A dos años de su creación, el Centro de Transferencia Canina del Sistema de Transporte Colectivo (SCT) Metro, ha logrado rescatar 256 perros de las vías de ese transporte, de los cuales 226 han sido adoptados y 30 están en espera de encontrar un hogar.
Acompañada por representantes de organizaciones sociales que protegen a perros, Vanessa Bohórquez López, responsable del área de Cultura del STC, detalló que de esos caninos que esperan ser adoptados, 13 están en rehabilitación.
La funcionaria comentó que la mayoría de los perros rescatados tiene condiciones dramáticas, algunos por tocar la barra guía del Metro y otros por maltrato humano.
El Metro, destacó, es el primero en todo el mundo que dedicó un espacio físico para salvar a los caninos, y esta labor muestra una de las caras no conocidas de este medio de transporte y de sus trabajadores, quienes al terminar su turno dedican varias horas para acondicionar el lugar y apoyar el rescate.
En tanto, Iván Sánchez Salas, de Protección Civil, resaltó que al recibir un reporte se actúa con rapidez, a fin de que los animales rescatados, tanto perros, gatos, zarigüeyas, iguanas y otros, tengan el menor daño posible, pues muchos presentan estado de shock.
Carlos Fernando Esquivel, director general de la Agencia de Atención Animal, reiteró el compromiso del gobierno de la Ciudad de México de salvaguardar la integridad de los animales.
Además, refirió que se promoverá el término “tutela responsable” en lugar de “tenencia responsable”, ya que la ciudadanía tenía la idea errónea respecto a que pagaría un impuesto por tener un animal.
Entre los perros rescatados, a quienes se les bautiza con el nombre de la estación del Metro donde fueron encontrados, está “Lago”, salvado en la estación Lagunilla, quien presenta psicológico; también una perrita llamada “amor”, porque llegó al centro el 14 de febrero, con daño en sus cojinetes.
Autoridades del Sistema de Transporte Colectivo y responsables de organizaciones caninas exhortaron a la población a ser responsables con sus mascotas y no abandonarlos, porque el mayor peligro que enfrentan no es la calle, sino las vías del Metro.
REPL