La era del sable de caballería llegaba a su fin. Las 13 colonias se expandían hacia el oeste basando su poder de conquista en armas mucho más poderosas: el mosquetón de acero de 1751 de la armería londinense Bumford, la pistola Queen Anne, el mosquete Griffin o la carabina española de 1752.
Todas ellas disparaban un solo tiro y llevaba un buen rato llenarlas de pólvora, meter la bala de acero y amartillarlas.
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No eran muy precisas y se usaban no sólo con fines militares, sino en grandes cacerías o en duelos de honor con reglas estrictas. Ése era el mundo en el que se fundó Estados Unidos, en el que consiguió su Independencia y en el que se redactaron las enmiendas a su Constitución.
La segunda de ellas (1791), que regulaba la tenencia de estos artefactos, se limitó a 27 palabras: "Como es necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas".
Se trataba de una enmienda para territorios donde el Estado aún no se había implantado y donde la seguridad la proporcionaban ejércitos privados o grupos de autodefensa.
Así, con un mosquetón en una mano y la Biblia en la otra, millones de colonos europeos fueron adentrándose en el profundo Oeste americano en busca de tierras y riqueza, cimentando uno de los principales mitos fundacionales de la nación estadunidense.
El pasado fin de semana, 32 personas fueron asesinadas en dos tiroteos en Texas y Ohio. En los dos casos, se usaron armas de guerra capaces de disparar 600 balas por minuto, el ruso AK47 y el estadunidense AR15.
Estos rifles de asalto, usados por militares en conflictos alrededor del planeta, pueden comprarse sin problemas gracias a esa Segunda Enmienda que regulaba la pertenencia de mosquetones de un disparo en la América del Norte de hace tres siglos donde no existía el Estado.
No es que la Segunda Enmienda se haya quedado desactualizada, es que probablemente ya se quedó anticuada en el siglo XIX con la irrupción de algunos de los grandes forajidos William H. Bonney (Billy el Niño, 1859-1881), Jesse James (1847-1882) o Wild Bill Hickok (El Salvaje Billy, 1837-1867), capaces de matar con un revolver Colt, Remington o Smith & Wesson a seis personas en seis segundos, accionando el gatillo y el martillo consecutivamente sobre el tambor como glosaron miles de historietas del lejano Oeste.
En aquel momento, las armas de fuego dejaron de ser un instrumento disuasorio de autodefensa para convertirse en una herramienta para matar a mucha gente en poco tiempo.
Si ponemos el foco en los últimos tiroteos masivos, siempre nos encontramos con armas de guerra, vendidas en su versión civil y en manos de personas envenenadas con un discurso del odio. Aurora (AR15), Sandy Hook (AR15), San Bernardino (AR15), Las Vegas (AR15), Sutherland Springs (AR15), Parkland (AR15), Gilroy (AK47) y El Paso (AK47).
La escasa regulación existente prohíbe la tenencia de armas automáticas en Estados Unidos, como si el hecho de poseer un rifle semiautomático no supusiera un freno para disparar un cargador, tiro a tiro, en un concierto o en una manifestación.
La diferencia es que con un arma automática, con dejar pulsado el gatillo las balas salen a ráfagas. En este caso, la legislación actual tampoco sirve de nada, ya que los instrumentos para modificar un arma semiautomática y automatizarla del todo son legales, te los mandan a casa por correo y cualquiera puede instalarlos en su AR15 sin necesidad de llevarla a un maestro armero.
¿Debe la Segunda Enmienda de 1791 regular estas armas?
jos