Ivonne salió de México el 3 de marzo con destino a Milán, Italia. Claro que, cuando ahorras más de un año para hacer un viaje así, lo que menos podrías imaginar, es que una pandemia comience a expandirse días antes de tu partida y el coronavirus te persiga por cada ciudad europea que decidiste visitar.
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Italia es hoy el país más afectado por el Covid-19. Su primer caso fue confirmado el 31 de enero, y a partir de ahí las cifras de contagios solo fueron en ascenso hasta superar a China en el número de muertes.
¿Viajar a Italia fue un error?
La situación en el mundo comenzaba a parecer más seria esos primeros días de marzo, y aunque viajar a Europa es un sueño que le llevó tiempo cumplir, decidió ponerse en contacto con las autoridades mexicanas para saber si hacerlo era prudente, a lo que, pese a que ya habían declarado como zona roja 14 regiones de Italia, le respondieron que la situación estaba controlada, le dieron una guía de recomendaciones y le aseguraron que sí podía continuar con el plan.
Así, ella y su compañero se subieron a un avión sin saber la travesía que vendría. Los primeros días todo marchó bien, se instaló en Lugano, una región de habla italiana en Suiza cercana a Milán, en donde el coronavirus parecía no ser un tema importante aún, a pesar de que en ese país, el 5 de marzo se confirmó el primer deceso y ya había más de 10 contagios.
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Pero luego, al llegar a Venecia “hubo un antes y un después”.
Comienza la travesía... y la incertidumbre
A su llegada encontró restaurantes, museos y recintos culturales abiertos, todo de lo que alguien que visita esa ciudad por primera vez espera disfrutar… sin embargo, a la mañana siguiente todo cambió. El 8 de marzo, el pánico invadió la ciudad del gran canal, se encontró con unas calles vacías y todos hablaban de una posible cuarentena que el primer ministro italiano Giuseppe Conte confirmó horas después ese mismo día.
A Ivonne y su acompañante no les quedó otra opción que cambiar todos los planes cuando se enteraron que su tren a Florencia había sido cancelado. Había que moverse rápido, hicieron lo que pudieron y lograron salir al día siguiente de una Venecia que ya lucía semivacía y desconcertada por una pandemia que los tomó por sorpresa.
“Todo fue progresivo”, recuerda cuando describe un viaje que se basó en tener solo el contacto necesario con las personas, tomar vitaminas y llamar constantemente a las aerolíneas para saber si sus vuelos no habían sido cancelados.
Ya en Florencia, la contingencia era visible, “todos tomaban su distancia”, había poco turismo y después de las seis de la tarde, por orden de las autoridades, “como un toque de queda” todo estaba cerrado. Para ese 9 de marzo, los italianos comenzaron a tomarse en serio la pandemia porque las muertes comenzaron a aumentar, y a ellos no les quedó más que conocer la ciudad natal de Da Vinci caminando por sus calles y recorriendo sus miradores porque los palacios, iglesias y museos ya no recibían visitantes.
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A esas alturas, la pregunta de si podrían salir de Italia comenzaba a rondar por su cabeza, sobre todo porque aún estaba en el itinerario visitar Roma. Ivonne cuenta que aunque se dedicó a disfrutar cada ciudad, todas las noches, antes de dormir monitoreaba el estatus de sus vuelos.
Fue precisamente en Roma en donde vieron un cambio drástico y la preocupación e incertidumbre se presentó abruptamente: “nos avisaron que el vuelo que teníamos programado para regresar a México de Milán con escala en Madrid había sido cancelado”.
El viaje de ensueño se convertía en pesadilla
La razón fue que ese mismo día, el 10 de marzo, el gobierno italiano decretó que la cuarentena en la zona de Lombardía se extendía a todo el país, y España suspendió todos los vuelos entre Italia y ese país hasta nuevo aviso.
La incertidumbre solo empeoró, porque su hospedaje fue cancelado y tuvieron que buscar un lugar donde quedarse de último momento. Las llamadas de las aerolíneas no entraban o estaban saturadas, y sabían que tenían que moverse rápido porque pronto no podrían salir de Italia. Al final, pagaron un vuelo a Londres, a pesar de que les advirtieron que comprarlo no les aseguraba que no iba a ser cancelado en el último minuto. Pero no hubo otra opción, era eso o quedarse varados.
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“El Vaticano no se parecía en nada a lo que yo había visto en fotografías, todo estaba vacío, no te la crees hasta que vas viendo la Italia que progresivamente se va quedando sola” asegura al recordar sus paseos horas antes de salir de la ciudad.
Para ese día, el 12 de marzo, las medidas en el aeropuerto de Roma ya eran muy duras. No permitían aglomeraciones, y había grandes filas de personas afuera esperando a que su vuelo fuera pronto para que las dejaran pasar. Eso sí, todos guardaban entre sí al menos un metro de distancia.
Ivonne recuerda que cierto miedo la invadió, porque su vuelo estaba retrasado, y sabía perfectamente que en cualquier momento podía ser cancelado, pero sintió alivio cuando escuchó el llamado para por fin, abordar el avión.
Su vuelo a Madrid, que salía desde otro aeropuerto al otro lado de la ciudad de Londres, partía solo dos horas después de su aterrizaje. No lo perdieron solo porque tomaron el primer tren y corrieron para pedir que los dejaran abordar a pesar de que ya estaban cerrando las puertas.
Todo había salido de la forma menos esperada, y a pesar de eso sintieron un poco de tranquilidad cuando se encontraron con una Madrid tranquila y activa al salir a cenar. Pero de nuevo, al día siguiente todo cambió. El 13 de marzo El presidente Pedro Sánchez decretó emergencia nacional, lo que se traducía también en cuarentena y claro, restricciones de viaje.
¿Y los protocolos contra el Covid- 19 en el AICM?
Para ese entonces, ella y su acompañante ya tenían su boleto a México comprado para salir por la noche. Ahora solo quedaba esperar que nada saliera mal.
Ivonne logró huír del coronavirus europeo pese a todo pronóstico y llegó el 14 de marzo a un México con 41 casos confirmados hasta ese día.
Si algo la sorprendió a su llegada, fue sin duda los contrastes entre su país y el continente que acababa de visitar. No tiene ninguna duda al asegurar que entró “como Juan por su casa”. No pasó absolutamente por ningún filtro sanitario. En migración solo le preguntaron de dónde venía, y después la dejaron ir.
Por iniciativa propia, ella decidió aislarse y hacer cuarentena tras su llegada, pero cuenta que tardó más de un día en poderse comunicar con el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE) y notificarles su situación. Las autoridades le dijeron que no le podían realizar la prueba de Covid-19 porque no es candidata, a pesar de haber visitado el principal foco de infección y la única recomendación que le dieron fue hacer cuarentena.
Hoy, lleva ya siete días aislada, ni siquiera ha visto a su familia y tampoco ha ido a trabajar, pero hasta el momento, no ha presentado ningún síntoma.
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Cuando recuerda su travesía, no se arrepiente de nada, pero está muy consciente del riesgo al que se expuso y pudo haber expuesto a las personas más cercanas a ella. Sin embargo, no puede evitar preguntarse qué pasó con las al menos otras 300 personas, algunas con gripa, que viajaron con ella en ese avión y si también le notificaron a las autoridades su situación o son posibles casos de Covid-19 que hasta hoy siguen transitando por México u otros países. Además de que todos los días siguen llegando vuelos internacionales.
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Ivonne está atenta a cualquier cambio que note en su estado de salud, y a las conferencias diarias que el subsecretario de salud Hugo López-Gatell ofrece todos los días, en donde ella representará un número en la cifra de casos sospechosos registrados, al menos hasta que cumpla su cuarentena de la que espera salir saludable. Aunque teme que cuando termine, al menos para ella, vea la historia europea repetirse en su propio país.
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