Al llegar diciembre, estamos acostumbrados a ver cómo las casas, las calles, los arbolitos de Navidad y los nacimientos se llenan de luces y series que los iluminan y llenan de color. Pero, ¿quién inventó las series de luces que tanta ilusión provocan en chicos y grandes?
Entérate del origen y la interesante historia de este elemento indispensable en cualquier celebración navideña.
Muchos de nosotros podríamos pensar que la Navidad, tal como la conocemos, es una celebración muy antigua. Pero la verdad es que la mayor parte de sus elementos tuvieron su origen en el siglo XIX.
Por ejemplo, el primer poema que describe a Santa Claus apareció en 1823 —y las ilustraciones de Thomas Nast que definieron su apariencia vieron la luz en 1862—,; la Canción de Navidad de Charles Dickens se publicó en 1843, y el árbol de Navidad fue introducido en Inglaterra por consorte de la reina Victoria, el príncipe Alberto, que importó de su natal Bavaria el tannembaum o árbol de Navidad.
De Inglaterra, el alegre arbolito navideño pasó a Estados Unidos, y de ahí al mundo enetero. El primer presidente estadunidense que montó un árbol en la Casa Blanca fue Franklin Pierce en 1856; para 1870, uno podía comprar un árbol recién cortado en el Square Park de Washington.
En aquellos entonces, la gente solía adornar sus flamantes árboles con velas encendidas —muy al estilo alemán—, lo cual lucía muy bien, pero constituía un riesgo constante de incendios.
La invención
Por otro lado, otra serie de novedades e invenciones se desarrollaban en Estados Unidos de finales del siglo XIX.
En 1871, el ingeniero Edward Hibberd Johnson, un intrépido joven de Filadelfia que dirigía la Automatic Telegraph Company, contrató a un inventor de 24 años cuyo nombre habría de pasar a la historia: Thomas Alva Edison.
Cuando el joven Edison dejó la compañía de telégrafos para fundar su propia compañía, Johnson lo siguió y se convirtió en el socio que logró convertir sus geniales ideas en dinero.
Para 1880, Edison había patentado la bombilla eléctrica. Pero había un pequeño problema: faltaban algunas décadas para que la energía eléctrica distribuida a través de cableado llegara al público en general.
Dos años después, durante la época navideña, Johnson tuvo una idea millonaria: tomó 80 bombillas de colores azul, rojo y blanco, las conectó en serie con cable eléctrico, las montó alrededor de su árbol de Navidad y las conectó a un generador.
El efecto fue espectacular, tanto que Johnson —que, además de un genio para los negocios, era un excelente publirrelacionista— llamó a un reportero para describir la escena. El invento de Johnson estaba adelantado a su tiempo.
En 1894, el presidente Grover Cleveland fue el primero en montar un árbol navideño con luces eléctrica; para 1914, el precio de una serie navideña era de dos dólares, y en los años 30, la invención de Johnson se encontraba encendida en millones de hogares de todo el mundo.
FM