"Me da felicidad y relajación", dice Teresita mientras acaricia a Pepe, un perro que acude al campus donde estudia para ayudar a liberar de estrés a estudiantes en el retorno a clases tras la pandemia, que en Chile ha estado marcada por la ansiedad y la violencia.
"Uva", una labradora de siete años; "Pepe", un golden de la misma edad, y "Chumi", una mestiza, se entregan a las caricias de quienes acuden a la "Zona libre de estrés y ansiedad", montada en uno de los campus de la Universidad Católica (UC).
"Me podría quedar abrazando al perro por horas", agrega Teresita Valencia, de 23 años, arrodillada junto a Pepe."El retorno a clases ha sido desafiante para todos. Tenemos una generación novata que recién empezó a reencontrarse con lo que es ir a la universidad y eso acarrea ciertos momentos de ansiedad", explica Ignacia Pfingsthorn, del programa de ansiedad, estrés y sueño de la UC.
Además, han habido casos de violencia entre estudiantes secundarios, profesores e incluso padres, en medio del clima crispado que la sociedad chilena no logra superar después de las protestas de octubre de 2019.
El 7 de abril, un estudiante de un liceo de Santa Cruz se disparó en el patio del colegio tras denunciar acoso escolar. Una semana antes, un profesor fue acuchillado por la madre de un estudiante tras un hecho de violencia en el recinto.
En el primer mes del retorno a clases, los casos de maltrato físico y psicológico entre alumnos aumentaron 22 por ciento con respecto al nivel previo a la pandemia, según la Superintendencia de Educación.
"Hay un estado bastante desequilibrado en lo psicológico en el país", advierte Isidora Mena, psicóloga y directora del programa de convivencia escolar de la Universidad Católica.
EHR