Cientos de personas despidieron a Julen, el niño español de dos años que murió tras caer a un pozo estrecho y profundo en la localidad del Totalán, en Málaga, sur de España, el pasado 13 de enero.
Los habitantes de El Palo, pueblo donde residía el pequeño junto a sus padres y el resto de su familia, acompañaron el féretro hasta el cementerio donde fue enterrado en la intimidad.
Previamente se celebró una ceremonia religiosa en la iglesia de la localidad.
El cuerpo sin vida del pequeño fue encontrado en la madrugada del sábado por los equipos de rescate, cubierto de tierra a 71 metros de profundidad.
Los primeros datos de la autopsia permitieron saber que el niño sufrió politraumatismos al precipitarse de pie en el pozo, que sus brazos estaban hacia arriba y que presentaba erosiones compatibles con roces en la caída.
El motivo por el que estaba cubierto de tierra es uno de los aspectos que tendrá que determinar la investigación abierta para esclarecer las circunstancias del suceso.
De acuerdo con la posición en que fue encontrado el cuerpo, se cree que sufrió una caída "rápida y libre" hasta los 71 metros, cota hasta donde se había rellenado de tierra el pozo, excavado para sondear agua, que originalmente tenía una profundidad de unos 110 metros y un diámetro de 25 centímetros.
Se barajan diversas teorías sobre el tapón de tierra que lo cubría y que impidió llegar hasta él en un primer momento, y una de las hipótesis más probables es que, durante la propia caída del niño, se fuera desprendiendo tierra procedente de las paredes del pozo.
También habrá que esclarecer las circunstancias en que se produjo la caída del pequeño, puesto que el empresario que perforó el conducto aseguró en su declaración ante la policía que selló el orificio, pero alguien lo destapó posteriormente.
Tras el hallazgo del cuerpo de Julen, el pozo ha sido tapado con una lámina de acero de 600 kilogramos y la intención de las autoridades es rellenarlo y sellarlo, al igual que el túnel vertical paralelo excavado para rescatarlo, cuando la autoridad judicial lo permita.
Por ese túnel paralelo descendieron los ocho mineros que accedieron al lugar donde se encontraba el pequeño.
Todos ellos manifestaron en una rueda de prensa en la ciudad de Oviedo en Asturias, al norte de España, que se encuentran "desbordados" y "con ganas de volver a la rutina".
"Normalmente, trabajamos desde el anonimato y esto nos desbordó. Ahora, básicamente, estamos cansados y tratando de recuperar nuestra vida", explicó el portavoz del grupo, Sergio Tuñón.
Tuñón aseguró que hicieron su trabajo lo mejor que saben y pudieron y que, aunque les hubiese gustado un final distinto, cumplieron con su obligación, "sin ser héroes por ello".
EB