El viento arrecia en la Bella Airosa, es una tarde de junio, el último sábado de este mes que marca la mitad de un año; la competencia del balompié mexicano está en pausa debido a los torneos internacionales que se disputan en el mundo, pero el Huracán resuena de emoción desde antes del medio día, las porras resuenan con el eco que genera el vacío del recinto del futbol, sin embargo decenas de voces hacen pensar que se disputa un partido que semeja a una final por el título del campeonato.
Cientos de fanáticos de los Tuzos de Pachuca comienzan a llegar a las tribunas del Estadio Hidalgo, muchos de ellos de edad avanzada, acompañados de sus familias para observar un encuentro que se denominó como Encuentro de Leyendas, un partido amistoso para conmemorar aquella sufrida victoria que los hidalguenses tuvieron ante Los Cañeros de Zacatepec en la temporada 91-92 del campeonato de segunda división, lo cual además de convertirlos en bicampeones los llevó a ascender a la primera división del balompié mexicano.
En aquel 21 de junio el partido de vuelta de la Final se disputaba en el Estadio Revolución de Pachuca, los Tuzos buscaban recomponerse de un marcador 2-1 que dejaba en ventaja a los Cañeros para acceder al campeonato. En el desarrollo del partido definitivo en la cancha de la casa de los hidalguenses se vivió mucha emoción, pues el el triunfo le sonrió a los Tuzos por 1-0, para empatar el marcador global y forzar los tiempos extras, manteniendo un marcador igualado hasta llegar a los penaltis.
En esta fase se presentó el drama; uno a uno los futbolistas de ambos equipos dispararon al arco anotando, terminando empatados a 5 goles, por ello se siguió la muerte súbita. En esta instancia Jaime Turbo Ríos de los Cañeros disparo y Rolando Superman Soto detuvo el balón. La afición pensó que la Final estaba asegurada e invadió el terreno de juego el triunfo y el ascenso, sin embargo tuvieron que desalojarla porque faltaba el penalti de la victoria y de no anotarse la muerte súbita continuaría. El balón lo tomó Manuel Jefe Padilla, se perfiló y disparó venciendo a Antonio Gómez Luna para concretar el triunfo hidalguense y con ello el ascenso a la primera división.
En esta ocasión los personajes estaban reunidos, pues tanto los ex jugadores Tuzos como los ex Cañeros se vieron las caras nuevamente en la cancha; está vez no fue en el Estadio Revolución, sino en el Hidalgo, sin embargo muchos de los asistentes estaban presentes hace 27 años cuando Pachuca alcanzaba la meta de acceder a primera división.
"Yo estaba en ese partido hace 27 años, sólo cambió la sede; recuerdo esa sufrida victoria en penales, pero recuerdo más los festejos y la celebración", recuerda Jorge Roldán, fanático del balompié que hace 27 años siendo colaborador de un periódico nacional escribió la crónica de aquella victoria de la escuadra hidalguense.
Como Jorge Roldán muchos de los fanáticos de hace 27 años acompañaron al equipo nuevamente en el campo, sólo que con un resultado diferente, pues en esta ocasión los Tuzos de Pachuca lograron conseguir la victoria por un marcador 4-0 sobre los Cañeros de Zacatepec en este Encuentro de Leyendas celebrado en el Huracán.
A 27 años de distancia los Tuzos de Pachuca y los Cañeros de Zacatepec, revivieron la gran Final que ambos protagonizaron en 1992, Sergio Violante, Efrén Meza, José Luís Calaca González, Alejandro Tejada Murbatiain, Rolando Soto, Orlando Capi Segura, integrantes de ese equipo del Pachuca saltaron a la cancha para revivir su momento de gloria. Los goles en este partido amistoso fueron cortesía de Ángel Castañeda, José Luis González quien se adjudicó un doblete, y Juan Lino.
Sin afán de ninguna cosa, más que reunirse y jugar futbol, los jugadores de Pachuca hicieron contacto con los elementos de Zacatepec y accedieron a este reencuentro donde por supuesto se vicio el buen futbol y el recuerdo de ese hecho que llenó de alegría a la afición de Pachuca, aunque no así a la de Zacatepec, pero el futbol es así; pero al Final los presentes reconocieron el esfuerzo de ambos equipos que 27 años después dieron su máximo esfuerzo en el césped.
Así como hace más de dos décadas los presentes despidieron a los jugadores con una ovación así como un sin fin de aplausos, pues en el campo dejaron el alma y corazón, la pasión que en lugar de verse apagada por más de 27 años se avivo aún más; al igual que en el campo en la tribuna la pasión no se apago y la ovación se mantuvo mientras los jugadores abandonaban el campo, una vez más como ganadores.
LSPM