En Alemania, cuarentena inició con picnics: mexicano narra crisis por covid-19

Historias de mexicanos en el extranjero ante covid-19

Francisco Martínez, quien vive en Würzburg, narra que cuando empezó la cuarentena, las personas hacían parrilladas y picnics, hasta que la canciller Angela Merkel las regañó y comparó la pandemia con la Segunda Guerra Mundial.

Francisco Martínez vive en Würzburg, Baviera, y cuenta cómo se enfrenta en Alemania la emergencia por el coronavirus.
Alemania /

Alemania es uno de los tres países más afectados de Europa por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad covid-19. Francisco Martínez vive en Würzburg, Baviera, desde hace tres años.

El oriundo de Ciudad de México cuenta cómo se ha vivido la expansión del virus en tierras germanas. Desde el escepticismo hasta la entrada del estado de emergencia y la adaptación de la vida cotidiana a las nuevas restricciones.

Ésta es su historia

Enero

Primer contacto con la lejana enfermedad

La palabra “coronavirus” comenzó a escucharse a mediados de enero, como en casi todo el mundo. Inicialmente no se le prestaba tanta importancia; la lejanía le restaba magnitud a la noticia. Wuhan ya estaba en cuarentena, aislada, ¿qué más podía pasar?

27 de enero

Alemania, en alarma por primera vez

En Starnberg, a 300 kilómetros de mi ciudad, una empresa reportaba un contagio tras la visita de un empleado proveniente de China. Durante los siguientes días se confirmarían más casos; todos habían tenido contacto con aquel hombre.

Mientras tanto, la empresa donde trabajo ponía en cuarentena a una trabajadora china que había pasado las fiestas en su país. Escéptico, juzgué esto como una reacción automática al sensacionalismo con el que la prensa manejaba el tema de los primeros enfermos en el país.

Febrero

¿Nos empezamos a preocupar?

Poco a poco el tema comienza a tomar más relevancia, tanto en los noticieros como en las pláticas casuales. Ahora hay más casos en Europa; la mayoría parece ser de viajeros chinos que presentaron los síntomas aquí. Nos aferramos, por miedo o egoísmo, a la idea que esto sigue siendo un problema mayormente de Asia.

En la última semana del mes comienza a sonar que el virus se esparce rápidamente por el norte de Italia; la enfermedad ahora está mucho más cerca de nosotros. Las localidades afectadas se encuentran a sólo unas horas en coche desde Würzburg; la proximidad con éstas hace que los bávaros las tengan como un destino preferido para vacacionar.

Se acaba febrero loco con la noticia de un caso positivo en la región de Franconia-Media, a unos 100 kilómetros de nosotros. Entretanto, una chica de mi área es puesta en cuarentena; ella estuvo en Taiwán recientemente. Esto parece ser serio. Último viernes del mes, en el trabajo me siento entre una colega china y un compañero italiano, bromeamos.


11 de marzo

El virus está aquí… llegan las compras de pánico y se acaba el gel antibacterial

Hace unos días se reportaron los primeros casos de coronavirus en la ciudad, los cuales se multiplicaron rápidamente hasta llegar a 24. Hay 250 personas más en cuarentena. El ayuntamiento informa del cierre de escuelas y la cancelación de eventos masivos. Pese a todo, la gente sigue saliendo a la calle con normalidad, casi nadie usa cubrebocas.

Las compras de pánico aparecen en escena: las droguerías anuncian que no hay gel antibacterial y que hacen “todo lo posible” para satisfacer la demanda. Por ahora, los supermercados se salvan del pavor generalizado. Un letrero en el mercado de mi barrio destaca el compromiso de la marca para abastecer el local regularmente.

18 de marzo

Todos a casa

El estado de Baviera activó hace dos días el estado de emergencia. Muchos negocios han cerrado sus puertas; los supermercados, farmacias y gasolineras permanecerán abiertos. El transporte público opera con normalidad, aunque ahora debemos abordar los autobuses por la puerta trasera; una cinta policial amarrada a la primera fila de asientos impide cualquier contacto con el conductor.

Aún se permite desplazarse al trabajo. Días atrás los jefes pidieron a varios colegas hacer home office; alguien de nuestra área tuvo contacto con un infectado. Escucho que otro compañero sufrió de fiebre alta; sin embargo, los servicios de salud se negaron a hacerle el test. Otra conocida pudo hacerse la prueba y no ha recibido los resultados desde hace más de una semana.

Nuestros jefes nos prohibieron estrictamente poner un pie en la oficina. Empiezo a trabajar desde casa. Aprovecho mi pausa para hacer la compra. El supermercado de mi barrio no ha cumplido su promesa, la escasez se adueña del lugar: enlatados, frutas y productos congelados son los primeros en agotarse.

En contraste, la gente abarrota los parques y espacios públicos para aprovechar el buen clima. Ésta debe ser la primera cuarentena que se inaugura con parrilladas, música y gafas de sol. Por la tarde mamá Merkel salió a regañar a todos, dice que esto es serio, que es el mayor desafío para el país desde la Segunda Guerra Mundial. Alemania cierra el día con más de ocho mil casos, 96 en Würzburg.

Personas pasean en el parque público de Tempelhofer Feld en Berlín. |EFE


26 de marzo

Los regañados ¡a sus casas!

Tan sólo tres días les duró la fiesta primaveral. El ministro de Baviera amenazó con implementar medidas más estrictas si la gente continúa saliendo de casa sin razón. A partir de ahora está prohibido formar grupos en la vía pública; se permite salir sólo o acompañado de personas que vivan en el mismo hogar.

La regañiza surtió efecto, ahora en las calles sólo se ven parejas, familias y corredores; hay algunos rebeldes que juegan en los parques o hacen picnics. Como si fuera un plan fríamente calculado por el gobierno, el clima ha empeorado y nos ha mantenido en casa. Si bien hay sol, el aire congela cualquier intención de salir para algo que no sea estrictamente necesario.

Comprar víveres es un juego de suerte: un día las estanterías están llenas, al siguiente desbordan de productos. Los supermercados han empezado a tomar medidas de protección para mantener la distancia entre clientes y empleados: los cajeros están ahora tras unos paneles de plástico y se promueve el pago electrónico sin contacto. Algo similar sucede en los autobuses, que ahora tienen una tira de plástico que busca proteger a los conductores.

Impera una atmósfera de tranquilidad, se siente como si fuera domingo. La calma se ha apoderado de las calles, una calma que contrasta con las casi 350 infecciones y once muertes en la ciudad. Alemania ha superado los 40 mil casos.

Alemania prevé un elevado número de casos no notificados, la llamada cifra negra. (AP)


2 de abril

La nueva cotidianidad ha llegado

Poco a poco comenzamos a adaptarnos a esta nueva realidad en cuarentena. Tras los regaños la gente ha comenzado a respetar las restricciones impuestas para salir a la calle: sólo a lo estrictamente necesario y de vez en cuando para ejercitarse. Es notorio que algunos, especialmente los adultos mayores, ponen especial esfuerzo en mantener la distancia con otras personas.

Los sistemas de protección y distanciamiento en los supermercados son ahora más profesionales, además que ahora controlan la cantidad de clientes que entran al establecimiento: sólo 10 por ronda, afuera se hace una fila para esperar el turno de entrar. Otros servicios que no han podido parar, como la recolección de basura o las entregas a domicilio, han implementado también nuevas medidas para evitar cualquier contacto innecesario.

Paralelamente, la Policía sigue vigilando áreas verdes y lugares públicos para evitar cualquier infracción. Entre todo esto queda una sensación de que la vida cotidiana se modifica y adapta poco a poco para seguir acatando unas restricciones que se han extendido hasta el 19 de abril.

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