Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, abrió este jueves formalmente la competencia electoral por la presidencia de Argentina.
Rodríguez Larreta, quien pertenece a la coalición Juntos por el Cambio, es uno de los principales opositores del presidente Alberto Fernández.
“No se trata de ser presidente, yo quiero ser buen presidente y juntos terminar con el odio e iniciar el camino de la transformación que la Argentina necesita”, dijo el alcalde en un video de dos minutos que difundió en las redes sociales.
Rodríguez Larreta, se anticipó a varios contendientes de su mismo espacio e incluso al partido vigente que aún debate si apoyar la reelección del presidente Alberto Fernández o buscar una nueva opción.
El lanzamiento no se grabó en la capital sino en la sureña provincia de Santa Cruz, donde surgió el kirchnerismo, la corriente de centroizquierda del peronismo gobernante que lidera la ex presidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández.
Rodríguez Larreta se presentó como un candidato decidido a terminar con la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo que ha marcado las últimas dos décadas de la política argentina.
“O terminamos con la grieta o la grieta termina con la Argentina”, sostuvo el alcalde capitalino.
Sin nombrarlos, Rodríguez Larreta se refirió a la ex presidenta Cristina Fernández, que gobernó desde 2007 a 2015 y a otros dirigentes opositores de su propio espacio que también aspiran a la presidencia.
“Los argentinos queremos ya iniciar el camino para vivir mejor. La pregunta del millón es si estamos dispuestos a hacer las transformaciones que se necesitan. Yo sí”, enfatizó.
Todos los precandidatos están obligados a participar de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) previstas para agosto. Según la ley electoral, deben obtener un mínimo de 1,5% de los votos para competir en las elecciones generales de octubre.
El próximo presidente argentino tendrá que lidiar con una inflación descontrolada que alcanzó un 94,8% en 2022, una deuda externa astronómica y la falta de divisas, con el condicionante de una pobreza cercana al 50% que condiciona cualquier plan de ajuste.
aag