La renovación del afamado hotel Mezzatorre en Italia, parte 1

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Este majestuoso lugar se encuentra en el noroeste de Ischia, sobre una bahía privada, muy cerca de las dos encantadoras ciudades costeras, Lacco Ameno y Forio.

El Hotel Mezzatorre forma parte de Pellicano Hotels, junto con Il Pellicano en la Toscana (Cortesía).
Maria Shollenbarger
Ciudad de México /

¿Podría ser el próximo Capri? Esto se ha convertido en un verdadero tema de conversación aquí en Ischia, una isla en el Golfo de Nápoles, aproximadamente 27 kilómetros, al noroeste de su vecino más pequeño y con más historia.

La respuesta, en una palabra, es no. Ischia es, como señaló recientemente un amigo que vive en Italia desde hace 15 años, uno de esos lugares que a ciertos visitantes estadounidenses o ingleses les gusta pensar que están descubriendo porque no habían oído hablar de él, cuando en realidad para los italianos es algo completamente conocido.

 “Sería como si un italiano viajara a América del Norte y dijera, ‘así que voy a este lugar sobre el que he estado leyendo y que se supone que es realmente auténtico y está fuera del radar llamado… Cancún’”, esa fue su analogía.

Con, aproximadamente 29 kilómetros cuadrados, la isla es aproximadamente cuatro veces más grande que Capri, con un interior montañoso y boscoso roto por salientes irregulares de tobas y que es atravesado por relativamente pocos caminos y senderos.


 Las laderas de su pico más alto, el Monte Epomeo, están aquí y allá esquiladas y cultivadas en viñedos limpios (un puñado de bodegas notables, entre ellas Pietratorcia y Casa D’Ambra, producen vinos blancos con las uvas locales biancolella y forestera).

Hay spas termales que han sido apreciados desde la época romana, y algunos sitios históricos interesantes, como la Villa Arbusto del siglo XVIII en Lacco Ameno, la ciudad más elegante de Ischia. Ischia Ponte, el pequeño pueblo portuario ubicado a la sombra del antiguo Castello Aragonese, se utilizó para filmar las adaptaciones cinematográficas de René Clément y Anthony Minghella de El talentoso señor Ripley (The Talented Mr. Ripley). 

Pero aquellos deseosos de imaginar a Ischia como una gema sin descubrir encontrarán su brillo oculto debajo de algunas facetas poco pulidas.

Los edificios de bloques de cemento y la señalización fea pintan las colinas y los caminos en algunos lugares con el mismo abandono desenfrenado con el que crecen las profusiones de buganvilias. 

Las sillas playeras que recubren las arenas de Maronti se colocan con tanta cercanía como una lata de sardinas, y los cuerpos reclinados en ellas, revestidos con pedacitos microscópicos de Lurex, más bien tienen poco que ver con Capri, corpulentos, zangoloteados, peludos, septuagenarios, a veces todo a la vez.

Hay una escasez de boutiques de Zegna, Valentino y Vuitton, como las que hay en Capri, y una marcada falta de trattorias patrocinadas por Claudia Schiffer.

 Ahora, sin embargo, Marie-Louise Sciò llegó a la isla para renovar y relanzar el Hotel Mezzatorre de 57 habitaciones. Inaugurado el mes pasado, ahora forma parte de su colección de Pellicano Hotels, junto con el famoso Il Pellicano en la península de Monte Argentario en la Toscana y La Posta Vecchia, la antigua casa de J Paul Getty en la costa de Ladispoli, cerca de Roma.

 En los últimos años, Sciò se ha colocado firmemente en ese punto dulce donde se unen la moda, el cine, las artes, la sociedad y el sector del hospedaje (tanto genuinas como supuestas). Lo ha hecho a través de una combinación de eventos exclusivos en el lugar que que se llenan de los contactos que se encuentran su formidable libro de contactos, un talento para el diseño de interiores impactante y la buena suerte de haber heredado de su padre un hotel -Il Pellicano- que vino con un legado narrativo ya hecho. 


El Pelli, como a sus clientes regulares les gusta llamarlo, en su apogeo de la década de 1970 y 1980 fue un nexo de glamour del jet-set, que narró el fotógrafo de la sociedad Slim Aarons. Cuando comenzó a perder su vigencia, Sciò, una graduada de arquitectura de la Escuela de Diseño de Rhode Island, intervino para revivirlo en términos del siglo XXI. 

Ha colaborado en colecciones de boutique con diseñadores que van desde Buccellati a Birkenstock, organizó eventos temporales celebrando el estilo de vida de Pellicano en Bergdorf Goodman en Nueva York y el buque insignia de Matches Fashion en Mayfair, y organizó bailes de etiqueta y “conversaciones” informales al lado del bar en sus hoteles, con personajes como Margherita Missoni, descendiente de la casa de moda italiana. 

Por lo tanto, que haya aterrizado en Ischia es, aunque no totalmente contradictorio, algo sorprendente. Hasta que ves en dónde aterrizó.





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