Sri Lanka busca desesperadamente ayuda para sortear su peor crisis de que se tenga memoria. Manifestantes tomaron por la fuerza la casa del presidente Gotabaya Rajapaksa y éste huyó del país hacia Maldivas durante las primeras horas del miércoles; las calles están llenas de manifestantes violentos que se enfrentan a la policía por la escasez de productos básicos como alimentos, combustibles y electricidad.
Pero no es la única economía que enfrenta grandes problemas por los aumentos de precios derivados de la invasión rusa de Ucrania, así como los indicios de una próxima recesión mundial y un estado de estanflación global. En todo el mundo suenan campanas de alarma, desde Laos hasta Pakistán, de Líbano a Argentina.
Unos mil 600 millones de personas de 94 países soportan al menos uno de los factores de la crisis de los sistemas alimenticios, energéticos y financieros, en tanto que mil 200 millones enfrentan una "tormenta perfecta" y son muy vulnerables a la inflación y otros problemas a largo plazo, según el Grupo de Respuesta a la Crisis Global de la Secretaría General de las Naciones Unidas.
Las causas exactas de los trastornos varían, pero todos los países corren un alto riesgo por el aumento en los precios de los alimentos y el combustible, asociados con la invasión rusa de Ucrania, que causó desajustes en el turismo y otros sectores que ya venían golpeados por la pandemia del coronavirus. El Banco Mundial calcula que el ingreso per cápita en las naciones en desarrollo será un 5 por ciento inferior al de antes de la pandemia.
Las penurias provocan manifestaciones de protesta y el aumento en las tasas de interés de los préstamos a corto plazo para enfrentar la crisis hace que suba una deuda externa que cuesta cada vez más pagar. Más de la mitad de los países pobres tienen dificultades para cumplir con esos pagos, según la ONU. Algunas de las peores crisis se registran en países devastados por la corrupción, guerras civiles, golpes y otras calamidades.
¿Que serán los países serían los siguientes en colapsar?
Muchos de los países coinciden en tres factores: altos niveles de pobreza, afectación en sus finanzas tanto por factores internos como externos y altos niveles de deuda. Estas naciones están en riesgo de enfrentar una nueva crisis económica:
Argentina: con pocas reservas, una alta inflación y la devaluación frente al dólar
La historia del "Corralito" de 2001 podría volverse a repetir a más de dos décadas de distancia. Mientras que el dólar blue —la cotización de referencia por ser la del mercado negro— está por encima de los 270 pesos argentinos, la inflación no cede al estar por encima del 60 por ciento.
Además, casi cuatro de cada diez argentinos son pobres y millones sobreviven gracias a comedores populares y programas de ayuda estatales, muchos de los cuales son manejados por poderosos movimientos sociales asociados con la coalición de gobierno oficialista, el Frente de Todos.
El Banco Central tiene muy pocas reservas ante la devaluación del peso y e calcula que la inflación será del 70 por ciento este año. El reciente acuerdo con el FMI para restructurar la deuda por 44 mil millones de dólares está siendo cuestionado por concesiones que podrían afectar la recuperación económica, según sus opositores.
México 'la libra' por finanzas estables
Países como México, Brasil, China e India—pertenecientes a las economías emergentes— pueden mostrar balances comerciales sólidos y con amplias reservas de divisas extranjeras. Sin embargo, en este tipo de crisis económicas, las naciones más frágiles pueden enfrentar colapsos.
A diferencia de otras naciones, la inflación en México se ubicó en 7.99 por ciento (de acuerdo con el último reporte del Inegi), bajo en comparación de países como Chile o Brasil. Las reservas se ubican en 198 mil 413 millones de dólares (según el último reporte del Banco de México) y la cotización del peso frente al dólar se mantiene en el nivel de los 20 pesos.
Líbano: el colapso total, empeorado por la explosión del puerto de Beirut
Como Sri Lanka, Líbano sufre una combinación tóxica: se desploma su moneda (la lira libanesa), escasean todos los productos —incluyendo los pasaportes—, tiene una inflación del 211 por ciento y creciente hambruna, donde se registran largas colas en las gasolineras, hay cortes de electricidad y la clase media está diezmada.
También viene de una larga guerra civil y su recuperación se ve obstruida por un gobierno inoperante y ataques terroristas. Todo esto se empeoró tras la explosión del puerto de Beirut en 2020, que dejó grandes pérdidas económicas, materiales y provocó varias muertes.
Las propuestas de aumentar los impuestos provocaron meses de manifestaciones de protesta en el 2019. Líbano dejó de pagar su deuda, que por entonces era de 90 mil millones de dólares, equivalentes al 170 por ciento de su PIB, una de las más altas del mundo. En junio del 2021, la lira libanesa se había devaluado casi un 90 por ciento y el Banco Mundial dijo que el Líbano enfrentaba una de las peores crisis que ha habido en el mundo en más de 150 años.
Turquía: un deterioro en las finanzas junto a una alta inflación
El deterioro de las finanzas del gobierno y un creciente déficit comercial y de cuentas de capital agravan los problemas de Turquía, que tiene una alta inflación (del 73.5 por ciento), una deuda que crece y tasas de desempleo altas.
El repunte de la inflación se produce tras la visión equivocada de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, que aboga por recortar los tipos de interés para combatir la inflación. Una estrategia que no ha servido para frenar el repunte de los precios y que se desmarca de la hoja de ruta de los principales bancos centrales.
El banco central está apelando a sus reservas de divisas extranjeras para paliar la crisis, una de ellas es el el subsidio de los combustibles, pero que al final debilitan las finanzas del gobierno. La deuda extranjera de Turquía equivale al 54% de su PIB, un nivel insostenible para su economía.
Egipto: una baja en sus reservas y la abultada deuda externa
La tasa inflacionaria de Egipto se acercó al 15 por ciento en abril y golpeó sobre todo a casi un tercio de sus 103 millones de habitantes que viven en la pobreza. La población ya soportaba un ambicioso programa de reformas que incluye severas medidas de austeridad, como recortes en los subsidios del combustible, el agua y la electricidad.
El banco central subió las tasas de interés para combatir la inflación y devaluó la moneda, lo que dificultará el pago de una abultada deuda externa, y busca un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Muchos de sus gastos provienen de megaproyectos que ha financiado como la Nueva Cairo, la futura capital del país (de 60 mil millones de dólares), una red ferroviaria de alta velocidad (23 mil millones) y una central nuclear (de 25 mil millones).
Las reservas egipcias disminuyeron, y esto arroja una sobre sobre los primroses pagos de bonos en países altamente endeudados como Egipto. Sus vecinos Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos dijeron que aportarán 22 mil millones de dólares en depósitos e inversiones para ayudarlos.
Afganistán: una crisis ya agravada desde el gobierno talibán
Padece una grave crisis económica desde que los talibanes asumió el poder, tras el retiro de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN el año pasado. La ayuda extranjera se suspendió casi de inmediato, hubo sanciones, se interrumpieron las transferencias bancarias y se paralizó el comercio ya que numerosos países se negaron a reconocer al nuevo gobierno.
Aproximadamente la mitad de los 39 millones de habitantes corren peligro de pasar hambre y la mayoría de los empleados públicos, incluidos médicos, enfermeras y maestros, no cobran sus sueldos desde hace meses. Un reciente terremoto mató a más de mil personas y agravó las cosas.
Laos: un aumento de deuda tras la pandemia y la devaluación
Esta pequeña nación tenía una de las economías que más rápido crecían antes de la pandemia. Pero su deuda aumentó significativamente y, al igual que Sri Lanka, trata de renegociar su pago. Sus reservas extranjeras equivalen a menos de dos meses de importaciones, según el Banco Mundial. La devaluación de su moneda, el kip al 30 por ciento, complica más las cosas.
Zimbabue: una crisis que no termina
Padece una inflación superior al 130 por ciento y se teme una reedición de la hiperinflación del 2008, en que llegó a 500 mil millones, e hizo que su moneda fuese una de las más devaluadas del mundo,con el que terminó adoptando otras divisas como el euro o el dólar.
La economía ha sido azotada por años de desindustrialización, corrupción, falta de inversiones, bajas exportaciones y una deuda alta. La inflación hace que la gente no confíe en la moneda nacional y procure conseguir dólares. Muchas personas llegan a saltearse comidas.
El Salvador, Ghana y Túnez, en cuerda floja
Estos tres países cuentan con niveles de deuda superiores a los que pueden pagar en sus bonos, lo que los vuelve vulnerables al incumplimiento de sus pagos en caso de una crisis económica global, esto sumando al riesgo de estanflación mundial.
Birmania: una economía agravada tras el golpe militar
La pandemia y la inestabilidad política causan estragos en Birmania, sobre todo tras el golpe militar de febrero del 2021 que derrocó al gobierno de Aung San Suu Kyi. Esto conllevó sanciones económicas de varios países como Estados Unidos y la Unión Europea.
La economía se contrajo un 18 por ciento el año pasado y se pronostica que no registrará casi crecimiento este año. Más de 700 mil personas se fueron del país o fueron desplazadas de sus hogares por los conflictos armados y la violencia política. La situación es tan incierta que el Banco Mundial no hizo pronósticos para Birmania del 2022 al 2024.
Pakistán: una crisis política que agravó las finanzas del país
Como ocurre en Sri Lanka, Pakistán mantiene conversaciones con el FMI en la esperanza de revivir un préstamo de 6 mil millones de dólares que quedó en suspenso tras el derrocamiento del gobierno del primer ministro Imran Khan en abril.
El llamado de un ministro a que se redujese el consumo de té para rebajar los costos de importación, que son de 600 millones de dólares, causó profundo malestar. La rupia paquistaní se devaluó un 30 por ciento en el último año.
Para satisfacer al FMI, el nuevo primer ministro Shahbaz Sharif subió el precio de los combustibles, eliminó su subsidio e impuso un impuesto del 10 por ciento a sectores industriales importantes. Hacia fines de marzo, las reservas de Pakistán equivalían a dos meses de importaciones.
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