En Francia, se busca al 'padre' del coronavirus

Un experto reitera el origen animal de la bacteria e investiga cómo brincó al humano, ya que la ciencia pudo relacionar el SARS-CoV-2 con un virus estudiado en 2013 en un murciélago de Yunnan.

El coronavirus SARS-CoV-2 causa la enfermedad Covid-19. (Shutterstock / Archivo )
AFP
Francia /

¿Cómo apareció el nuevo coronavirus y pasó luego del murciélago al hombre? “Falta una pieza del rompecabezas”, estima el investigador Meriadeg Le Gouil, coordinador en Francia de un proyecto de investigación sobre el origen de la pandemia.

“Nadie puede decir que entendió la emergencia de este virus”, subraya el virólogo y ecólogo de la Universidad de Caen, miembro del Grupo de Investigación sobre la Adaptación Microbiana (GRAM).
“En este coronavirus, hallamos trazas de varios virus que conocemos en el entorno salvaje. Salvo que no conocemos a los padres recientes, solo a sus primos”, explica al tiempo que excluye un “origen sintético”, por ejemplo, en un laboratorio chino, como asegura Mike Pompeo, jefe diplomático de Estados Unidos y niega Pekín.

Según la gran mayoría de investigadores, el coronavirus fue transmitido al hombre por un animal. Científicos chinos señalaron un mercado de la ciudad de Wuhan, donde se vendieron animales salvajes vivos.

Mediante análisis genéticos, la ciencia pudo relacionar el SARS-CoV-2 con un virus estudiado en 2013 en un murciélago de Yunnan, en el sur de China, similar en un promedio de 96 por ciento.

Si bien una transmisión directa del murciélago al hombre es “posible”, no es, sin embargo, la hipótesis más probable, según Le Gouil, puesto que se requieren contactos estrechos, numerosos y frecuentes para que un virus efectúe un salto de especie.

“La segunda opción sería la cría de otro animal salvaje”, que pudo servir de huésped intermediario entre el murciélago y el hombre, explica. “Falta una pieza del rompecabezas”, que a lo mejor no es el pangolín, como sospechan algunos, sino la civeta, afirma.

El investigador se encontró con este pequeño mamífero durante la epidemia provocada por otro coronavirus, el SARS de 2002, objeto de su tesis seis años más tarde.

¿El sospechoso ideal?

“La civeta es como nuestro corzo (mamífero de los ciervos que se encuentra en Córcega, Francia), un plato que se prepara para las grandes ocasiones”, ilustra el virólogo de 39 años. “Es un carnívoro cercano al perro y al gato (...) que frecuenta las cuevas, y que de vez en cuando se zampa un murciélago”.

La cría de la civeta “se había multiplicado por 50 en el lustro precedente al surgimiento del SARS. Se trajo capturado en el entorno salvaje a granjas” específicas, “lo que favoreció el nacimiento de una variante del coronavirus, presente únicamente” en este segundo grupo, añade el investigador.

El proyecto de investigación Discover, que coordina, tiene como objeto remontar la pista del SARS-CoV-2, estudiando la prevalencia, diversidad y evolución de los coronavirus en distintas especies en el norte de Laos y Tailandia.

“Contaremos con indicios y un puñado de argumentos para comprender mejor qué pasó”, asegura. También se trata de “detectar las prácticas peligrosas” para la salud, como la cría de las civetas.
“Es evidente que hay un vínculo entre el desborde de la actividad humana sobre la vida salvaje, la manera en que interactuamos con la naturaleza y la emergencia de patógenos”, afirma el investigador francés.

ledz

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