Ser reconocido como el gigante del área por parte de los rivales, otorga cierto sentido de protagonismo al que no se le puede huir. La propia Selección Mexicana de Futbol ha sabido existir con dicho sobrenombre en todas sus categorías siempre que llega una competencia en Norteamérica, y la Sub 23 de Jaime Lozano no es la excepción.
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El protagonismo se traslada también al terreno de juego. Los rivales de México suelen cederle la iniciativa y para poder superarlos, además de la calidad individual, se necesita de un modelo de juego y un sistema que permita abrirse paso por rivales replegados que suelen esperar el contraataque.
Lozano encontró dicho escenario en el Preolímpico de la Concacaf. Tuvo que asumir el rol de favorito dentro y fuera de la cancha. Dentro de la explicación que el propio Jaime tiene sobre su modelo de juego, se incluye el parado inicial y las intenciones que se mantienen durante todo el encuentro.
“Nosotros empezamos 4-3-3 porque es una estructura que nos permite mucho tener la pelota, generar triangulaciones, rombos dentro de las posiciones. Hay mucha movilidad, mucha rotación, distintos tipos de apoyo, queremos siempre salir con la pelota lo más claramente posible desde atrás”, comentó el técnico de la selección que estará en los Juegos Olímpicos de Tokio.
La primera pieza fundamental en el esquema de ‘Jimmy’ fue el capitán del equipo, Erick Aguirre. El canterano de Pachuca jugó un papel trascendental en el otro esquema que presentó Lozano durante el Preolímpico: el 4-2-3-1. Ese cambio genera mayor solidez en el medio campo gracias a los dos pivotes, pero en ocasiones provocó menor profundidad y amplitud con los extremos.
Aguirre fue el lateral izquierdo en el 4-3-3 y uno de los pivotes en el 4-2-3-1. Esa fue otra de las características de la plantilla de Jaime: la plurifuncionalidad de sus jugadores. Jesús Angulo, Alexis Vega y Roberto Alvarado fueron otros futbolistas que se ubicaron en distintas posiciones y funciones. El equipo de Lozano demostró ser capaz de adaptarse a las circunstancias del partido y de acuerdo a los jugadores que están en el terreno de juego.
Otra virtud del Tri Preolímpico fue la complementariedad de sus tres centrocampistas: Esquivel, Carlos Rodríguez y Sebastián Córdova. Charly ayudaba a juntar el equipo a través del pase y era uno de los principales lanzadores al espacio, donde muchas veces encontró a Uriel Antuna. Por otro lado, el futbolista del América, máximo goleador del equipo en la competencia, era la creatividad que se necesita para jugar cerca de los atacantes.
Después adelante México encontró a un Alexis Vega en estado de gracia, que ante la baja de Macías en los primeros partidos, se ubicó como un falso nueve. Es decir, como un centro delantero que constantemente bajaba a participar en el traslado del balón.
Jaime Lozano tendrá que pensar en refuerzos. Por lo mostrado en el Preolímpico, serán jugadores que puedan rendir en dos posiciones o que aporten el desequilibrio que en ocasiones solo encontraba por una banda. Las opciones parecen ser claras, y el Jimmy se ha ganado el derecho a sacar la lámpara y pedir sus tres deseos.
Refuerzos que encajan
Luis Romo
El jugador del Cruz Azul ha jugado como central, mediocentro, interior y mediapunta. Ideal en cualquier esquema y para mejorar cualquier posición.
Hirving Lozano
El futbolista más desequilibrante que tiene México. Serviría para fijar a los laterales contrarios y encontrar desequilibrio por cualquier banda.
Raul Jiménez
Aunque su recuperación genera incertidumbre, lo que más necesitará Jiménez será ritmo. En los Juegos Olímpicos pudiera encontrarlo y es una pieza ideal para el juego asociativo de Lozano.
Un arquero
Sea Alfredo Talavera o Guillermo Ochoa, tras la lesión de Ángel Malagón, Lozano pudiera buscar un portero para tener asegurada la posición en caso de que se diera una situación similar.
SRN