El viajero contemporáneo está ávido de nuevas experiencias. En los últimos años el turismo enológico está ganando terreno, por el mundo se multiplican las rutas que tienen como objetivo mostrar cómo se hace el vino, en dónde y bajo qué procesos; y para descubrirlo, el sitio ideal en el país se llama: Valle de Guadalupe.
Ubicado en Ensenada, Baja California, es el paraíso vinícola mexicano cuya oferta no solo se reduce a rutas enológicas,ya que las posibilidades se extienden al hospedaje para todos los presupuestos y al placer de la gastronomía, esto gracias a que la zona ha resultado un imán para cocineros nacionales e internacionales, que se destacan por ofrecer maridajes que agasajan los sentidos.
En los últimos 10 años, el crecimiento de El Valle de Guadalupe ha sido directamente proporcional a la exposición del vino mexicano, gracias la conjunción de varios factores, como la organización y compromiso de los productores locales por hacer mejores vinos; la calidad de sus tierras para el cultivo de la vid; un microclima favorable, y la llegada de enólogos expertos de varias partes del mundo que se han dado a la tarea de crear caldos únicos.
La mejor época del año para recorrer los viñedos es de mayo a septiembre, pues el clima es favorable y la mayoría de los propietarios de los viñedos están en casa para vigilar sus cosechas.
Durand Viticultura
Fundada en 2005 por el enólogo chileno José Luis Durand, su objetivo es conseguir la máxima calidad aprovechando las características del suelo arcilloso del Valle, así como su microclima con noches frías e intensos vientos. “El vino logra que esos elementos intangibles se transformen en color y sabor”, asegura sobre las fortalezas de las etiquetas que ha creado en el Valle de Guadalupe.
Durand dice que quienes recorren los viñedos y conocen más sobre los procesos de elaboración del vino quedan seducidos y con ganas de conocer más, experiencia por la que continuamente pasan quienes visitan su vinícola.
Aunque solo recibe grupos de máximo ocho personas y con previa cita, es de los pocos propietarios que se preocupan por fomentar la cultura de la vid y compartir algunos de sus secretos.
Durante el recorrido por la bodega se degustan las creaciones de la casa que elabora blancos, rosados y tintos. Ícaro es su etiqueta más conocida, pero también vale la pena probar Marella, un blanco que captura los sabores del Mediterráneo, y Marella Rosé, fresco y elegante acompañante de pescados, mariscos y pastas.
Hacienda Guadalupe
Aire fresco, hileras de viñedos que seducen la vista y comidas protagonizadas por maridajes perfectos son el plan de visita a la bodega fundada por Daniel Sánchez y la chef Gabriela Melchum. El espacio lo comparten el hotel, el restaurante y los viñedos.
El paisaje campestre se disfruta mejor en una hacienda con todas las comodidades de la vida moderna: tiene 16 habitaciones, jacuzzi, terraza, salones para eventos y un restaurante de especialidades, en el que la chef crea platillos para maridar con los vinos de la casa.
Ostiones, almejas, pulpo y pato reinan en el menú y se sirven con rosados y tintos que destacan sus sabores a la perfección.
Comercializan seis etiquetas, entre las que destaca, El Caporal, una mezcla de uvas nebbiolo, merlot y tempranillo.
Finca La Carrodilla
Fue el primer viñedo de la región en obtener la certificación orgánica. Aquí basan su propuesta en la sustentabilidad agrícola, en donde el cuidado al medio ambiente va de la mano con la elaboración de sus etiquetas.
Fundada por la familia Pérez- Castro, en esta finca se ofrecen recorridos y degustaciones para los visitantes, quienes podrán disfrutar en el jardín del atardecer con una copa de vino en la mano.
Es necesario hacer reservación para acudir; la visita incluye la explicación de la fabricación de sus etiquetas bajo técnicas biodinámicas. La recomendación es el vino Así se va a las estrellas, una mezcla de uvas merlot, cabernet sauvignon y cabernet franc, con notas de fresa, cereza, nueces y chile seco.
Tips viajeros:
Transporte
Desde el aeropuerto de Tijuana se llega con facilidad al Valle de Guadalupe, una vez ahí se puede contactar al UberValle, un servicio de transportación que además de trasladar a los viajeros de una bodega a otra, también los lleva de regreso a Tijuana y Ensenada.
Precauciones
Se recomienda elegir con anticipación el tipo de experiencia que se desea disfrutar, así como hacer las reservaciones para evitar sorpresas. Ropa cómoda, bloqueador solar, lentes de sol y sombrero son compañeros indispensables.