Entre casas de campañas y con lo exacto para sobrevivir, alrededor de 240 solicitantes de asilo originarios del Congo, Venezuela y Angola, acampan cerca de Kent, Seattle con la esperanza de que las autoridades estadunidenses les den asilo en el motel del costado.
Entre ellos, Kabongo Kambila Ringo permanecía afuera de la tienda de campaña en la que ha estado quedándose con su esposa embarazada y comía de una charola de plástico transparente que tenía galletas de las niñas exploradoras derritiéndose bajo el sol de mediodía.
Ringo era uno de los solicitantes de asilo que acampaban en un solar cubierto de hierba junto a una carretera al sur de Seattle, preguntándose si la policía cumpliría sus amenazas de arrestarlos por invasión de propiedad y con esperanzas de que las autoridades les permitan mudarse al motel desocupado que está a un costado.
“Es muy difícil”, dijo en francés el hombre, de 29 años y procedente de Congo. (...) “No hay suficiente para comer. Ni siquiera hay forma de que nos lavemos”, agregó.
Desde el fin de semana, el conjunto de tiendas de campaña cubiertas que han cubierto el terreno en Kent, pone de relieve la presión que enfrentan muchas comunidades (incluso algunas lejos de la frontera entre Estados Unidos y México) en un momento en que el presidente, Joe Biden, intenta restringir el asilo y neutralizar la inmigración para evitar un lastre político en las presidenciales de este otoño.
Flujo migratorio en ciudades de EU
Algunas ciudades gobernadas por demócratas en el norte de Estados Unidos han recibido un enorme flujo migratorio. El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha enviado a más de 40 mil solicitantes de asilo a Chicago, en su mayoría en autobús o avión.
En el área de Seattle ha habido menos, pero como la falta de vivienda era ya un importante reto -casi 10 mil personas duermen al aire libre cada noche en el condado King-, según las autoridades, dichas cifras que han puesto a prueba la capacidad de la región.
Más de dos mil solicitantes de asilo han pasado por una iglesia de los suburbios, la "Metodista Unida de Riverton Park" en la cercana Tukwila, desde 2022, cuando se extendió la voz de que allí se ayudaba a la gente, la iglesia ha hecho espacio para que cientos de migrantes duerman allí cada noche y recauda dinero para ubicar a familias en moteles.
Cientos de personas pasaron de las carpas de la iglesia a hoteles y otros alojamientos de alquiler a corto plazo, esto cuando llegó el frío extremo en invierno. Sin embargo, cuando el dinero se acabó, llegaron los desahucios.
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Kambila Ringo contó que la guerra les obligó a él y a su esposa a huir de Congo en 2022. Tomaron un barco a Brasil y luego pasaron dos años caminando hasta la frontera estadunidense en Arizona, lugar donde llegaron el 23 de marzo. Él fue detenido y su esposa fue trasladada a un hospital.
En el centro de detención conoció a un hombre que le dio la dirección de la iglesia y en cuando quedó en libertad, su hermano le compró un boleto de avión a Seattle, donde se reunió con su esposa, que ahora está embarazada de ocho meses, explicó.
Muchos de los que han acampado en Kent (principalmente migrantes de Congo, Angola y Venezuela) anteriormente se habían alojado en la iglesia o fueron desalojados de moteles.
Campamento en Kent, Seattle
Ante la falta de otras opciones y a la espera para obtener un permiso de trabajo, los solicitantes levantaron un campamento en el exterior del abandonado Econo Lodge. El condado adquirió el motel de 85 habitaciones durante la pandemia del covid-19, que fungió como alojamiento de emergencia para cuarentenas.
Ian Greer, voluntario de una coalición de organizaciones que trabajan con migrantes que ha estado asistiendo a los solicitantes de asilo, mencionó:
“Queremos presionar al condado y a la ciudad para que abran el hotel a este grupo de migrantes”.
Según el acuerdo legal entre el condado y la ciudad, el motel solo puede utilizarse como alojamiento para cuarentenas o para otros usos aprobados por la ciudad; las autoridades sostienen que entre sus planes inmediatos no está abrirlo a los migrantes.
Kristin Elia, vocera de la oficina ejecutiva del condado de King, en un comunicado enviado por correo electrónico informó:
“Entendemos la lógica de la petición de los solicitantes de asilo para utilizar el hotel en el corto plazo, pero la realidad de hacerlo es mucho más complicada que simplemente abrir las puertas y encender las luces”
“Las operaciones y el capital para un refugio de emergencia, incluso a corto plazo, están fuera del alcance de los recursos disponibles en el condado”, agregó.
La semana pasada, la policía de Kent publicó un aviso de desalojo de 48 horas para el campamento, alegando que los migrantes no tienen permiso para estar en una propiedad controlada por el condado. Sin embargo, cuando el plazo terminó el martes, las autoridades se retractaron, dando un respiro a los migrantes que esperan dar con una solución a largo plazo.
Apoyos del gobierno estadunidense
A finales del año pasado, el condado de King concedió una subvención de tres millones de dólares para responder a la llegada de migrantes, lo cual apoyó en alojar a más de 350 personas y familias.
En abril, también se entregó dos millones a cuatro organizaciones sin ánimo de lucro para proporcionar alojamiento, alimentos, servicios legales y otras ayudas. Incluso, cuando algunos migrantes acamparon en un parque de Seattle el mes pasado, la ciudad trasladó a docenas de familias a moteles, donde pagará su alojamiento al menos hasta julio.
A partir del próximo mes, el gobierno estatal aportará nuevos fondos y el condado recibirá cinco millones de dólares para responder a la crisis, dinero que las autoridades siguen evaluando cómo utilizar.
Asimismo, la oficina de Asistencia a Refugiados e Inmigrantes empezará a repartir 25 millones a ONGs y gobiernos locales para desarrollar una red estatal que ayude a los migrantes recién llegados.
De igual manera, la iglesia Metodista Unida de Riverton Park espera recaudar 200 mil dólares para vales de hotel al final de este mes y apunta que, teniendo en cuenta el tiempo que se tarda en revisar las propuestas de gasto, los fondos estatales podrían no llegar hasta septiembre.
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Mientras los niños corrían por la hierba en lo que el sol secaba las tiendas luego de días de intensas lluvias, los migrantes ajustaban las lonas bajo los toldos y los voluntarios llevan alimentos y productos de aseo a las instalaciones que cuentan con cinco inodoros portátiles y dos puestos de desinfección de manos, en las carpas más grandes se ocupan espacios de despensa y cocina.
Linda Gutiérrez, explicó que se marchó de Venezuela porque no había medicamentos y su familia se “moría de hambre”. Su primer destino fue Colombia y luego se fueron a Chile.
No obstante, se vieron obligados a marcharse de allí, para embarcarse en la peligrosa travesía por el Tapón del Darién (la densa selva tropical, que separa Sudamérica de América Central) con sus hijos y nietos rumbo a Estados Unidos.
Finalmente, llegaron a la iglesia Metodista Unida de Riverton Park, sitio donde estuvieron cinco meses, durante un mes, estuvieron en un motel cercano, apuntó.
En el campamento conoció a José Guerrero, originario de Puerto Cabello, la misma zona del oeste de Caracas en la que ella vivía. Guerrero llegó a Estados Unidos con su esposa tras dejar a sus tres hijos al cuidado de los abuelos.
“Todos los que estamos aquí llevamos meses luchando" (...) “Mi esperanza es que el alcalde, el condado, los líderes, abran ese hotel. Como puede ver, está vacío y abandonado. Entre todos podemos mantenerlo y prepararlo para vivir", afirmó Guerrero.
IAZD