Todo habría comenzado en La Habana en el decir de Washington, paradójicamente cuando se profundizaba el inédito deshielo entre Estados Unidos y Cuba, y en corto tiempo el misterio se extendió por medio mundo con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como blanco principal.
De ahí el nombre de “Síndrome de La Habana” con el que algunos políticos se refieren a las extrañas afectaciones de salud de diplomáticos estadunidenses en la capital cubana. A partir de ese acontecimiento, Estados Unidos y Cuba regresaron a la confrontación, que dura hasta hoy.
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El cronista Fernando García afirma desde Washington que “la CIA sigue muy despistada sobre el posible origen de los dolores, vértigos, afecciones auditivas y lesiones cerebrales que dese hace cinco años han padecido unos doscientos funcionarios estadunidenses. La mitad pertenece a la CIA y el resto, salvo excepciones, son en su mayoría diplomáticos, miembros del ejército y familiares de unos y otros”.
En tanto, el más reciente informe de la policía cubana concluye que, tras “una rigurosa investigación, no hay evidencias criminalísticas ni científicas que sostengan la ocurrencia de un hecho criminal contra diplomáticos en La Habana, ni que asocien los padecimientos referidos con un ataque sónico o con microondas”.
Hasta el momento, hay reportes de incidentes similares en funcionarios estadunidenses en Rusia, China, Gran Bretaña, Alemania y el mismo Estados Unidos. Al menos una decena de diplomáticos canadiense en La Habana habrían reportado síntomas similares y entre los sucesos más recientes figuran la afectación de un funcionario que acompañó al director de la CIA, Bill Burns, en su visita en septiembre a la India y hasta el retraso del viaje de la vicepresidenta Kamala Harris a Vietnam, en agosto.
Las hipótesis se multiplican
Como ocurre con todos los misterios de espionaje, las causas de los presuntos ataques sónicos generan las más diversas hipótesis e intenciones políticas.
En un extenso artículo, el investigador de origen cubano, radicado en Estados Unidos, Emilio Morales, atribuye el fenómeno a una maquiavélica maniobra de la contrainteligencia cubana por el impacto en la isla del deshielo, negociado en secreto durante 18 meses por los entonces presidentes Barack Obama y Raúl Castro.
“Una vez que Obama partió de regreso. La maquinaria del Partido (Comunista de Cuba) comenzó su tarea sucia para aplacar los efectos de la visita (a La Habana en marzo de 2016), sembró el veneno de que el acercamiento a Estados Unidos era un verdadero 'caballo de Troya' que lo que quería era destruir la revolución desde dentro. El plato fuerte, sin embargo, lo llevó a cabo la contrainteligencia cubana al comenzar los todavía 'misteriosos' ataques sónicos a los diplomáticos norteamericanos”.
Similar hipótesis ha manejado el senador Marco Rubio, quien lidera el denominado lobby anticastrista en el Congreso de la Unión Americana, grupo de poder que, según el investigador cubano Jesús Arboleya, “condicionó la política de Donald Trump hacia la isla”, la misma que mantiene el actual mandatario Joe Biden.
Aunque las llamadas afectaciones sónicas han aparecido incluso en las calles de Washington, Cuba es el único país sancionado hasta hoy. Las embajadas de Estados Unidos en la isla y de Cuba en el país del norte han reducido al mínimo su personal diplomático, haciendo casi inexistentes los canales de comunicación y la entrega de visas.
Perspectivas
La perspectiva de este asunto es tan oscura como cualquier novela de espionaje. Hay investigadores estadunidenses que consideran que las afectaciones son compatibles con emisiones de energía por microondas y radiofrecuencia, pero los cubanos afirman que la narrativa del “síndrome misterioso” por el uso de algún arma de energía no identificada “no es científicamente aceptable en ninguno de sus componentes”.
En este contexto, parece improbable que Biden vuelva a la retórica que desplegó durante su campaña presidencial, cuando hablaba de reflotar la política de Obama hacia Cuba, si antes el equipo que creó no dilucida al detalle este complejo asunto. Con su popularidad a la baja tras la retirada de Afganistán y la crisis migratoria golpeando a las puertas de EU, actuar de otra forma sería un suicidio político.
ROA