Aliados de Estados Unidos se están asustando con el gobierno de Donald Trump. Mientras la percepción de riesgo sobre potencias como China, Rusia y Norcorea mayoritariamente se ha reducido, crece la que hay en relación a Rusia y, sobre todo, respecto de quien posee el mayor ejército del mundo, la potencia norteamericana.
Con la salvedad del Reino Unido, entre la tercera parte y la mitad de la población encuestada de los principales países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, valoran al miembro más grande, Estados Unidos, como un riesgo.
Crece desconfianza hacia Estados Unidos en países
En Alemania y Canadá, esta percepción negativa aumentó 21 puntos sólo en el último año, a lo que se suman 12 en Francia y 10 en Japón.
Y aunque los británicos en general mantienen certidumbre en lo que llaman “relación especial” con Estados Unidos, la proporción de quienes dudan de ella creció considerablemente en los últimos 12 meses, al pasar de 16 a 26 puntos.
Así se ha llegado al nivel de que la desconfianza hacia Estados Unidos en países que en gran medida han dependido de su protección (Japón, con 49 puntos; Alemania y Canadá, con 43) supera la que hay en un país escéptico del poder estadunidense como Sudáfrica (40 puntos) e incluso en su más destacado rival, China (42).
En Múnich, la cumbre sobre defensa
Este viernes empieza la Conferencia de Seguridad de Múnich, apodada “el Davós de los temas de defensa” por ser la reunión anual más importante del tema.
Los riesgos globales serán debatidos hasta el domingo por tomadores de decisiones y expertos civiles y militares de casi todo el mundo, de estadunidenses y europeos a chinos, brasileños e indios.
Salta a la vista la excepción en la conferencia de los rusos, excluidos a partir de la guerra en Ucrania.
El informe base para la discusión de este año describe un mundo en el que no hay todavía un consenso sobre si ha alcanzado una “verdadera multipolaridad” (por oposición a la bipolaridad de la Guerra Fría, con los polos Washington-Moscú, y a la unipolaridad post soviética, dominada por Estados Unidos) pero no se duda que se avanza hacia ella.
En la medida en que Donald Trump parece querer abdicar del liderazgo de su propio bloque, su país es percibido por sus mismos aliados no como “un ancla de estabilidad, sino más bien como un riesgo contra el que hay que protegerse”.
Dicha percepción fue a partir de las intenciones de "despojo de territorios" que ha expresado Trump respecto de Groenlandia, del Canal de Panamá e incluso de Canadá, y de su estrategia de golpear al comercio con aranceles generalizados.
Once polos y la improbable colaboración
Bajo el liderazgo estadunidense, el mundo alcanzó un orden regido por el liberalismo en lo económico y en lo político, que ahora, en un contexto en el que “un mayor número de estados compiten por influencia”, puede dar lugar a un “orden futuro que puede ser mucho más desordenado”.
“Es posible que estemos viviendo en un mundo en el que coexistan o compitan múltiples órdenes y en el que quede poco de reglas, principios y patrones de cooperación casi universales”, señala el informe; de esa manera “el orden liberal no necesariamente desaparecerá, pero su alcance se restringirá cada vez más a Occidente, o a lo que quede de él”.
En esta incipiente multipolaridad, los autores identifican 11 “polos potenciales”: Estados Unidos y China, en primera instancia, seguidos por India, Brasil, Alemania, Canadá, Francia, Reino Unido, Japón, Italia y Sudáfrica.
Entre ellos, el informe advierte que se hará difícil generar respuestas colaborativas a grandes retos globales como la crisis climática, los ciberataques y la migración masiva.
Los riesgos son aún más grandes porque la coexistencia pacífica entre los nuevos órdenes diferentes “es bastante improbable, dado que queda lejos de estar claro si los principales polos de ordenamiento pueden ponerse de acuerdo al menos sobre algunas reglas, principios y estructuras de cooperación para gestionar las relaciones entre órdenes”.
Multipolaridad: ¿desorden o nuevo orden?
El del mundo multipolar es un concepto percibido con mayor optimismo entre los BICS (es decir, los BRICS –Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica– menos Rusia) que entre los países que en conjunto hegemonizaron la unipolaridad encabezada por Estados Unidos, los del G-7, que incluye a Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Para el trumpismo, el orden internacional creado por Estados Unidos es perjudicial para este país, hay un ánimo de que abandone su papel de protector de Europa, mientras que sus perspectivas en el futuro próximo estarán determinadas por su competencia con China.
En la Unión Europea, por tanto, hay preocupación por ser abandonada frente a Rusia y su invasión de Ucrania, así como por el crecimiento del nacionalismo populista en sus propios electorados.
Ante ello, se avivan los debates sobre si debe “independizarse” de Washington y convertirse en un polo por sí misma, aunque las divisiones internas pueden hacerle difícil hallar soluciones para sus crisis intestinas.
Derrotado en la guerra y ocupado por Estados Unidos, Japón aprovechó las ventajas que su condición le ofrecía y ahora su población es la más preocupada por el fin del periodo unipolar, dice el informe.
Sin embargo, desde hace tiempo se ha estado preparando para estos cambios geopolíticos y ha mostrado determinación por defender el orden que valora.
En China, por otro lado, la aparente retirada estadunidense de sus compromisos internacionales y su distanciamiento de sus aliados tradicionales son vistos como oportunidades para buscar y ocupar nuevos espacios, aunque debe enfrentar distintos obstáculos internos.
India, Sudáfrica y Brasil coinciden en ser viejos críticos de un orden internacional que consideran injusto, y ven en un orden multipolar la oportunidad de reformar estructuras anacrónicas y darles una voz más poderosa a los países del Sur Global.
La primera, sin embargo, tiene debilidades económicas internas y encuentra además un importante reto en el crecimiento de China.
En un renglón aparte, finalmente, se encuentra Rusia, que propugna por un orden multipolar de grandes “estados civilizatorios”, como ella misma se considera, con esferas de influencia bajo las que deben acomodarse los países menores, como Ucrania.
El reporte indica que su fuerza solo alcanza para desestabilizar el orden internacional pero no para imponer su visión, por lo que necesita del apoyo que otras potencias acaso le quieran brindar.
En suma, la rivalidad de perspectivas e intereses adelanta confrontaciones y desorden, por lo que, para lograr la cooperación indispensable para enfrentar los retos globales, “al mundo le vendría bien cierto grado de despolarización”.
HCM