Amenaza rusa al acuerdo de grano con Ucrania aumenta el temor por seguridad alimentaria global

El acuerdo ha ayudado a reducir los precios globales de alimentos básicos como el trigo, que habían alcanzado cifras récord tras la invasión rusa

Varias cosechadoras recogen trigo en la localidad de Zghurivka, Ucrania | AP
LONDRES /

Hay una creciente preocupación de que Rusia no amplíe el acuerdo mediado por Naciones Unidas que permite que el grano de Ucrania siga llegando a zonas del mundo que sufren hambre. Ya no hay barcos que se dirijan a los puertos ucranianos del Mar Negro, y las exportaciones de comida se han reducido a un goteo.

Turquía y la ONU negociaron el histórico acuerdo el verano pasado para aliviar una crisis alimentaria global, junto con un acuerdo separado con Rusia para facilitar los envíos de sus alimentos y fertilizantes. Moscú insiste en que sus exportaciones aún encuentran trabas, aunque los datos muestran que sus exportaciones de trigo han batido récords.

Las autoridades rusas han reiterado que no hay motivo para ampliar la Iniciativa de Grano del Mar Negro, que tendría que renovarse el lunes por cuarta vez. Es algo con lo que han amenazado antes, y en dos ocasiones han ampliado el pacto por dos meses en lugar de los cuatro meses contemplados en el texto.

La ONU y otras agencias tratan de mantener intacto el frágil pacto. Ucrania y Rusia son importantes proveedores de trigo, cebada, aceite vegetal y otros productos alimentarios de los que dependen países en África, Oriente Medio y partes de Asia. El acuerdo ha permitido a Ucrania enviar 32,8 millones de toneladas de grano, más de la mitad a países en desarrollo.

El acuerdo ha ayudado a reducir los precios globales de alimentos básicos como el trigo, que habían alcanzado cifras récord tras la invasión rusa del año pasado. Sin embargo, ese alivio no ha llegado hasta las cuentas de los hogares.

Si Rusia abandona el acuerdo, se cortaría una fuente de comida para la ayuda del Programa Mundial de Alimentos a países en riesgo de hambruna, como Somalia, Etiopía y Afganistán, y aumentarían los problemas de seguridad alimentaria en lugares vulnerables afectados por conflictos, crisis económicas y sequías.

“Rusia recibe mucha buena voluntad del público por mantener este acuerdo”, señaló Joseph Glauber, investigador destacado del Instituto de Investigación de Política Alimentaria Internacional. “Creo que en lo que respecta a Rusia, tendría que pagar un precio en cuanto a imagen pública y buena voluntad global” si no se amplía el acuerdo, apuntó.

La cantidad de grano que sale de Ucrania ya se ha reducido, y se ha acusado a Rusia de ralentizar las inspecciones conjuntas de barcos con funcionarios rusos, ucranianos, turcos y de la ONU, y de negarse a permitir que más barcos se sumen al programa.

La media de inspecciones diarias, que pretenden garantizar que los buques sólo llevan comida, y no armas que puedan ayudar a cualquier bando, han caído desde el máximo de 11 en octubre a apenas dos en junio.

Eso ha reducido las exportaciones de grano, del máximo de 4,3 millones de toneladas en octubre a 1,3 millones en mayo, la cifra más baja en el año de funcionamiento del mecanismo. En junio subieron a 2 millones, cuando aumentó el tamaño de los cargamentos.

Si no se amplía el acuerdo, “los países que dependían de Ucrania para sus importaciones van a tener que buscar otras fuentes de importaciones, muy probablemente Rusia, que es algo que imagino que pretendía Rusia”, dijo Caitlin Welsh, directora del Programa de Seguridad Alimentaria y de Agua Global en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

FR 

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