Jesús Herbert Aldana Paniagua es mexicano, tiene 32 años y vive en Copenhague, Dinamarca, ciudad cuyo paisaje se ha entristecido por la ausencia de personas en las calles ante la pandemia del coronavirus Covid-19.
Desde su aislamiento, Jesús Herbert narra su desánimo de salir a pasear, pues las calles están desiertas, lo mismo que los restaurantes, donde sólo se ofrece comida para llevar.
Ésta es la historia de cómo Jesús vive la crisis por la pandemia:
Realmente es impactante cómo la gente se comporta y hace caso a las indicaciones en Dinamarca si lo contrastamos con México. Los daneses son gente muy seria y su sentido del humor es muy diferente al mexicano, por lo que no hay casi memes circulando en internet, sino artículos y noticias sobre la prevención y monitoreo de Covid-19.
El pueblo danés se encuentra en el extremo preventivo ante esta pandemia. Han aplicado medidas de gran impacto con el propósito de prevenir la propagación del Covid-19.
En el inicio de la pandemia, se tomaron medidas similares a los demás países, como promover lavarse bien las manos, procurar no tocarse la cara y evitar lugares concurridos. Posteriormente, se sugirió que las personas que viajaron a lugares con alto índice de infección permanecieran en sus casas para evitar que el virus se esparciera más.
Suspenden clases y decretan cierre de comercios
El 11 de marzo de 2020, la primera ministra Mette Frederiksen declaró que todos los lugares de congregación con actividades innecesarias quedarían cerrados por dos semanas contando el tiempo del 13 al 27 de marzo de 2020, inclusive las clases se cancelaron de forma presencial para continuar de forma remota.
Con este decreto, la mayor parte de los comercios suspendió labores como centros comerciales, tiendas de recuerdos, tiendas de artículos especializados y prestadores de servicios, quienes pudieron continuar con sus actividades en línea.
Sin embargo, ante un escenario en el que no bajaba el número de casos, el gobierno decidió añadir otras dos semanas de resguardo justo antes del día 27 de marzo.
Solamente algunos negocios siguen operando como los supermercados, no sin tomar medidas preventivas como persuadir a los clientes que no compren productos a granel, mantener su distancia al momento de hacer fila para pagar, mantener un máximo de clientes dentro del local, entre otras.
También muchos restaurantes cerraron y aquellos que no lo hicieron cambiaron su estrategia a sólo atender servicio a domicilio o para recoger.
Dinamarca cierra fronteras ante coronavirus
Además, el país ha cerrado fronteras para evitar que llegue gente enferma de Covid-19, aunque cabe mencionar que no es un cierre total. Sin embargo, es necesario justificar la llegada para poder ingresar a territorio danés.
Resulta impactante la comparativa de la ciudad hoy en día contra finales de febrero. Antes, en un día normal en Copenhague podías ver la explanada del ayuntamiento llena de turistas en grupos listos para recorrer las calles:
En Strøget, una calle peatonal, encontrabas sus tiendas de recuerdos y restaurantes llenas de turistas y comensales; Nyhavn, el colorido puerto con sus paseos turísticos en bote; las calles y vías de bicicleta con un tráfico fluido; incluso en la noche, la gente salía a cenar, tomar algún trago o a bailar.
Hoy, todos estos lugares en el corazón de Copenhague están cerrados, solamente un par están abiertos y con pocas personas y muchas de ellas con cubrebocas. La ciudad pasó de ser una urbe activa a lo que casi parece un pueblo fantasma.
Y esta situación no es solamente en Copenhague sino en las demás ciudades de Dinamarca. Realmente la gente está preocupada por frenar la propagación del virus.
En 10 días, se duplican casos de Covid-19
Para el 19 de marzo de 2020, en Dinamarca había poco más de mil casos de personas enfermas de Covid-19 y solamente seis muertos. Sin embargo, el 30 de marzo, la cantidad de infectados era más del doble ya que se tenían registrados dos mil 755 casos, de los cuales 77 murieron.
Estos últimos días mi única salida es ir al supermercado para comprar la comida de la semana y aun así me encuentro pocas personas en las calles. Incluso los autobuses llevan poco pasaje o están vacíos.
No le veo sentido salir a pasear, pues las calles desiertas me desaniman. Los lugares como cafés y bares están cerrados, y en los pocos restaurantes abiertos sólo ofrecen servicio para llevar, por lo que ya no se puede disfrutar sentarse frente a una ventana y ver la gente pasar.
Por lo pronto, esperemos que las personas sigan tomando las medidas de precaución y se mantengan en casa para reducir el contagio de esta enfermedad.