Un tribunal italiano volvió a condenar el miércoles a Amanda Knox por calumnias, una acusación que se mantuvo incluso después de haber sido exonerada del brutal asesinato de su compañera de piso británica en 2007, cuando ambas eran estudiantes de intercambio en Italia.
La corte dictaminó que Knox acusó erróneamente del asesinato a un hombre inocente, el propietario congoleño de un bar en el que trabajaba a tiempo parcial. Pero no entrará en prisión ya que la sentencia de tres años se convalida con el tiempo que ya pasó entre rejas. Knox no mostró ninguna emoción durante la lectura del veredicto.
Antes, con una voz suave y a veces entrecortada, Knox había declarado que acusó Patrick Lumumba debido a la intensa presión de la policía durante un interrogatorio nocturno en el que no tuvo acceso a un abogado ni a un traductor competente.
“Siento mucho no haber sido lo suficientemente fuerte para resistir la presión de la policía", dijo Knox en una declaración preparada de nueve minutos. “No sabía quién era el asesino. No tenía forma de saberlo".
El asesinato de Meredith Kercher, de 21 años, en la idílica ciudad de montaña de Perugia saltó a los titulares de todo el mundo cuando las sospechas recayeron en Knox, una estudiante de intercambio de Seattle de 20 años, y en su novio italiano desde hacía apenas una semana, Raffaele Sollecito.
Los veredictos contradictorios a lo largo de los casi ocho años de proceso judicial polarizaron a quienes lo seguían desde ambos lados del Atlántico, mientras el caso se discutía en las entonces incipientes redes sociales.
En un indicio del fervor que sigue rodeando al caso, los fotógrafos se arremolinaron en torno a Knox, su esposo, Christopher Robinson, y su equipo legal a su llegada al tribunal alrededor de una hora antes del inicio de la vista. Una cámara la golpeó en la sien izquierda, según su abogado, Luca Luparia Donati. El esposo de Knox le examinó el pequeño bulto en la cabeza mientras estaban sentados en la primera fila de la sala.
Tras todos estos años, y a pesar de su exoneración y la condena de un marfileño cuyas huellas y ADN fueron encontrados en la escena del crimen, las dudas sobre el papel de Knox persisten, especialmente en Italia. Esto se debe en parte a la acusación contra Lumumba, que la llevó a ser declarada culpable de difamación.
Knox, que ahora tiene 36 años y es madre de dos niños pequeños, regresa a Italia por segunda vez desde que quedó libre en octubre de 2011, tras cuatro en prisión, luego de que un tribunal de apelaciones de Perugia revirtió un veredicto inicial de culpabilidad en el caso de asesinato contra Knox y Sollecito.
Se quedó en Estados Unidos durante dos veredictos más, antes de que el alto tribunal italiano absolviera definitivamente a la pareja del asesinato en marzo de 2015, declarando de manera rotunda que no habían cometido el crimen.
“Entraré en la misma sala en la que fui condenada de nuevo por un crimen que no cometí, esta vez para defenderme una vez más”, escribió Knox en redes sociales. “Espero limpiar mi nombre de una vez por todas de los falsos cargos contra mí. Deséenme suerte”.
La vuelta de Knox a los tribunales fue posible por una sentencia de una corte europea que dictaminó que Italia violó sus derechos humanos durante una larga noche de interrogatorios días después del asesinato de Kercher, cuando no tuvo ni abogado ni un traductor competente.
En otoño, la Corte Suprema de Casación italiana anuló la condena por calumnias que se había mantenido durante cinco juicios y ordenó repetir el juicio gracias a una reforma judicial realizada en el país en 2022 que permite reabrir los casos en lo que se ha dictado un veredicto definitivo si se constatan violaciones de los derechos humanos.
JCM