Versoix. Ciudad de 13 mil habitantes en el cantón de Ginebra, Suiza. Famosa por su lluvia helada y por su trozo de lago Lemán. La ciudad donde nació, creció y delinquió el chico con familia de Vallecas, Madrid, acusado de estar detrás del último atentado terrorista en Marruecos: el asesinato de dos jóvenes turistas europeas en las montañas del Atlas el pasado 17 de diciembre.
En su pasaporte español se llama Kevin Zoller Guervos. Después se convirtió en Abdellah. Pero no se manchó las manos. No era uno de los cuatro hombres que degollaron con un cuchillo a la danesa Louisa Vesterager Jespersen, de 24 años, y a la noruega Maren Ueland, de 28, mientras dormían. Ni ha salido en el video con la bandera del Daesh de fondo prometiendo fidelidad al autodenominado Estado Islámico.
Kevin, de 25 años, fue el que "adiestró" a los ejecutores, según la policía marroquí. El encargado de reclutar a muyahidines para volver a sembrar el terror en el reino de Mohamed VI siete años después del último atentado yihadista (abril de 2011, Marrakech, 17 muertos al explotar una bomba).
Uno de los investigadores que lleva el caso accede a dar más detalles: "Estamos mirando sus conexiones con células en Marruecos y en España.
"Creemos que también ha estado adoctrinando y entrenando para cometer atentados a personas de otras nacionalidades que ya están en Europa".
Pero esta historia no comienza en Marruecos. Lo hace 2 mil 700 kilómetros más arriba, en Versoix, con una madre desconsolada, la madrileña Gema, que niega que su hijo Kevin sea un terrorista.
"Todo lo que se está contando es mentira", solloza la mujer mientras intenta explicar quién es su hijo realmente. "Un joven que pasó una mala adolescencia. Que perdió a su padre, que era de Colombia, con tan sólo 15 años. Que fumaba muchos porros, quemaba coches y cometió varios atracos".
"Entró en un centro de menores y allí le dieron a elegir entre leer la Biblia o el Corán. Eligió el Corán. Después dijo que gracias a ese libro se había dado cuenta de todos sus errores, se convirtió al islam y rezaba todos los días pidiendo perdón por las tonterías que había hecho. Cuando salió del centro empezó a ir mucho a la mezquita, pero nunca noté nada raro".
Esto fue en 2011 y entonces Kevin tenía 17 años. "Él creía que tenía demonios en la cabeza que le decían lo que tenía que hacer. Y que gracias al Corán había aprendido por fin a controlarlos", cuenta uno de sus amigos de aquella época en Ginebra.
Esos "demonios" fueron los que hicieron que el Estado suizo pagara una pensión a Kevin cuando cumplió la mayoría de edad por problemas psiquiátricos. Una pensión que seguía cobrando y con la que se mantenía en Marruecos.
Porque Kevin se fue a vivir a Marrakech en 2015. "Me dijo que se iba a Marruecos para casarse con lo que él llamaba una mujer limpia [virgen]. Hace dos años la encontró y ahora tienen un hijo", explica Gema, su madre, que llegó a Suiza con 11 años de la mano del abuelo de Kevin, que encontró trabajo en Ginebra como marmolista.
"Cuando salió del centro empezó a ir mucho a la mezquita, pero nunca noté nada raro." Gema, madre de Kevin
La mujer de Kevin fue la que llamó el sábado pasado a Gema para darle la noticia de que habían detenido a su hijo y de que lo acusaban de estar relacionado con el asesinato de las dos turistas.
"Es imposible. Kevin, su mujer y mi nieto vinieron a Suiza el 15 de diciembre y se quedaron hasta el 19. Querían renovar rápido unos papeles para que ella pudiera seguir viniendo a Europa y volverse enseguida a Marruecos. Y el asesinato se cometió el día 17", justifica la madre.
Enseguida en la televisión marroquí se contó que la policía había detenido a un hispanosuizo. La noticia cruzó rápido a Europa. Y se emitió una imagen difuminada en la que se veía al arrestado de perfil, acompañado de los agentes, con una frondosa barba.
"Mi hijo no tenía barba. Y es imposible que le creciera tanto en unos días desde que se fue de Suiza. Además, me contó que tenía planes de futuro. Que tenía ahorrados 6 mil francos suizos (5 mil 322 euros) para comprarse una casa", asegura Gema.
En un comunicado de la Oficina Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ), dijeron que Kevin tenía una "ideología extremista y violenta y es sospechoso de enseñar a los asesinos de las turistas las herramientas de comunicación yihadistas y de entrenarlos para disparar". Aunque en la BCIJ no tienen pruebas de que Kevin haya participado directamente en la preparación del asesinato de las turistas.
Los investigadores dan más detalles: "Él y dos amigos suyos [también detenidos] llevan tiempo usando las redes sociales para reclutar a gente de mente débil para que cometa actos terroristas. También lo hacen a pie, aprovechándose de las personas ignorantes que no tienen nada y de los inmigrantes que pasan por Marruecos para ir a Europa. Hablaban de cómo robar armas, fabricar explosivos y poner bombas en sitios turísticos... Estaban muy organizados".
Esta explicación rompe con la definición de "lobos solitarios" que había dado de manera oficial el ministro del Interior marroquí, Abdelouafi Laftit. Kevin declaró el jueves, junto a otros seis arrestados, ante el juez de instrucción del Tribunal de Apelación de Salé.
Y la Fiscalía los imputó por "preparación de actos terroristas y adiestramiento de personas para incorporarse a la organización terrorista". La policía, que encontró en casa de Kevin propaganda del EI, está convencida de que el español pudo reclutar a varios ciudadanos suizos e ingleses de origen marroquí para que asesinaran en nombre del Estado Islámico.
Aunque su madre, Gema, insiste en que esa versión no se sostiene. "Él no tiene aquí amigos musulmanes. Han dicho hasta que iba a robar en una joyería en Suiza para darle el botín a los del EI. Su mujer me ha contado que cuando la policía entró en su casa sólo se llevó unos libros de lectura normales. Los investigadores han venido a preguntarme y aquí no han encontrado nada", asegura Gema.
Precisamente fue la policía de Ginebra la que difundió los antecedentes de Kevin: arrestos por robos, asaltos y violencia doméstica entre 2007 y 2013.
Y en 2015, según han contado los medios suizos, Kevin salió del país después de saber que la policía sospechaba que se había radicalizado por su fuerte vinculación con otro ciudadano suizo de origen marroquí que se había alistado en las filas del Estado Islámico en Siria e Irak.
Pero el caso de Kevin rompía con ese estereotipo: ninguno de sus progenitores era musulmán. Y ni siquiera hablaba árabe."Siempre ha estado metido en líos. Sobre todo por temas de drogas. Era ultra del Servette Football Club [el equipo de Ginebra] y siempre andaba en peleas y con muchos problemas en casa".
"Que se hiciera de pronto musulmán fue muy raro", explica otro de sus amigos, sorprendido porque en Suiza nadie sabía que habían detenido a Kevin en Marruecos ni que lo acusaban de terrorismo.
"Ninguno sabíamos nada de él desde que se fue hace cuatro años", añade un tercer amigo.
Y probablemente seguirían sin tener noticias de Kevin si no fuera por el terrorífico crimen que sacudió la última semana del año a todo Marruecos. Los cadáveres de Louisa y Maren fueron encontrados degollados en una tienda de campaña donde habían pasado la noche, en la falda del monte Toubkal, a diez kilómetros de la localidad de Imlil, una de las zonas más turísticas del reino alauí.
Un día después del atentado, una fuente de Rabat envió a Crónica el vídeo en el que se ve cómo un hombre decapita a las turistas mientras otro les sujeta los pies. Y de fondo se oye decir que era "una venganza para nuestros hermanos en Hajin [es una ciudad siria que fue bastión del EI]". Los asesinos lo grabaron y lo empezaron a difundir por WhatsApp.
Los agentes marroquíes enseguida detuvieron a los cuatro hombres que ejecutaron a las chicas. El líder del grupo es Abdessamad Ejjoud, 25 años y vendedor ambulante, que ya pisó la cárcel en 2014 por querer ir a combatir a Siria.
El resto son Rachid Afatti, 33 años, también vendedor ambulante, Abderrahim Khayali, 33 años, fontanero, y el carpintero Younes Ouaziyad, 27 años. "Le han lavado el cerebro", dijo a la televisión marroquí el hermano de este último.
Todos ellos vivían en Marrakech. Y una semana antes del asesinato grabaron un vídeo prometiendo lealtad al EI. "Eso se lo enseñó el hispanosuizo (Kevin) aunque no coordinara directamente el asesinato de las turistas", aseguran fuentes policiales. "Los asesinos son tipos muy ignorantes.
A ellos no se les ocurre grabarse antes y mientras cometen el crimen y después difundirlo de forma que llegue a mucha gente. Y no tuvieron contacto con miembros del EI de fuera. Está claro que alguien desde Marruecos les ayudó".
La policía ya ha detenido en total a 22 personas relacionadas con el atentado. Después de que el ministro portavoz del Gobierno, Mustada Jalfi, confirmase que se trataba de un atentado terrorista, muchos marroquíes se echaron a la calle para repudiar lo sucedido.
"El terrorismo no es una religión" o "Marruecos sigue siendo un país de paz y seguridad", gritaban los manifestantes. Y la conmoción fue aún más fuerte en los países de las víctimas. Louisa Vesterager Jespersen era de la ciudad danesa de Ikast y su amiga, Maren Ueland, noruega de la localidad de Bryne.
Ambas estudiaban Turismo en la Universidad de Bø, al sureste de Noruega, y viajaron el pasado 9 de diciembre a Marruecos con la idea de pasar en el reino todas las Navidades.
"Cuando nos dijo que iba a Marruecos, le aconsejamos que no lo hiciera. Cuando me dieron la noticia me derrumbé por completo", explicaba a los medios daneses Bright, la madre de Louisa.
"Era una joven aventurera y le encantaba el senderismo y la escalada", recordaba. Irene, la madre de Maren, contó la última conversación que había tenido con su hija. "Me escribió diciendo que ya habían llegado al campamento y que no tendría conexión".
El crimen de Louisa y de Maren ha sido el primer asesinato considerado acto terrorista desde que en 2011 se perpetró un atentado en un café del centro de Marrakech.
El mayor atentado fue en 2003, cuando varias explosiones en Casablanca acabaron con la vida de 45 personas. En los últimos años, según las autoridades locales, la Policía y los Servicios de Inteligencia marroquíes han frustrado 150 intentos de ataques terroristas.
Y, según Bubker Sabik, vocero de la Policía marroquí, hay más de 2 mil 900 personas que han pasado por prisión por casos de extremismo y terrorismo y que ahora se encuentran en libertad. Otros casi 2 mil marroquíes se han incorporado a las filas del EI en Siria, Irak, Libia o en Europa.
"Los yihadistas atraen a personas en una situación muy inestable. A muchos jóvenes marginados que ya han pasado por prisión", ha explicado Abdelhak Bassou, ex director de los Servicios de Inteligencia marroquíes, a la revista Jeune Afrique.
"En los barrios de las ciudades, donde no hay bibliotecas públicas, centros juveniles o campos deportivos, los jóvenes sólo tienen la opción de elegir entre la delincuencia o el yihadismo. Y son muy fáciles de reclutar", argumenta a Crónica el escritor Hicham Houdaifa, autor de varios ensayos sobre el extremismo religioso en Marruecos.
Un extremismo que bañó la vida del español Kevin. Al "reclutador" sus demonios le llevaron por un viaje de terror que ha acabado entre rejas.