Año 2003, los Pumas que eran dirigidos por Hugo Sánchez juegan la Copa Libertadores, con las uñas y por un gol de diferencia, los universitarios avanzan a los octavos de final. Ahí se enfrentan al Cobreloa de Chile. El juego de ida se celebra el 24 de abril en el estadio Olímpico, Universidad pierde el juego de ida por 0-1, ese día, la delantera auriazul se estrelló con un jugador llamado Darío Anastacio Verón Maldonado.
Ese futbolista por entonces tenía 23 años y cuando entró y vio el estadio Olímpico de noche y con la afición universitaria alentando en Pebetero y Palomar, quedó maravillado. Esa noche Verón vio la tarjeta roja al minuto 84 por un altercado con un par de jugadores felinos, rumbo al vestidor volteó a ver el inmueble, lleno a reventar y fue ahí donde le pasó por la cabeza la idea de volver a jugar en ese campo.
Darío no pudo jugar el juego de vuelta, pero ya había hecho su tarea, su rendimiento en el juego de ida convencieron a la directiva universitaria —entonces comandada por Arturo Elías Ayub— de ficharle a petición expresa de Hugo Sánchez. En Chile se dio el primer sondeo, cuando Darío se enteró del interés de inmediato dijo que sí, no podía creer que estaba muy cerca de volver a ese campo que lo había cautivado.
Su primer partido en México fue contra el América en el Apertura 2003 y su primer gol, también fue contra las Águilas en CU, otro partido por la noche. El comienzo de un romance que duró toda su carrera deportiva en México, porque a Pumas, Darío le dio sus mejores años y su fidelidad absoluta, esa que incluso no llegaron a tener jugadores surgidos de La Cantera. Fue, con mucho, el mejor extranjero que había llegado a CU en los últimos 20 años.
Darío Verón fue multicampeón con Universidad, se convirtió en un general para los distintos entrenadores que le dirigieron, y los distintos directivos que trataron con él se dieron cuenta que era un tipo comprometido, que sentía los colores y que ejercía liderazgo.
Arturo Elías Ayub y Víctor Mahbub fueron los presidentes que más ofertas llegaron a recibir por Darío, porque con ellos vivió sus mejores años, cuando el paraguayo estaba en plena madurez, era seleccionado por su país y uno de los jugadores más rentables.
En más de una ocasión Elías Ayub y Mahbub escucharon un rotundo “no quiero, no me interesa, yo quiero estar aquí y seguir ganando cosas aquí”. Esa era la respuesta que Verón trasladaba a la directiva.
Cuentan que los directivos universitarios, incluso permitieron que directivas de otros equipos hablaran directamente con el jugador para tratar de que le convencieran con sus ofrecimientos, pero todos fracasaron en su intento.
América y Cruz Azul, fueron dos clubes que pujaron mucho por hacerse con sus servicios, tanto los americanistas como los cementeros lo sondearon de forma directa y con emisarios, pero siempre se quedaron con las manos vacías.
Darío era poco afable con la prensa, pero tenía sus momentos, en alguna charla informal, le cuestionaron por qué no había aceptado las ofertas que tenía y que —seguramente eran mejores que la de Pumas— y su respuesta era la de un jugador que quedó cautivado por aquella noche de 2003.
Su discurso fue más o menos así: “ustedes no lo entienden, yo sé que muchos quisieran irse y ganar eso que pagan en América y Cruz Azul, pero a mí no me interesa, aquí la gente me quiere, me respetan y no me gusta como son allá, aquí no me falta nada”.
Uno de los últimos directivos que sondeó su fichaje fue Alberto Quintano, cuando era director deportivo de La Máquina y en diciembre de 2010, habló con Mario Trejo, director deportivo de Pumas.
Cuentan que Mario Trejo lo habló con Víctor Mahbub y ambos vieron que era factible darle la salida a Darío, quien ya rondaba los 30 años y podía dejar muy buenos ingresos. La respuesta fue la misma de siempre tanto a Quintano como a Trejo… seis meses después, Darío levantó su cuarto título de Liga.
El 20 de noviembre de 2015, Verón fue a una conferencia de prensa, previa a un partido contra América y ahí dijo públicamente lo que siempre contaba en corto.
“Yo hice carrera acá, llegué a los 23 años. Pumas para mí es todo… cuando pisé CU, la cancha el estadio, la gente, cuando vi un estadio lleno me motivó bastante y casi lloré de alegría, terminé el partido y sabía que iba a estar en Pumas. Sí, América me quiso, pero también tuve ofertas y nunca quise salir, por dinero no cambio, no salgo, y estoy acá contento por eso, porque la gente lo reconoce”, dijo aquella vez.
América, Cruz Azul, Tigres, Monterrey, Pachuca, Toluca, fueron algunos de los equipos que tocaron la puerta de Verón. Quizá las directivas de Pumas hicieron una mueca de insatisfacción por ver cómo se les iba de las manos un gran negocio por la negativa de Darío a salir de Universidad. Alguna vez llegó a comentar en corto que eso tampoco le importaba. “A lo mejor ellos no quieren a Pumas como yo”.