Nadie duda que Ricardo Peláez ha tenido una etapa exitosa como directivo, es una persona que se compromete con los proyectos y suele entregar buenos resultados, le avala lo que hizo en América y en Cruz Azul, siendo las Águilas donde mejores cuentas entregó, un balance muy positivo que derivó en cuatro títulos: dos Ligas y dos Concachampions.
Peláez es un tipo que se implica en los proyectos, sus formas pueden gustar o no, puede caer bien o mal, pero los números no engañan. Mucho se ha llegado a decir que incluso sobrepasa sus funciones y a veces hasta pareciera ser el entrenador… nada comprobado, pero hubo un día que sí buscó mandar indicaciones o sugerencias a la banca, pero éstas no fueron atendidas o escuchadas.
Pasó en Osaka, Japón, en el estadio Nagai, en el primer partido que América disputó contra el Guangzhou de China, en el Mundial de Clubes 2015. Las Águilas se jugaban el pase a la semifinal contra el Barcelona, había mucho optimismo, tanto que el mismo dueño del equipo acudió al estadio acompañado por su esposa y otros directivos de la empresa.
Emilio Azcárraga fue instalado en el palco de directivos, donde departió con directivos de FIFA y del conjunto chino, lucía feliz. Ahí llegó Ricardo Peláez acompañado por Pepe Romano —presidente operativo en ese entonces—, ambos saludaron al jefe y tomaron asiento, juntos.
Primer tiempo de tensión, cero a cero en el marcador, al medio tiempo, cuando los equipos tomaban el camino de los vestuarios, Peláez se levanta, habla con personal que estaba en el banquillo y le hace algunas observaciones para que se las transmita al cuerpo técnico, que entonces era encabezado por Nacho Ambriz, la distancia entre palco al nivel de cancha es un poco considerable, que el mensaje (seguro) no llegó con claridad.
Oribe Peralta marca el gol que pone en ventaja en América; Azcárraga celebra, Peláez y Romano también, como si fuera un respiro, le están cumpliendo al patrón, porque el premio era medirse al Barcelona de Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez, Iniesta…
Los chinos empatan a 10 minutos de que acabe el tiempo regular, Peláez se lleva las manos a la cabeza, es un golpe duro, se levanta, grita hacia la banca, alguien viene a verlo, llevaba minutos pidiendo que entrara Michael Arroyo y tres minutos después el ecuatoriano ingresa al campo, da más indicaciones, pero éstas no son atendidas o escuchadas, está como león enjaulado, Romano solo lo ve, Peláez mira el reloj, queda poco tiempo, pide orden, pero nadie le escucha porque él está en el palco y no en la banca.
Tiempo de compensación, los nervios en la cancha se notan, en el palco más, Ricardo gesticula, pero nadie le presta atención, al menos no los que están en el campo. Tiro de esquina… Moisés falla en la salida, Paulinho remata con la cabeza, América pierde, se esfuma el sueño de jugar contra el Barcelona.
Azcárraga Jean se marcha enfadado, Peláez clava la mirada en el césped, está congelado, había tantas expectativas en ese partido. Ricardo vivió de todo en ese palco. Se encontró con su jefe, celebró un gol, sufrió el empate, no pudo transmitir su ayuda al campo, vio a su capitán encararse y cabecearse con un compañero de equipo, le dieron la vuelta a su equipo… muchos minutos de tensión y un durísimo fracaso en Coapa.