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Romeo Gómez López. “No me invitan a museos porque hago arte queer”

El restaurante Ling Ling se sumó a la Semana del arte de Zona Maco, para apoyar a los artistas emergentes con el joven mexicano y su obra Alcance Eterno

México /

Un paso innovador fue el que dio el restaurante Ling Ling al elegir al artista Romeo Gómez López en la semana del arte de Zona Maco, la feria de arte más importante de México, para fusionar su expresión artística con la gastronomía, en su espacio ubicado en el piso 56 de Av. Paseo de la Reforma 509.

La pieza seleccionada con la que se impulsa esta iniciativa es Alcance eterno, del joven artista Romeo Gómez López, quien ha sido reconocido por su creatividad y originalidad en el mundo del arte contemporáneo.

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El estilo de Gómez López se caracteriza por la experimentación con materiales innovadores y la creación de instalaciones que desafían la percepción del espectador, utilizando materiales singulares para crear experiencias visuales impactantes.

Esta colaboración es parte de un esfuerzo conjunto para promover el talento emergente en el arte contemporáneo. La convocatoria lanzada en enero de 2025, buscaba artistas dispuestos a fusionar su visión creativa con el entorno de uno de los restaurantes más asiduos de Ciudad de México, con una vista espectacular. El ganador, Romeo Gómez López recibió un presupuesto para la producción y exhibición de su obra durante tres meses en el vestíbulo de Ling Ling.

Romeo Gómez López, artista | Araceli López


La propuesta destaca el compromiso de Ling Ling con el arte contemporáneo, y redefine la experiencia del visitante, ofreciendo un maridaje perfecto entre la gastronomía asiática y las expresiones artísticas.

Con más de 14 mil visitantes mensuales, el restaurante se convierte en un escaparate ideal para que el talento joven deje su huella en la escena artística de la ciudad.

Realidades imaginarias

Romeo Gómez López, quien ha tenido la oportunidad de venderle a coleccionistas de Europa y Japón, se asume como un amante de la literatura de la ciencia ficción, por lo que su obra está impregnada de realidades futuras e imaginarias, como la del pulpo, que siempre ha estado presente, desde su primera obra.

Para esta exposición, detalla el artista, quería retomar el pulpo porque le parece un animal enigmático y muy inteligente.

Subraya que, como persona de la comunidad LGBT+, le interesa los dinosaurios, los pájaros, los reptiles, los pulpos y todas aquellas especies que tienen distintas maneras de tener relaciones sexuales.

“El pulpo tiene una manera particular de tener relaciones sexuales: a través de un tentáculo, el macho entra en la nariz de la hembra; se me hace tan importante ver en la naturaleza distintas maneras de relacionarse sexualmente. Es algo que me atrae, porque se vuelven símbolos de una diversidad, tienen roles biológicos pero no de género, el género es algo que nosotros inventamos como humanos, especialmente por el patriarcado para controlar a la sociedad”.

Al joven artista le motivó hacer una pieza que estuviera relacionada con la gastronomía, inspirada en lo asiático, por el tipo de menú de Ling Ling; así concibió esta obra, reflejando al pulpo como un alebrije, que para él es uno de los grandes souvenir mexicano para los extranjeros.

“Creo que lo más importante de una obra, no es lo que yo les diga sobre el material de cada tentáculo (pintura Comex y tirol); cada persona es un tentáculo, cada tentáculo es un cerebro independiente del pulpo que trabaja en el sistema”, explicó.

Romeo Gómez López, artista | Araceli López


¿Qué te llevó a transitar por los caminos del arte?

Me emociona hablar de este tema; vengo de una familia mexicana de clase media muy tradicional: mi mamá es actuaria, por lo que estábamos alejados del mundo del arte, de hecho trabajaba en la Torre de Bancomer, y mi papá es psicólogo y trabajaba en la Secretaría de Educación Pública (SEP). Me empecé a vincular con el arte a partir de mi abuelo que era arquitecto y maestro de la Universidad Anáhuac. Cuando finalizaban las clases llegaba con miles de cosas para dibujar y pintar que eran de muy buena calidad y siempre me decía: “Te traje la pepena”. A mí me encantaba ver además algunas de las maquetas que hacían de la ciudad y yo, con mi imaginación jugaba con esos materiales.

No tenía claro que sería artista, supongo que creía que sería arquitecto, en el último año de prepa entré a una clase de pintura y la maestra me dijo que debería entrar a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. Y así, sin saber, entré a esa escuela; fue un parteaguas en mi vida.

¿Cómo fue tu paso por La Esmeralda?

Fue mi mejor momento en todos los sentidos, era para mí un asilo de locos, como un psiquiátrico en donde todos estamos en los salones pintando y haciendo rarezas increíbles; los maestros son los mejores, a nivel mundial, tienen una perspectiva increíble del arte contemporáneo: los artistas ya no estamos buscando la belleza, sino tratando de decirle al mundo que todos podemos hacer arte.

Después llegué al taller de Damián Ortega, un gran artista mexicano, y tuve la oportunidad de ser su asistente durante cinco años; esa fue mi maestría y doctorado. Estuve además ocho meses en la Academia de Restauración de Escultura en Francia, y me sirvió para aprender sobre resina y silicón. También estuve en la Cineteca Nacional haciendo mi servicio social porque siempre me ha encantado el cine; fue otra maestría.

¿Qué opinas de la censura en el arte, con el caso de Fabián Cháirez?

No debe existir, la censura es de las cosas que más me preocupan. Yo soy tristemente de las personas que es más censuradas porque en mi trabajo están presentes referencias sexuales, hago arte queer con temas homosexuales, y por eso no me invitan a los museos. Lamento que hasta las personas menos conservadoras caigan en estos estigmas impuestos por las instituciones artísticas del país”.


  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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