La Federación Internacional de Cruz Roja (IFCR, por sus siglas en inglés) prevé una dura temporada de tormentas en Estados Unidos y América Latina, que podría causar devastación y grandes pérdidas en una región ya castigada por la pandemia del covid-19, recordando así a las situaciones que se vivieron el año pasado, especialmente en la zona centroamericana y el Golfo de México.
Los expertos prevén la formación de entre trece y veinte tormentas en el Océano Atlántico durante la temporada que empieza en junio, de las que entre seis y diez se convertirán en huracanes, de tres a cinco de ellos fuertes (de categoría 3 o mayor).
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"Nos estamos preparando para una nueva temporada de récords", dijo Roger Alonso, jefe de Unidad de Desastres, Crisis y Clima de la IFRC, basada en Panamá.
Agregó que "sólo en el Océano Atlántico podría registrar hasta 20 tormentas que lleguen a tener nombre, de las cuales cinco podrían convertirse en peligrosos huracanes mayores. Un solo huracán o tormenta basta para causar un desastre que afecte a millones de personas".
En un comunicado, la IFRC advirtió hoy que las tormentas podrían traer "más devastación" a una región que "todavía está muy afectada" por las tormentas y huracanes del año pasado y por la pandemia del covid-19.
En 2020, más de 200 personas murieron en Centroamérica por los huracanes Eta e Iota, que dejaron, además, multimillonarias pérdidas económicas en infraestructura y producción alimentaria producto de las inundaciones y deslaves.
Según datos oficiales, solamente en Honduras las pérdidas económicas por estos dos devastadores fenómenos sumó 10 mil millones de dólares, mientras que en Guatemala y Nicaragua superó los 750 millones de dólares en cada país.
La nueva temporada de tormentas, que inicia el martes, llega en un momento donde la pandemia todavía hace estragos en la región, una de las más golpeadas por desastres naturales producto del cambio climático, según organismos internacionales.
"La pandemia agrega otra capa de complejidad. Ahora, una vez más, nos enfrentamos a un escenario extremadamente desafiante, con crisis superpuestas que aumentan las vulnerabilidades de las mujeres, la niñez, las personas migrantes y otros grupos", afirmó el Secretario General de la IFRC, Jagan Chapagain, citado en el comunicado.
También sostuvo que "en Centroamérica y Colombia, miles de familias aún se están recuperando de los daños causados por los huracanes Eta e Iota, que afectaron a más de 7.5 millones de personas hace apenas seis meses".
La IFRC teme que durante los próximos seis meses fuertes lluvias, deslizamientos de tierra, tormentas e inundaciones terminen por estrangular a comunidades vulnerables donde las vacunas contra el covid-19 aún no están disponibles en grandes cantidades.
"El impacto que ya ha tenido la pandemia en Centroamérica, México y El Caribe, especialmente, sumado a otros desastres que afectan la región y al aumento de las disparidades, elevan la vulnerabilidad de las comunidades ante la temporada de huracanes", alertó Alonso.
La complejidad para el Caribe
Debido a los desafíos logísticos y dificultades de movilidad provocadas por la pandemia, la ayuda puede tardar más tiempo en llegar, por lo que la Federación se anticipó y llevó ayuda humanitaria por adelantado a Panamá, Guatemala, Honduras y el Caribe, para responder a las necesidades de al menos 60.000 personas.
Los equipos de la Cruz Roja también están compartiendo mensajes de alerta temprana con las comunidades y están pidiendo a las personas a que se preparen para los efectos que pueda tener esta temporada de huracanes.
“Estos fenómenos meteorológicos son cíclicos y cada vez más frecuentes e intensos”, alertó Alonso.
La situación es crítica en el Caribe de habla inglesa y holandesa debido a la erupción del volcán La Soufrière, que ha afectado a varios países, y por la pandemia que se encuentra en su punto más alto.
OMZI