"Los negros nunca ganamos en política": Celebran triunfo de Francia Márquez y Gustavo Petro

Crónica

En la comunidad de Francia Márquez todo era una fiesta. Afroamericanos, indígenas, campesinos y personas LGTBIQ+ celebran resultados de la elección en Colombia.

Costaba distinguir si la celebración era por una victoria deportiva o electoral. | Twitter
Cali, Colombia /

Costaba distinguir si la celebración era por una victoria deportiva o electoral. “¿Cómo es esto si los negros nunca ganamos en política?”, explicó Asunción, una joven de 17 años, todavía azorada. “¡Mucho menos las negras!”.

En un mirador serrano a 200 metros de Yolombó, la comunidad de origen de Francia Márquez, la candidata afrodescendiente que acababa de ganar la vicepresidencia de Colombia, una caravana de medio centenar de motocicletas se encontró con una fiesta bloqueando la carretera y se unió.

Rugía la música con las cumbias de Francia y Gustavo Petro, el tres veces aspirante que en semanas será presidente. Ondeaban las banderas de la campaña. 

Los mayores –treintañeros, si acaso– trataban de explicarles a las preadolescentes las dimensiones históricas de este hito. Les resultaba difícil: ellos mismos no terminaban de comprenderlas.

Horas antes, en el gimnasio habilitado como centro de votación en Suárez, la cabecera municipal, Olga Lucía Pechemé, integrante de la Asociación de Consejos Comunitarios del Cauca explicaba que habían hecho una cuidadosa “pedagogía política casa a casa” para explicarle a la gente la necesidad de salir a votar. 

En la primera vuelta, cuando Petro y su rival Rodolfo Hernández compitieron contra otros dos candidatos que fueron descartados en ella, sólo votaron ocho mil personas en esta demarcación. “Necesitamos que salgan al menos diez mil”, deseaba la dirigente, “a votar por Petro”.

O por Francia, mejor dicho. “Con nadie nos identificamos como con ella”, añadió. Un par de días antes, en Guapi, un remoto puerto fluvial sin acceso carretero, cerca del Océano Pacífico, Lali Fernando Riasco, un “influenciador étnico” de Instagram de 20 años, había explicado que “yo veo a Francia y veo a mi mamá, veo a alguien como nosotros. Nunca me había pasado con ningún otro político, aunque fuera negro. Es nuestra”.

La región Pacífico (comprende los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño) es una de las más marginadas de Colombia. Su población es mayoritariamente negra y, señala Alí Bantú Ashanti, un dirigente de su raza (enfatiza el concepto “raza” por oposición a la menos inquietante palabra “etnia”), “nunca les ha importado si participamos o no en las elecciones presidenciales, nunca nos han necesitado para ganar” y por eso “ni siquiera nos usan para compra de votos”. 

Los candidatos no visitan los programas gubernamentales, rara vez.

“Somos como el residuo, lo último que queda por allá es lo que nos llega”, dijo el abogado Wesner Alegría, de la organización Voto Pacífico, en Timbiquí, otro puerto fluvial cercano.

Los centros educativos están lejos y los únicos que sí se hacen presentes en su multitud de ríos navegables son los grupos armados que los utilizan para el contrabando, secuestrando y matando sin quién los detenga.

La imagen regional es una de las peores en Colombia. “Los medios nunca dicen nada bueno del Pacífico”, denuncia Lali, “parece que esperan que haya una masacre, un atentado para hablar del Pacífico”, y por lo tanto, la población carga con un pesado estigma.

“Somos negras, somos mujeres y somos del Pacífico: triplemente discriminadas”, resumen Ximena Caicedo y Francisca Rentería, activistas juveniles en Guapi.

Francia… más allá

El reto era movilizar a su gente. Siempre ignorada, su participación es tradicionalmente baja. El sistema electoral colombiano no ayuda: en lugar de un sistema de casillas distribuidas por todo el territorio, establecen centros con decenas de mesas de votación. 

Al de Suárez tuvieron que desplazarse personas que viven a más de tres horas en automóvil. Y no tienen vehículo, faltan medios de transporte y además, dinero para sufragarlo. En lugares como Guapi o Timbiquí es peor porque la gente tiene que encontrar una lancha.

Y esto se agrava porque, en todas estas localidades, parte de la población ha sido desplazada por la violencia a sitios lejanos, pero sigue registrada ahí y tienen que viajar para votar.

Cuando la candidata acudió a votar a Suárez, Pechemé fue una entre decenas que corrió a saludarla. Podía entregarle buenas cuentas. Si soñaba con una participación de diez mil personas, al final fueron doce mil. Y 80 por ciento sufragó por Petro. 

Porcentajes de apoyo parecidos se alcanzaron en los cuatro departamentos del Pacífico. En Suárez, la gente está segura de que le dieron la victoria a su candidato, que sin ese aplastante caudal, no hubiera logrado superar a Hernández con los valiosos, pero escasos tres puntos de ventaja que le tomó. 

“Francia se ganó su lugar (en las elecciones primarias de abril) en la fórmula de Petro y Petro ahora sabe que sin Francia no gana, ella deberá tener un lugar fundamental en su gobierno”, aseguró la consejal comunitaria.

Será la primera mujer vicepresidenta y la primera persona afrodescendiente en ese cargo. Aspira a representar también, como expresó en un tuits tras confirmarse su triunfo, a “nuestras abuelas y abuelos, las mujeres, los jóvenes, las personas LGTBIQ+, los indígenas, los campesinos, los trabajadores, las víctimas, mi pueblo negro, los que resistieron y los que ya no están...”

Pero su gente ya está pensando más allá. Las jóvenes y preadolescentes que saltaban frenéticamente sobre la carretera en Yolombó tal vez no han vivido la exclusión casi sempiterna de las mujeres y los negros, ero aspiran a ganar la inclusión. Y gritaban con pulmones de pantera: “¡Francia presidenta! ¡Francia presidenta!”

​JLMR

  • Témoris Grecko
  • Periodista, documentalista y analista político que ha cubierto conflictos sociales y armados en 95 países y territorios, publicado siete libros y escrito cinco documentales.

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