La frontera entre México y Estados Unidos, uno de los puntos más activos y estratégicos del mundo, enfrenta un momento crítico tras la firma de una orden ejecutiva por parte del presidente Donald Trump. Este decreto, anunciado el día de hoy, suspende de manera inmediata la entrada de migrantes a territorio estadunidense a través de su frontera sur.
La medida fue justificada como un esfuerzo por proteger la seguridad nacional y detener lo que el gobierno estadunidense califica como una “invasión” de migrantes irregulares.
Este anuncio se suma a una serie de acciones dirigidas a militarizar la zona fronteriza, con el despliegue de más de mil 500 soldados adicionales que apoyarán las labores de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
Además, Trump dio instrucciones al Departamento de Seguridad Nacional y al Pentágono para tomar todas las medidas necesarias con el objetivo de garantizar un control operativo total en la región.
La decisión generó polémica dentro y fuera de Estados Unidos, provocando reacciones de gobernadores, analistas y grupos defensores de derechos humanos.
Mientras algunos estados, como Texas, respaldan la acción y la consideran indispensable para frenar lo que denominan una “crisis migratoria”, otros sectores la perciben como un movimiento unilateral que podría agravar la situación humanitaria en la región.
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