónica sabe que aún hay mucho por hacer para enriquecer su experiencia como arquitecta y mujer. "No necesariamente elegimos el rumbo que toma nuestra profesión, sino que él te elige a ti. Espero pronto trabajar en diseños más abiertos, con mayor impacto social. Por otro lado, el tema de sustentabilidad es algo que abordamos en todos nuestros proyectos pero y quisiera profundizar en este campo", finaliza.