La vida es una ruleta rusa. En sus horas más complejas, Hiram Mier tuvo que abandonar Monterrey, dejar Rayados, el club que lo formó como profesional, para probar fortuna en otro escenario. Querétaro asomó cuando el central requería de un equipo de Primera División para seguir su trayectoria. Hace casi dos años, a inicios del 2017, el zaguero recaló en La Corregidora, para ganarse un puesto, mismo que ha lucido como nunca este Apertura 2018.
Mier, un talento a la baja, que completó diferentes procesos de selecciones juveniles en tiempos pasados, vivió de todo. Lesiones, bajas de nivel, desconfianza de parte de ciertos entrenadores, la tónica de su estancia en Monterrey, al menos en los años más recientes. Su carrera pasó de brillante e incipiente, a estancada y compleja.
A sus 29 años, la recompensa que tanto buscaba desde que comenzó a destacar, comienza a llegar. A lo largo del vigente semestre, Mier ha sido bastión de la defensa queretana, liderando a un equipo rejuvenecido desde el banquillo con Rafael Puente del Río. “Es un gran futbolista, un chico con bastantes condiciones, futbolísticas y mentales. Destaca prácticamente en todo”, advirtió el responsable de la dirección técnica.
Además, como parte de esta recompensa, Ricardo Ferretti decidió incluir a Mier de última hora para la selección mexicana. Con bajas como las de Guillermo Ochoa, Miguel Layún y Raúl Jiménez, que volverán a sus clubes europeos, el Tuca requirió de incrementar su lista y puso la mira en la capacidad de Hiram, al que seguramente probará contra Argentina. El central podría complementar la zaga. No deja de ser una oportunidad.
Una vieja debacle
Después de la medalla olímpica del 2012, Hiram Mier se convirtió en una pieza inamovible de José Manuel de la Torre, entonces entrenador de la selección nacional. El central presenció la crisis y debacle del entrenador, los fracasos consumados y con ellos, padeció que se cortara el proceso del Chepo.