Catedral de la Sal,un templo bajo tierra en Colombia

Viajes

La Catedral de Sal, ubicada en el departamento colombiano de Cundinamarca, es una joya de la arquitectura moderna.

La Catedral de Sal guarda viejas historias de misticismo y devoción (Cortesía).
Marisol Rueda
Ciudad de México /

Construida dentro de la mina de sal de la ciudad de Zipaquirá, La Catedral de Sal guarda viejas historias de misticismo y devoción, y se yergue a 180 metros bajo tierra, a una profundidad que fue dispuesta para el culto, las artes, la cultura y la representación de una importante parte de la historia cristiana. 

Tiene origen en la ferviente fe de los mineros que trabajaron allí y fue diseñada por el arquitecto bogotano Roswell Garavito Pearl, ganador de un concurso convocado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos en 1990. 

A lo largo de sus tres secciones principales –el Viacrucis, la cúpula y las naves de la catedral–, se ven plasmados importantes relatos y escenas bíblicas del cristianismo que vale la pena contemplar. 

Este impresionante templo, fue edificado en un área de 8,500 metros cuadrados y es parte del Parque de la Sal, un complejo en el que se pueden hacer diversas actividades, como senderismo, caminata y canopy. 

El recorrido 

La catedral fue tallada en sal y para construirla fue necesario extraer 250,000 toneladas de este mineral. 

Para iniciar el misterioso paseo, es recomendable llevar zapatos cómodos; tiene una duración aproximada de una hora, la iluminación es tenue y hay algunos descensos. 

En el primer tramo, de 386 metros de longitud y 13 metros de altura, están las 14 estaciones del Viacrucis; cada una de ellas fue esculpida en roca de sal y representan los diferentes momentos vividos por Jesús, desde el momento en el que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura. 

Después de atravesar un túnel, podrás llegar a la cúpula, una hermosa cámara central de 8 metros de diámetro y 11 de altura, que simboliza al mundo y al cosmos; simultáneamente, también a la unión entre la tierra y nuestro planeta y el cielo que la cobija. Desde ahí se puede ver una imponente pieza: la cruz tallada más grande del mundo, que adorna el centro del santuario y mide 16 metros de altura y 10 de ancho. 

La sensación de estar a 180 metros bajo tierra entre paredes, túneles, socavones y bóvedas de sal es única y se enriquece conforme vas avanzando y observas las diversas esculturas sacras de sal y mármol que encuentras a tu paso. Sobre ellas, caen juegos de luces, algo que colabora a acentuar el místico ambiente del templo subterráneo. 

La antigua catedral 

La importancia de la explotación de esta mina se remonta al siglo XIX, pero no fue hasta 1932, cuando al colombiano Luis Ángel Arango se le ocurrió construir una capilla subterránea al ver la devoción que los mineros que trabajaban ahí mostraban a sus santos y vírgenes, a quienes le pedían protegerlos de su peligrosa labor. 

Así, la antigua catedral fue edificada en el segundo nivel y fue inaugurada en 1954. Sin embargo, se cerró en 1992 por fallas estructurales. El diseño del nuevo santuario estuvo a cargo del arquitecto Garavito y fue inaugurada en 1995. Hoy, además de congregar a fieles y turistas de todo el mundo, la catedral alberga eventos culturales y artísticos, además de algunos servicios religiosos.

Consejos

La manera más fácil de llegar 

La Catedral de Sal está a 45 kilómetros de Bogotá. Puedes llegar desde el sistema Transmilenio; los autobuses salen de la terminal Portal norte. El trayecto dura casi una hora y al llegar a la estación de Zipaquirá puedes ir caminando. El horario es de lunes a domingo de 9 am a 5:40 pm.

Qué hacer en sus alrededores

En el Parque de sal hay atracciones como el Museo de la Salmuera, donde se explica el proceso de extracción, saturación y disolución de la roca de sal; o la Ruta del minero, un divertido recorrido con equipo y linterna en mano, ideal para niños desde los seis años.

Disfruta de la Gastronomía 

En la ciudad hay diversos restaurantes. Lo recomendable es probar los platos típicos, como los asados con res, cerdo, pollo, morcilla y longaniza. De postre, no pide una cuajada, que es un queso fresco con salsa dulce hecha de una especie de piloncillo.

Fuera del parque

puedes recorrer a pie las pintorescas calles de Zipaquirá para ver sus edificios de la época colonial.

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