Analista y veterano periodista, Henrique Cymerman es un inquieto israelí que forma parte esencial del acercamiento de su país a las naciones árabes a través de un intenso trabajo diplomático para hilvanar los Acuerdos de Abraham, que en septiembre pasado, en su segundo aniversario, el secretario de Estado, Antony Blinken, no dudo en señalar como el mecanismo que “ha llevado a nuevas formas de cooperación e integración regional en el Oriente Medio”.
Cymerman (Oporto, Portugal, 1959) ha destacado por darle voz a los líderes extremistas, pese a que muchos de ellos “pudieron haber matado a mis hijos”; además, no esconde su amistad con el papa Francisco que, en una especie de positivo contubernio con el jesuita, capitaliza para distender el conflicto en la zona.
Parte de ese paso fueron los Acuerdos de Abraham, donde Israel y los Emiratos Árabes Unidos establecieron relaciones plenas al que se sumaron Baréin, Sudán y Marruecos y Cymerman fue un activo impulsor.
¿Por dónde se busca la paz entre Israel y musulmanes?
Empiezas por la pregunta del millón. Creo que la única opción que puede llevarnos a algún tipo de acuerdo, tanto para los israelíes como para los palestinos, es a través del mundo árabe.
“Creo que hay cinco países en el mundo árabe que pueden llevarnos a un compromiso salomónico: Arabia Saudita, porque es el lugar de La Meca y Medina, sagrados del islam; los musulmanes son casi 2 mil millones y lo miran como el modelo.
“Egipto, uno en cada 3.5 árabes es de ahí, tiene gran influencia sobre los palestinos; Emiratos Árabes Unidos (EAU), el país más avanzado hoy en día del mundo árabe en su concepción; y los dos reinos, Jordania y Marruecos. Este quinteto tiene a sus espaldas una enorme responsabilidad en la próxima década, que es llevar a los palestinos a unirse a los Acuerdos de Abraham”.
La clave es Arabia… ¿ha habido algún avance?
Hay avances en los últimos años pero sobre todo en los últimos meses. Creo que los objetivos estratégicos más notables del actual gobierno (israelí) es la paz con Arabia Saudita porque es un “semáforo verde” para decenas de países musulmanes: imagínate Indonesia, con casi 300 millones de personas, el cuarto país más poblado del mundo, u otros países que ahora están comprando tecnología a Israel en secreto y están esperando esa luz verde.
¿Qué fue lo más lo más difícil en los Acuerdos de Abraham?
La desconfianza mutua.
¿Cuánto duró el proceso?
Una década y la inteligencia de Emiratos y, de alguna manera, de Bahréin. Emiratos es un país de gran influencia. Ellos prepararon a su opinión pública en las redes sociales en la última década, prepararon a la juventud: en el Golfo, 70 por ciento de la población tiene menos de 30 años. Hay una empatía hacia la paz que va más allá de los documentos firmados.
Sin embargo, está la “piedra del zapato” que se llama Irán…
Irán representa un sistema de vida que amenaza a los árabes que intentan conciliar al islam con la modernidad. No es solo un problema israelí, es de la región, del mundo, porque todos hablan del tema nuclear. Teherán está desarrollando misiles balísticos que en unos años llegarán a Nueva York, Shihab-6, que ya cubren varias ciudades europeas.
“Israel es amenazado todas las semanas, hablamos de borrarlo del mapa. Entonces es lógico que dentro del concepto de su seguridad, Irán sea la amenaza número uno y que todo esté apuntado a lo que pueda ser el día en que ellos logren tener el poder nuclear; Israel va a hacer todo para retrasarlo porque cada día que ganamos, es un día más de alivio”.
En Irán, mujeres y jóvenes encabezan protestas...
Lo que vemos es que hay entre 10 y 15 por ciento de la población que depende del régimen y la gran mayoría está en contra y quisiera un cambio. Estamos hablando de gente que está dispuesta a arriesgar la vida. Niñas de 15 años en el colegio que tiran sus zapatos a la foto del líder supremo (ayatolá Alí Jamenei) y le llaman “dictador” y se sacan el hiyab. Creo que lo de Irán es una historia heroica de las mujeres que será contada durante muchos años en el futuro. Simón Pérez siempre me decía: “La pregunta es qué llegará antes, ¿la bomba nuclear o el cambio de régimen?”. Esperemos que sea el cambio de régimen.
En Israel, como en buena parte del mundo, el electorado está muy dividido.
Si bien en Israel la ola de populismo tuvo un cierto efecto, no te olvides que es menor que en el resto del mundo porque en el país se vive un empate crónico entre la derecha y la izquierda desde los años 80. Se dice que donde hay dos judíos hay tres opiniones. La polémica es siempre brutal en Israel en todo. Al final, en el último momento, se llega a acuerdos.
Llama mucho la atención su amistad con el papa, ¿qué puede dejar para la región?
No entiendo hasta hoy qué fue lo que Francisco vio en mí que hizo que una persona que se encuentra con miles y miles de personas a lo largo de 10 años de papado me haya elegido para algunas cosas que estamos haciendo. La primera vez que nos reunimos, el papa me preguntó “¿qué puedo hacer por Israel y por Oriente Medio?”; Le contesté que acudiera a la zona y él, desde ese día, no me dejó más. Hoy estamos en un proyecto que es aún más arriesgado, y diría mundial, sin precedentes y me lo encargó.