Llegó el momento del debut. Javier Aguirre se presenta por tercera ocasión como seleccionador nacional, lo hace en un par de amistosos en los que empieza su gestión de cara al Mundial de 2026 en el que tendrá como obligación lograr la mejor actuación en la historia del conjunto Tricolor, porque será anfitrión en dos países y -quizá- la selección que más aficionados congregue en sus juegos.
El Vasco ha vuelto a llegar como bombero, esa es la realidad, porque se ha vuelto a recurrir a su experiencia ante la falta de resultados y porque el equipo que comandó Jaime Lozano fue perdiendo una identidad futbolística. La FMF apela al largo recorrido que tiene en Europa y a que su nombre genera respeto entre el futbolista mexicano.
La única diferencia con las dos etapas anteriores en las que el Vasco fue requerido por la Selección Nacional, es que ahora no tiene que rescatar la eliminatoria mundialista, no existe esa premura; sin embargo, el momento futbolístico del equipo nacional es igual o más complicado que en el pasado, porque este equipo, a priori, carece de una identidad y de futbolistas que tengan un peso concreto en el conjunto mexicano. Javier tendrá que empezar a construir una selección en lo futbolístico y en lo moral, una que vuelva a generar ilusión en México y en Estados Unidos.
Mochila llena
Sí, Javier vuelve como un entrenador mucho más maduro que en 2001 y que en 2009. La mochila que trae en la espalda está llena de experiencia, ha madurado sobre manera curtiéndose en una de las ligas más competitivas.
Nadie duda que tiene la experiencia para construir un equipo, que su palabra y manejo del vestidor serán casi impecables. Es en lo futbolístico donde hoy tendrá una mayor tarea, porque la materia prima con la que dispone, ha demostrado en los últimos torneos que no tiene la misma madera que la de antaño; de entrada, la jerarquía de futbolistas que él manejó en el pasado no se vislumbra en el equipo actual.
Desde su primera convocatoria para el partido contra Nueva Zelanda de este sábado, la construcción de la selección de Javier Aguirre ha empezado con miras al Mundial de 2026. Aunque los tiempos actuales no son los mejores en el plano deportivo, queda poco más de un año y medio para ir edificando un equipo que termine con una idea futbolística, seguro que Javier le dará su sello de identidad, con Rafael Márquez como auxiliar y con el resto de su cuerpo técnico, cuentan con la experiencia europea que le servirá al conjunto a crecer en todos los aspectos, así como a los futbolistas, quienes también deberán poner de su parte, pues la responsabilidad de salir del trance es colectiva.
Dos juegos más
Javier Aguirre se dice emocionado por dirigir un Mundial en casa, en su cabeza habita el recuerdo de México 1986, pero también aquellas derrotas frente a Estados Unidos y Argentina, una mezcla de añoranzas que -seguro- le generan un reto personal por revivir lo de 1986 y por sanar aquellas heridas lacerantes de 2002 y 2010. Con el nuevo formato de la Copa del Mundo, el quinto partido ya no es la barrera que se ve como tierra prometida. Ahora los cuartos de final se alcanzarán hasta el sexto partido, lograrlo y trascender es la misión, hacerlo será enterrar los fantasmas personales, grupales y generacionales de los últimos 40 años.
AVV