Peláez, Marchesín y Moisés, un triángulo explosivo

A finales del año 2006, la salida de uno y la llegada de otro, generó una serie desencuentros entre el portero mexicano y el directivo

Pelaéz, Marchesín y Moisés Muñoz (Imago7)
Ciudad de México /

El 2 de diciembre de 2016, el Club América hizo oficial la contratación de Agustín Marchesín como refuerzo Torneo para el Clausura 2017, un fichaje estratégico del entonces presidente deportivo Ricardo Peláez.

La decisión provocó críticas, también distanciamiento y, además, puso contra la pared a varios personajes. Moisés Muñoz era el portero titular por entonces; unos meses atrás se había abierto un debate con Hugo González, pero Ignacio Ambriz no se quiso aventar el papel de darle las gracias a Moi.

En Coapa valoraban de buena manera a Moi, pero veían que su ciclo ya estaba asomándose al final; era una posición que los altos mandos consideraban estratégica, por eso se fijaron en uno de los porteros mejor valorados en ese momento: Marchesín.

Cuando los rumores surgieron, Moisés reveló que habló con Peláez, quien le aseguró no llegaría ningún portero, pero unas semanas después se confirmó ese fichaje. La molestia de Muñoz fue grande; a partir de ahí, se distanció de Peláez y empezó a sondear opciones en el mercado para salir del club, aunque según su versión es que no lo dejaron pelear por el puesto con Marchesín.

En Coapa ya se habían identificado algunos detalles de Moisés, primero su edad (36 años) y otros que no gustaban: los problemas de sobrepeso que llegó a tener o que su rendimiento ya no era el de antes. Cuando Moi vio el estado físico que llegó a tener Hugo González, también se dedicó a mejorar su figura, algo que en el club se preguntaron por qué lo hizo hasta entonces y no antes.

Ricardo La Volpe no quiso ser parte del problema, aunque dicen que Moisés buscó hablar con el Bigotón para saber su percepción, pero el técnico lo capoteó. Todo se dio justo antes de viajar al Mundial de Clubes de Japón y antes de que el equipo asegurará su pase a la Final del Torneo Apertura 2016.

Peláez no se cansó de defender el fichaje de Marchesín, estaba convencido que acababa de contratar un portero para muchos años, su fe en el argentino era la misma que la que tuvo en Moisés, pero ahora Muñoz era el que se sentía traicionado.

La estancia en Japón tuvo su cuota de tensión, por una parte, dicen que Moi confiaba en hacer un buen Mundial de Clubes y en ganar el título para así meter presión, pero no pudo ser; jugó una buena final, pero el título fue para Tigres. Muñoz se fue de América.

Agustín Marchesín llegó y asumió el reto, pero percibió una especie de lucha en contra de su incorporación en una parte del entorno, se cansó de repetir que él no venía a robarle el sitio a nadie.

Pero Peláez arropó al argentino, quien poco a poco fue ganando peso en el vestuario y en la afición. Sus condiciones hablaron por él y el americanismo le adoptó rápidamente. Peláez se fue, Marchesín siguió, el Piojo Herrera llegó y encontró un arquero de garantías y cualquier posibilidad de un regreso para Muñoz se esfumó. La huella de Agustín también fue grande y cargada de títulos.

Ese fue el último episodio de un triangulo amoroso en Coapa, del que solo uno salió sin heridas graves: Agustín Marchesín, porque con el paso del tiempo, Muñoz y Peláez se fueron con raspones, y con algunos resentimientos que en más de tres años no se han olvidado. Mientras Marchesín tuvo una despedida de héroe, se fue vendido y dejó dinero en las arcas del club… sí, la apuesta de Peláez fue acertada.


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