Por Caro Saracho, autora de Mesa para una
Después de muchos años siendo soltera, me queda claro que el problema con la soltería lo tienen los demás. Las personas que aprendimos a disfrutarnos a nosotros mismos y que no estamos preocupados por encontrar una pareja vivimos felices y tranquilos, con sus altas y sus bajas, pero en paz.
Sin embargo, la sociedad no está preparada para aceptar la soltería como un estilo de vida, sino que sigue percibiéndola como un estado de transición en el que el soltero o soltera en cuestión está triste y amargado.
Tal como lo propone Caro Saracho en Mesa para una, hay una discriminación hacia la soltería, y ésta se manifiesta de muchas formas, desde que es complicadísimo hacer una reservación en un hotel para una sola persona, hasta situaciones más complejas como la idea de que una persona soltera no puede comprometerse con un trabajo o que una empresa puede prescindir de ella porque no tiene familia que mantener.
Y una de las formas en las que nos damos cuenta de esta percepción errónea de la soltería es a través de los comentarios de la gente que nos rodea, que aunque son intencionados, lo que nos dicen es que algo está mal con nosotros, y nos podemos dar cuenta si leemos entre líneas de las 5 preguntas que todo el mundo te hace cuando eres soltera:
1. ¿Y por qué no te has casado?
Lo que te están queriendo preguntar con esto es, ¿qué está mal contigo que ninguno de tus ex novios quiso formalizar la relación? ¿Qué no has hecho bien todos estos años que sigues siendo soltera? Porque en nuestra sociedad, el matrimonio y los hijos son la meta, y si no lo has logrado, es un fracaso, sobre todo si pasas de los 30.
2. ¿Qué vas a hacer cuando seas viejita?
Esta pregunta refuerza la teoría de que los hijos son una garantía para la vida, garantía de que no estarás sola en la vejez y que tendrás alguien que se haga cargo de ti, porque hasta ahora nadie nos ha planteado la posibilidad de que nosotras nos hagamos cargo de nosotras mismas, desde hoy y hasta el día en que nos despidamos de este mundo.
3. ¿Eres lesbiana?
Como si la soltería fuera cuestión de preferencia sexual y no de elección de vida. Algunas personas son más prudentes y te preguntan: ¿y sí te gustan los hombres, o por qué sigues soltera? A lo que cualquier mujer, heterosexual o gay, pone los ojos en blanco. La soltería nada tiene que ver con las preferencias sexuales, y el hecho de ser heterosexual no garantiza al príncipe azul, como el hecho de ser lesbiana no es sinónimo de soltería.
4. ¿Qué sientes de que tu ex se haya casado?
Cuando alguien te hace esta pregunta, lo que en realidad te quiere decir es que tu ex ya triunfó, ya cruzó la meta, ya lo logró. Y tú… pues no.
5. ¿Pero cómo, si ya llevaban muchos años juntos?
Esta pregunta se la pueden hacer a la soltera en cuestión, o a su madre, pero en ambos casos, lo que se lee entre líneas es que toda relación debe culminar en matrimonio e hijos, más si fue duradera, y el hecho de que esto no pase así es indicador de que algo hiciste mal, si después de estar tantos años juntos no lograste cerrar el trato. Al resto del mundo le cuesta trabajo entender que las relaciones se terminan, así hayan pasado 10 años juntos. La gente espera la boda para entender que la relación fue exitosa y cuando no entregamos ese papelito que nos otorga la estrella en la frente, se percibe nuevamente como un fracaso, siendo que las relaciones no tienen un protocolo preestablecido ni el hecho de pasar muchos años juntos garantiza que tenga que funcionar así para siempre.
Todas estas preguntas, vengan de quien vengan, nos ponen a la defensiva porque se emite un juicio de valor sobre nuestras decisiones, y si de por sí la elección de la soltería no es fácil, tener que escuchar a los otros opinar sobre lo que ellos consideran aciertos o fracasos, nos pone de muy mal humor.
La soltería es una elección de vida, es elegirte a ti misma, es no conformarte, es saber lo que mereces, es la seguridad de que no vas a aceptar menos de lo que das y la certeza de que nunca estás sola, porque estás contigo misma.
Estas decisiones no son fáciles, pero entender que no estamos incompletas ni defectuosas nos ayuda a seguirlas tomando, y con suerte, la gente empezará a entender también que sus preguntas, aunque sean bienintencionadas y vengan acompañadas de una preocupación genuina por nuestro bienestar, no ayudan.
Así que a partir de hoy, intentemos no emitir juicios sobre el status amoroso de los demás, y las que estemos solteras digamos #SoySola, y estoy bien.
Si te interesa el tema, puedes leer Mesa para una, que puedes adquirir en Amazon o Gandhi.
rv/ehh