La advertencia de Verón y la humillación de un canterano a Luis García en Pumas

El delantero español había llegado como refuerzo de lujo a Universidad, pero muy pronto tuvo desencuentros que empezaron a marcar su estancia en CU

Luis García, Alejandro Palacios y Darío Verón en Pumas (Imago7)
Ciudad de México /

En el 2011, Luis Javier García Sanz llegó a México para jugar con Puebla, fue uno de los fichajes que más llamaron la atención, un jugador surgido de La Masía, que había pasado por el Barcelona, el Atlético de Madrid y que había ganado la Champions con el Liverpool le convertían en uno de los futbolistas extranjeros más atractivos.

Con La Franja, el español jugó 33 partidos y marcó 13 goles, fue titular en 32 encuentros, repartiendo detalles de su calidad incuestionable. Se cotizó de inmediato y Pumas le echó el ojo. Cuando el ingeniero Jorge Borja Navarrete llegó a la presidencia del Patronato del Club Universidad, buscó dar un golpe sobre la mesa que le dejara bien con todos los sectores.

Borja fichó jugadores de renombre, como Emanuel Villa, Martín Romagnoli y Luis García. Parecían unos Pumas galácticos al mando de Joaquín del Olmo. El español de inmediato se convirtió en el foco de atención mediática y dentro del vestuario, donde los más jóvenes le veía con cierta admiración por su curriculum, pero desde los primeros días, Lucho sintió el rigor.

En aquellos días, el capitán Darío Verón fue el primero en marcar las diferencias, cuentan que el paraguayo se acercó con el español para decirle que en Universidad todos debían “partirse la madre”, que si los de mayor tiempo en el equipo lo hacían él no sería la excepción. En pocas palabras, Darío le marcó la línea de mando y jerarquía que había en el equipo y de la que él era el cabecilla.

El proyecto de Del Olmo colapsó muy pronto. Con Joaquín, Lucho apenas y vio minutos, el justificante era que iba tomando la forma física y recuperándose de algunas molestias físicas. Con Mario Carrillo tampoco tuvo mejor suerte, pues una lesión que lo dejó fuera cinco jornadas en el Apertura 2012 y cuando regresó ya el técnico era Antonio Torres Servín.

Torres Servín se mantuvo en el cargo arropado por la directiva que le pidió le diera más protagonismo a Lucho, el asunto es que el nuevo entrenador tampoco veía un cambio de actitud en Luis García y para esas alturas ya había caído de la gracia de muchos de sus compañeros, incluidos los más jóvenes.

Cuentan que un par de meses después de su llegada a Universidad, en un entrenamiento en la Cancha Dos, Lucho pedía la pelota al pie, un futbolista joven le filtró la pelota al hueco y el español volteó y lo reprendió con algo más o menos así: “eh, a mí al pie que yo reparto”. El joven ni se inmutó, siguió a lo suyo, el mismo joven recuperó la pelota que Lucho perdió y de nuevo, pase filtrado, porque era el hueco justo para que Luis corriera, pero no lo hizo y de nuevo su molestia. “Joder, que a mí me la des al pie…” y ahora sí encontró una respuesta de un joven canterano que no se fijó en galones: “también corre por ella cabrón”. Palabras que fueron aplaudidas por el resto de sus compañeros.

El paso de Luis García no fue nada positivo, fue un castillo de ilusión que se derrumbó muy pronto, pero encontrarle salida no era fácil porque era uno de los mejor pagados y hacerlo también era reconocer un fracaso en la política de fichajes de la nueva directiva. Sus compañeros lo veían como “un agrandado”, convivía poco con el grupo y puso de moda salir por una puerta alterna al final de los partidos de local para no pasar por la zona mixta y tampoco regresar al hotel con sus compañeros, pero el acabose llegó.

García Aspe se fue junto con Roberto Medina en el Apertura 2013, los dos valedores de Lucho en la directiva ya no estaban más. En la Jornada 8 de ese torneo, Pumas recibió a América, las Águilas los golearon 1-4. Pasada la media hora, los de Coapa ganaban 0-2 y Torres Servín retiró a Lucho del campo.

El español salió, pero le dio de patadas a la banca y le gritó de todo al entrenador, fueron Alfredo Saldívar y el auxiliar Alejandro Pérez los que lo calmaron, Pérez recorriendo la banca y pegándole también un regaño, Lucho estuvo unos segundos y después se fue al vestidor, se bañó y se marchó a su casa.

Su esposa que estaba en el palco, también tuvo un altercado con la esposa de Torres Servín, gritos que se calmaron y la mujer de Lucho fue a esperarlo para retirarse juntos del inmueble. Esa derrota le costó el puesto a Torres Servín, quien dejó el cargo para que lo tomase José Luis Trejo, pero esa actitud también fue la puerta de salida para García Sanz, quien había faltado a los códigos internos y al final del torneo el entonces vicepresidente deportivo, Mario Trejo, se lo dejó claro justo al final del último partido.

“Él no va a continuar con nosotros y así se lo hice saber, con esa claridad. Hablé con su representante”, dijo Trejo. Y así paso, el ciclo de Luis García acabó con Universidad y fue pura anécdota y una decepción.


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