En la sociedad actual, muchas personas han comenzado a considerar a sus mascotas, como perros y gatos, como miembros de su familia, incluso refiriéndose a ellos como “hijos”.
Aunque esto puede parecer extraño o exagerado para algunos, expertos veterinarios respaldan esta tendencia, destacando varios beneficios emocionales y psicológicos.
En MILENIO, platicamos con la Dra. Andrea Bernal, Médica Veterinaria Nutricionista de Maka Recetas quien nos explicó las razones por las que no es malo considerar a nuestras mascotas como “hijos”.
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¿Por qué no es malo considerar a nuestras mascotas como "hijos"?
La humanización de las mascotas
La Dra. Andrea Bernal nos explica que, en la actualidad, existe una clara tendencia hacia la humanización de las mascotas. Este fenómeno no es nuevo, pero ha ganado relevancia en los últimos años.
Los veterinarios, como ella, suelen utilizar estrategias psicológicas para crear un vínculo emocional entre los dueños y sus animales. Llamar “padre” a un dueño de perro es una manera efectiva de generar esta empatía, facilitando así la comunicación y la receptividad a los consejos y cuidados necesarios.
No obstante, la Dra. Bernal también reconoce que algunas personas prefieren términos más tradicionales como “mascota” y que ambas perspectivas son válidas.
Beneficios emocionales y de pertenencia
La Dra. Bernal destaca que llamar “padres” a los dueños de perros no es ni bueno ni malo en términos absolutos, pero generalmente provoca una reacción positiva.
Llamar “mamá” o “papá” a los dueños de perros puede tener efectos positivos significativos, según la Dra. Bernal. Este tipo de lenguaje no solo crea un sentido de pertenencia y cuidado hacia la mascota, sino que también mejora la disposición de los dueños para asumir responsabilidades.
Al percibir a sus perros como parte integral de la familia, los dueños tienden a ser más diligentes en la administración de cuidados, tratamientos y en la prevención de enfermedades. Este vínculo emocional estrecho beneficia tanto al animal como al propietario, promoviendo una relación más saludable y consciente.
Diferentes ideologías y la comunicación veterinaria
Existen diversas formas en que los dueños se refieren a sus mascotas. Algunas personas se llaman a sí mismas “propietarios”, mientras que otras se molestan con este término porque no ven a sus perros como objetos para poseer.
La Dra. Bernal nos recuerda que no todos los dueños de mascotas comparten la misma terminología o perspectivas sobre sus animales. Algunos se consideran “propietarios”, mientras que otros se sienten incómodos con esta etiqueta, prefiriendo términos que reflejen una relación más igualitaria y menos posesiva.
Para los veterinarios, es esencial reconocer y respetar estas diferencias ideológicas, adaptando su comunicación según las preferencias del cliente. Este enfoque personalizado no solo mejora la relación entre el veterinario y el dueño, sino que también facilita una mejor atención y cuidado para el animal.
Humanización con límites
El problema surge cuando se cae en una humanización extrema, donde se olvida la naturaleza y necesidades específicas del animal.
La Dra. Bernal subraya la importancia de mantener un equilibrio en la humanización de las mascotas. Es natural y beneficioso hasta cierto punto, pero es fundamental recordar que los perros tienen necesidades y formas de procesar la información diferentes a las de los humanos.
La humanización extrema puede llevar a malinterpretaciones y a la falta de atención a las necesidades específicas del animal, lo que podría perjudicar su bienestar. Por lo tanto, mientras que humanizar puede fortalecer el vínculo emocional, siempre debe hacerse con conciencia y moderación.
Empatía y equilibrio
La tendencia a humanizar no es exclusiva de las mascotas; es una característica humana histórica y culturalmente arraigada. La Dra. Bernal nos explica que esta inclinación a humanizar nuestro entorno, desde animales hasta elementos de la naturaleza, tiene un propósito evolutivo: crear empatía.
Este proceso nos ayuda a formar vínculos más fuertes y a cuidar mejor de nuestro entorno. Sin embargo, como con todo, es vital mantener un equilibrio. La humanización no debe llevarnos a ignorar las diferencias fundamentales entre humanos y animales.